La Constitución de 1978 ha sido el instrumento que ha hecho posible el periodo más prolongado de progreso, libertades y paz social de nuestra historia colectiva. No me importa repetirlo cuantas veces haga falta añadiendo también todas las imperfecciones y errores que han cometido todos los gobiernos centrales, autonómicos y locales en estos casi cuarenta años de historia constitucional.
No conozco una Constitución que no se haya modificado total o parcialmente en los países democráticos en el último siglo. En Francia se han estrenado varias. La de Alemania fue inspirada e impuesta por las potencias vencedoras y su federalismo no fue una inspiración de Adenauer.
La Unión Europea intentó tener una Constitución pero holandeses y franceses no la aceptaron en sendos referéndums. Y no hay Constitución Europea sino tratados que rigen las relaciones entre las instituciones de la Unión y los europeos.
Si hay aspectos de la vida social o política que no se adaptan a la Constitución habrá que buscar maneras para reformarla. No puede ser una ley inmutable a la que hay que someterse de generación en generación.
Ante la legalidad de la Constitución está la legitimidad de las urnas. Es una manera de verlo. Pero el principio de legitimidad no ha caído del cielo para ser sometido a una votación y convertirse en ley suprema. La legitimidad no nace de un gobierno sino que es una noción más compleja que es depositaria de experiencias anteriores que tienen aspectos positivos y negativos.
Los británicos supieron hacer revoluciones que no atacaran el principio de legitimidad aunque cortaran la cabeza en el cadalso a dos monarcas reinantes. Pasaron por la revolución industrial, no se sumaron a las corrientes que nacieron de la Revolución Francesa, conservaron una monarquía protocolaria, respetaron el derecho de los ciudadanos y hoy continuan gozando de una democracia sostenible con gran influencia en el mundo.
De Gaulle dice en sus memorias que sin los ingleses no habría habido una Francia libre, ni una Europa libre ni un mundo libre. Sin ellos, ironizaba, no habría habido un general De Gaulle liberador.
La legitimidad política británica está en sus leyes no escritas, en el Parlamento, en las tradiciones y costumbres que han trazado un conjunto de reglas que son precisamente el principio de legitimidad. Un principio que no lo inventó Disraeli, Churchill, Gladstone o Palmerston. Es un consenso que nace de una forma de entender las relaciones entre los gobernantes y gobernados. Con todas las tensiones y dramas que se quieran.
Las constituciones no se sostienen sólo por el imperio de la ley escrita sino por las complicidades que se originan en el respeto a las ideas de los demás y que cristalizan en una siempre frágil convivencia política, consecuencia de las ideas y los intereses contrapuestos de los ciudadanos.
Publicado en La Vanguardia el 7 de diciembre de 2017
Chapeau!!!. Menudo nivel el de las intervenciones de hoy.
Sin embargo, nadie se aventura a predecir el riesgo de una modificación de la Constitución.
Salvando temas claros. Por ejemplo la desigualdad por sexo en la sucesión a la jefatura del estado, se puede empezar a discutir de todo y las correlaciones de fuerzas llevan a un nuevo enfrentamiento.
Mi pregunta es si eso es conveniente en tiempos como los que corren.
Después de la «Pepa», hemos tenido muchas constituciones hasta llegar a las leyes fundamentales del Estado franquista y, en cada cambio, un grave conflicto y a veces armado.
¿Continuaremos siendo una economía social de mercado?
Se ha de modificar para que una mayoría simple pueda provocar la escisión del Estado? Si no es así, ¿contentará a todos?
Y así tantas y tantas incógnitas que no me parece una buena idea.
Le ha faltado decir que el Reino Unido no tiene Constitución. Pero que duda cabe que en el Reino Unido hay democracia. Una democracia liberal que llegó no tanto por el fervor revolucionario de sus pueblos si no por el acuerdo de entre los más poderosos después de siglos de guerras dinásticas y de religión. Llegaron a la conclusión que el Jefe del Estado debía elegirlo el Parlamento y debía estar sometido a esta institución integrada por estos hombres más poderosos que mencionaba más arriba. De estas peleas nos habla el filósofo John Locke en “Carta para la Tolerancia”, y propone soluciones en su “Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil”. Esto sucede muchos años antes de la Revolución americana y de la Revolución francesa, que en gran medida contemplan el proceso inglés, en lo que se ha venido a conocer como ciclo revolucionario atlántico. Muchos cuando hablan del Reino Unido y lo quieren criticar rápidamente señalan que ese país es una monarquía y por lo tanto no una verdadera democracia, pero desconocen que tipo de gobierno tiene, de donde procede, y que consecuencias tuvo su expansión para el resto del mundo.
Sin embargo, al mismo tiempo que se desconoce esto también se desconoce algo que sí considero más importante: la democracia del sistema liberal inglés solo estaba compuesta por aquellos que tenían una buena posición económica, estos y no otros, son los que podían presentarse a las elecciones y efectuar su voto para elegir a sus gobernantes. Y este sistema, que era mejor que el de la monarquía absoluta, fue el que se exportó al resto del mundo. Esta vergüenza que se conoce como el voto censitario fue desapareciendo gradualmente cada vez que se incorporaban al sistema democrático, después de la presión ejercida por el movimiento obrero, las diferentes capas de la población. El derecho al voto para los hombres se convierte universal durante la Primera Guerra Mundial, y para la mujer habría que esperar al periodo de entreguerras. El sistema liberal, ciertamente aporta la posibilidad de elegir a los gobernantes, un estado de derecho, una separación de poderes, y el mantenimiento de la propiedad privada, pero en su origen no fue para todos, y si lo terminó siendo es porque se prefirió integrar a toda la sociedad en el sistema antes que arriesgar el poder de unos cuantos.
Según Dietrich Schwanitz (La cultura, ed. Círculo de Lectores, 2002; Obra original: Bildung. Alles, was manwissen muss; 1999) Locke «pone al hombre en el centro de gravedad» y escribió el libro «An Essay Concerning Human Understanding» o Ensayo sobre el conoimiento humano, que al parecer fue uno de los libros de referencia para la Ilustración francesa. Y como usted muy bien dice ese segundo tratado del gobierno Locke describe la forma de gobierno inglesa en la que el soberano delega el poder en un gobierno basado en la división de poderes.
Locke une la libertad y la propiedad, sus ideas se plasmaron tanto en la Declaración de independencia de los EEUU y en la Revolución francesa.
De hecho, Locke es el padre del empirismo, que es una forma de entender el mundo a través de los sentidos y la experiencia para después discernir sobre los mismos a través de ideas simples y compuestas. Bebe del método científico de Francis Bacon y Descartes, y será seguido por Newton, Hume, y Kant entre otros. Sin embargo, esto tendrá posteriormente su crítica con el idealismo alemán y la filosofía de la sospecha, que entre otras cosas nos viene a decir que las emociones nos condicionan y que la percepción al ser individual para todos nos impide comunicarnos con los demás.
Pero a lo que vamos John Locke fue el padre del liberalismo, y por lo tanto de la democracia liberal. Por eso los franceses ilustrados, los de la Enciclopedia de D’Alembert sobre todo, lo tienen muy presente para sus trabajos: Montesquieu, en “El espíritu de las leyes”, que establece la separación de poderes que conocemos (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), Rousseau en “El contrato social”, que establece que el poder en la sociedad es la voluntad que busca el bien común de todos, y Voltaire, en muchas obras enfatiza la divisa de la tolerancia y la libertad. Los ingleses que contemplaban la revolución francesa llegaron a decir que estos no habían hecho nada nuevo que ellos hubieran hecho antes, y que la única novedad que aportaron fue la guillotina. A mi interesa que los franceses aportan el concepto de «la igualdad».
Para mí está claro que existen vasos comunicantes en el pensamiento occidental durante toda esta época. Y su aplicación practica más importante quizá fuera, aparte del continente europeo, la independencia y creación de los Estados Unidos, y posteriormente el resto del continente. Sin embargo, las ideas ilustradas solían chocar con una realidad muy dura, que hacía bueno el dicho de «el hombre es un lobo para el hombre», por lo que, a la práctica, terminaban por generar la bestia del leviatán de Thomas Hobbes. Todo esto está muy bien, o está muy mal según se mire, pero no perdamos de vista que pensamiento ilustrado aparte, fue fundamental que las capas más desfavorecidas de la sociedad se hicieran visibles al poder y accedieran al poder político. De ahí que es imposible comprender nuestra democracia sin el concurso de los anarquistas y los socialistas, y en el lado más negativo incluso del fascismo y el nazismo.
La revolución de octubre de la que ahora se cumplen 100 años fue un antes y un después en todo esto que estamos hablando: el problema es que esas ideas amontonadas, entre las que sobresalía el marxismo de Karl Marx, fueron pensadas para un país burgués de la Europa occidental, y no para ponerse en marcha en un gigantesco país que pese a los acercamientos a la ilustración, de los que Tolstoi y Dostoievski nos hablan, no dejaba de ser un gran estado feudal muy religioso. Como suele pasar al erradicar unas creencias concurren otras rápidamente para ocupar su lugar y las buenas ideas dejan paso al lenguaje de la fuerza.
Pontón ha escrito ensayo sobre esto :
http://pasadopresente.com/colecciones/historia/bookdetails/2016-12-20-12-18-19
Yo no lo he leído pero a los que os interesa el tema os puede interesar.
Sí es una interpretación. Por lo que veo buena editorial.
Atento a esto: http://bit.ly/2AEICbU
Aquí hay más: http://bit.ly/2k7C9ys
Tesis y todo: http://bit.ly/2BK4jqC
Es internaste, en La rubia del bar, la peli de Ventura Pons sobre el guion de Raúl Núñez sale la avenida de la luz, con Blazquez cantando una canción, minuto 1’40.
Pienso, y espero equivocarme, que ya no hay arreglo posible, el conflicto se ha consolidado con dos partes que no se hablan y que no sé si se odian o solo se desprecian e insultan. Es difícil buscar un acuerdo que satisfaga a las partes enfrentadas, una de ellas perderá y la amargura de la pérdida puede durar muchos años.
Lo más prudente es mantener la paz y un cierto grado de concordia que permita a los ciudadanos tener esperanza.
No lo entendemos porque no estamos en su misma escala,ellos prefieren vivir en este estado ellos no se consideran engañados, hay entre ellos una retroalimentación donde el sentido común, donde lo evidente no importa.Por la otra parte tampoco quieren enterarse que así no podemos seguir, que es necesario una reforma de la constitución.
Un problema es que hasta ahora los partidos nacionalistas catalán y vasco hacían de bisagra a los dos partidos nacionalistas españoles, pero ahora han salido dos partidos nuevos importantes y el pastel ya es muy complicado de repartir. El PNV aguanta bien, aquí en Cataluña la solución buscada ha salido rana.
Sr. Foix : El primer error se produjo el año 2010, con las 3.000 firmas llevadas al TC, el 2º error se produjo en la respuesta replica independentista Sepbre. 2017 y el 3er error se produjo al aplicar, sine qua non, el art. 155, enviando a todos los miembros del gobierno de la Generalitat de Cataluña, a prisión preventiva, pero prisión al fin y al cabo. Sin tiempo a defenderse ó justificarse. Y sin dialogo previo. Solo el … » A por ellos » y varios fueron trasladados con las manos atras enmanilladas. Eso lo dijeron por televisión.
En fin … Prisión preventiva, traslado enmanillados y sin ser juzgados previamnete.
Solo digo lo que se transmitió por la Televisión.
Todo sin dialogar, negociar y escuchar al interlocutor… ¡ No comment !
Alguien no piensa sensatamente actuando así.
Por Manuel Cruz: Lo que ha faltado, desde una perspectiva federal, es cooperación. Porque una de las definiciones de federalismo es la de gobierno compartido. El federalismo proporciona un equilibrio entre los elementos centrífugos y centrípetos. Aquí solo ha habido lo primero, en forma de descentralización, pero no lo segundo, que no se puede confundir con recentralización. Faltan instituciones en las que desarrollar el gobierno compartido de una federación. Debería serlo el Senado, pero sabemos que no lo es. Las que lo son, como la conferencia de presidentes de comunidades autónomas, apenas funcionan. Pero vale la pena señalar el motivo: porque los recentralizadores no la convocan y los nacionalistas no quieren asistir. Acaso esto esté señalando una de las grandes virtudes cohesionadoras del federalismo.