Una de las causas de las victorias inesperadas del año que termina es que los vencedores se subieron desde el principio al carro de los sentimientos xenófobos y de extrema derecha que latían en sociedades castigadas por la crisis y la globalización. Todos los indicadores rechazaban la victoria del Brexit, pero Nigel Farage, el frívolo líder del UKIP, explotó las frustraciones de muchos británicos, arrojó mentiras sin escrúpulos sobre ellos y consiguió contra todo pronóstico que una mayoría exigua de sus conciudadanos decidiera abandonar la Unión Europea.
Nadie daba un centavo por Donald Trump. Los columnistas de referencia de las dos costas, los académicos, muchos premios Nobel, los empresarios de referencia de las nuevas tecnologías, los artistas y personalidades de todo tipo descartaron desde el comienzo la posibilidad de que Donald Trump llegara a ser elegido presidente.
El multimillonario los despreció a todos ellos, se montó sobre el carro de su popularidad televisiva, echó mano de Twitter y ganó. Con mentiras muy gordas y con amenazas severas como las que el hombre blanco lanzaba a los nativos en la conquista del Oeste con el ferrocarril y la caballería.
Matteo Renzi no ponderó la posibilidad de perder el referéndum y confió en que la demagogia del Movimiento 5 Estrellas puesto en marcha por el payaso Beppe Grillo no le podría desplazar del Gobierno. Ya forma parte de la innumerable galería de ex primeros ministros italianos.
Estos tres casos se han repetido de muchas maneras en otras partes del mundo. Comenzamos el año con Artur Mas como presidente en funciones de la Generalitat con la idea de que podría convencer a la CUP si aceleraba el proceso independentista. En un fin de semana tuvo que improvisar la investidura de Carles Puigdemont, el 10 de enero de este año, porque los cuperos se empeñaron en desbancarlo aunque se perfilara como el más auténtico de los independentistas. La secuencia de acontecimientos entre la política catalana y española sigue una ruta incierta que, además, está sometida a un calendario prefijado, una práctica poco recomendable en el mundo cambiante de la política.
El año 2017, con elecciones en Francia, Holanda y Alemania, nos puede deparar más sorpresas sobre las nuevas líneas divisorias que se han instalado en el mundo democrático y que responden a discursos primarios, de indiferencia y a la vez de odio, que no tienen escrúpulos a la hora de recurrir a las mentiras envueltas en sentimientos patrióticos o en cualquier argumentario improvisado para consumidores emocionales desprevenidos.
La democracia no está pervertida, a pesar de estar construida sobre imperfecciones de todo tipo. Lo que sí está pervertido es el mal uso que se hace de ella cuando se intenta que tome partido entre las partes en litigio. Es un sistema para arbitrar los intereses contrapuestos de los ciudadanos con el debate, las discrepancias, las posiciones antagónicas y los consensos o rupturas que finalmente se puedan alcanzar.
El libre discurso es el oxígeno de la democracia y la inmunidad de un parlamentario no es esencialmente para protegerlo de posibles delitos cometidos sino para que pueda expresar como diputado lo que tenga por más conveniente. Es un error intentar frenar con sentencias judiciales algo tan elemental como discutir en una cámara representativa sobre cualquier tema por controvertido que sea.
Otra cosa es pensar que la legitimidad de las acciones adoptadas por un parlamento no puedan chocar con otras legitimidades establecidas y ratificadas anteriormente. La legalidad vigente, la autonómica en el caso de Catalunya y la constitucional en el caso de España, no sale gratis saltársela sin antes haber previsto las consecuencias jurídicas y políticas que se desprenden de ello. La legalidad no se puede traspasar como el que salta sobre las aguas de un arroyo. Si mueves una pieza, se mueven todas, y si la ley no es obligatoria para los que gobiernan, tampoco lo será para los gobernados. Cada uno podrá escoger aquellos puntos legales que más le interesen o más perjudiquen a sus adversarios.
A golpes de leyes no se construyen las sociedades libres y prósperas. Es a través de grandes ámbitos de acuerdos pactados, de consensos, cuando se llega a alcanzar un grado aceptable de convivencia.
Con los discursos del odio y la falta de respeto al otro no se va a ninguna parte en una sociedad libre, por muy frágil que sea. El problema no está focalizado en lugares concretos de Europa o del resto del mundo, sino que figura en los discursos políticos de la relatividad en los que la verdad no se niega sino que se considera secundaria, y mentir, por ejemplo, es calificado un error más que una falta política grave, impropia del civismo más elemental. El problema es que si Trump y los británicos lo han hecho, es que es tolerable y se puede repetir donde sea.
Publicado en La Vanguardia el 21 de diciembre de 2016
Esta claro, toda acción provocara una reacción.
No hay una balanza equilibrada, por mas que nos la quieran vender.
Si fuese tan fácil sumar las ventajas y los inconvenientes , tipo DAFO, la solución estaría clara, pero aqui no se trata de sumar matemáticamente, los factores sentimentales también suman y desequilibran la balanza, ante ello no es aconsejable tirarse a la piscina, porque esta claro que aun no sabemos que agua nos quedara….por esto la via del federalismo es la mas recomendable.
Comparación federación,landers alemanes vs comunidades autónomas de España..http://documentos.fedea.net/pubs/fpp/2016/02/FPP2016-05.pdf
https://www.bbvaresearch.com/wp-content/uploads/2016/11/WP16-18.pdf
Educacion, formacion, integración.
Inversión en los paises de origen, control de fronteras, pero No es solo una cuestión policial, de seguridad o proteccion, ante los suicidas no hay riesgo cero.
Quan l’estulticia d’alguns polítics els impedex exercir com a tals per manca de talla recorren sempre a la «seva obligació que tenen de seguir el mandat de la ciutadania, prèviament pervertida per la propaganda i per un pretessement populisme que els ha induït a acceptar els seus postulats». I així seguim…
Sr Foix : Artur Mas és un cas diferent ja que no es va presentar a les eleccions perquè no volia que es discutís la seva obra de govern. Va fer un xantatge vergonyós a ERC : o es presentaven junts o no hi havia eleccions. Ningú va votar Artur Mas.
Sr.Foix: mejor no confiarse, no estamos libres de contagio de esta locura que se vive en Europa y en el resto del mundo…la cosa tiene muy mala pinta y peor color…
Una gran reflexión, Sr. Foix. La situación es más crítica de lo que los ciudadanos percibimos. Tenemos la sensación de que no pasará nada serio o que el riesgo es muy pequeño tomemos las decisiones que tomemos. Esto es una gran imprudencia, no podemos predecir lo sucesos futuros que están relacionados con muchas variables que a su vez son dependientes de otras poco conocidas.
El discurso simple, emocional y salvador se ha impuesto. No nos gusta escuchar que las decisiones pueden tener consecuencias no deseadas, que un único logro, por importante que pueda parecer, resuelva todos los problemas y por igual para todo el mundo. Siempre hubo, hay y habrá ganadores y perdedores. La democracia sin falsos atajos puede ayudarnos a vivir en paz y con acuerdos, si el atajo promete lo imposible o implica un sacrificio no explicado puede llevarnos a un amargo final.
Estoy de acuerdo, prometer lo imposible José.A, es la forma más rápida acabar en enfrentamientos siempre…
Sr. Foix: » El odio y la indiferencia » … La codicia, la inhumanidad, la globalización interesada, el terrorismo interesado, las guerras con los bombardeos tipo terremoto y en suma las muertes criminales, de millones y millones de personas inocentes, por intereses no explicados.