El problema más inquietante de nuestro tiempo es la indiferencia a la verdad o a lo verosímil. La postura post moderna es que el derecho a la verdad carece de fundamente porque, simplemente, todo depende de cómo se miren las cosas. La mentira ha atravesado los siglos sin rubor. Franz Kafka lo escribía en 1914 en El Proceso justo al comenzar la Gran Guerra. La mentira, decía, se convierte en principio universal. Una generación más tarde, George Orwell nos hablaba del ministerio de la Verdad en su burla del totalitarismo soviético en su obra 1984. Lo blanco es negro y la luz son tinieblas. La verdad que conviene y la verdad que se oculta.
Lo peor es esa indiferencia a la verdad que se observa en todas partes y que en el encarecimiento público del engaño político llega a su apogeo. Se ganan elecciones con mentiras gruesas y se convierten en verdades hechos inexistentes. Una de las fragilidades de lo que fue el modelo anglosajón es que en estos momentos la mentira es moneda común. El Brexit fue fruto de la mentira y la victoria de Trump, también.
El político que se deja llevar por la voluntad, por la fantasía o por las emociones no puede servir a la sociedad que representa que es muy compleja, plural, variada y contradictoria. En un diálogo entre Umberto Eco y el cardenal Carlo Maria Martini se afirmaba que “la verdad no se impone más que con la fuerza de la propia verdad, la cual penetra en las mentes suavemente y a la vez con vigor”.
El diablo es el padre de la mentira y confunde a las gentes con hechos alternativos tal como ha expresado una persona de confianza del presidente Trump. La postverdad es el prefascismo, afirma Timothy Snyder en su afilado ensayo Sobre la Tiranía. Si nos basamos en hechos inciertos, inseguros, falsos, para hacer política podemos estrellarnos.
Si un político actúa como si sólo existieran sus posicionamientos se acercaría al autoritarismo. Un sistema libre sólo funciona si se activan los contrapesos y las instituciones que se vigilan y se neutralizan cuando los tres poderes entran en colisión. La verdad, se lamenta George Steiner en su oración matinal, “siempre está en el exilio”. Y lo peor que puede ocurrir es que cuando alguien proclame la evidencia de los hechos le llamen loco, ignorante o descartado.
Renunciar a los hechos es renunciar a la libertad. Si nada es verdad, dice Snyder, nadie puede criticar el poder porque no hay ninguna base sobre la cual fundamentar las críticas. Si nada es verdad, todo es espectáculo. El que tiene más dinero paga los fuegos artificiales mientras todos miramos la fugacidad de las iluminaciones fantásticas que ofrecen el espectáculo. Detrás no hay nada.
Siempre ha sido así, tenemos la tendencia a creer en lo que nos gusta o nos molesta, la realidad es distinta dependiendo de la educación que hemos recibido y las circunstancias que estemos viviendo. El futuro dependerá de si estamos vivos, de lo contrario no nos atañe.
Pone ejemplos del Brexit, Trump, se olvida de Clinton, Obama, por no citar a los políticos de España, Europa, etc.
Pienso que los que pasamos de cierta edad seguimos creyendo que tenemos la razón. Y eso es lo que Ud. critica.
Sr.Foix: la verdad es una busqueda constante…
El cambio climático es ya un hecho, pero nos engañamos, nadie puede sostener una mentira siempre. El problema es el daño que hace. Un artículo excelente.
Sr. Foix: Estoy de acuerdo.
Solo es verdad la…muerte. La verdad del que vive en la opulencia, el poder y la riqueza, no es la verdad del que vive en la pobreza extrema, no tiene ingresos dinerarios, pasa hambre y vive en la calle.
La verdad del que ordena un ataque terrorista, no es la misma verdad delque muere debido a dicho ataque.
La verdad del que ordena bombardeos tipo terremoto, no es la misma verdad del que recibe encima el bombardeo y muere ó queda invalido para siempre.
Pero en realidad todo son verdades reales.
Aunque a veces vemos la verdad pero queremos ignorarla voluntariamente. Pues muchas veces, la verdad es cruel con nosotros.
Matar es un crimen sea cuál sea la razón que se invoque. La tierra gira sobre si misma y no permanece quieta en el centro del universo. El campo gravitatorio posee un comportamiento descrito mediante leyes concretas no subjetivas. La injusticia es una evidencia del comportamiento natural, el ser humano puede superarla si quiere ser algo más que materia.
Las emociones sin control , o por interés, nos hacen crear falsas verdades, falsas narraciones de la realidad para tratar de ajustarla a lo que conviene a la jerarquía dominante en el animal que no queremos dejar de ser.
Per o usted tiene razón en que nos escudamos en nuestras verdades, falsedades en realidad, y así confirmamos el mundo, pero éste se vengará, sin desearlo, cuando los hechos se impongan, inmunes a las falsas verdades: mentiras y argumentos débiles como que todo es relativo, cuando la teoría de la relatividad lo que dice es todo lo contrario de lo que se interpreta: nos ayuda a conocer la verdad y su medida.
Brillante