Las elecciones presidenciales del domingo en la República Checa renovaron el mandato a favor de Milos Zeman, uno de los populistas que están en el poder en Europa central, euroescéptico, xenófobo y nacionalista. Fue primero comunista, luego socialdemócrata y ahora está al frente de un partido que sacó los votos del pozo de la antiinmigración.
Ha hecho una campaña de baja intensidad debido a su frágil salud pero ha conseguido un 51,4 por ciento de los votos en contra del 48,6 por ciento de su contendiente, Jiri Drahos, que representa a los liberales, jóvenes, urbanitas y europeístas que no quieren sumarse a la corriente euroescéptica que gobierna en Hungría y en Polonia y que tiene diputados en todos los países del norte de Europa, en Francia, en la Inglaterra del Brexit y en Alemania. Ya veremos qué ocurre en Italia en las elecciones del 4 de marzo.
La inmigración ha sido uno de los pretextos que han utilizado los partidos populistas para alcanzar cotas de poder en casi toda Europa. El presidente checo reelegido dijo en referencia al islam que era el enemigo de la civilización y comparó a los musulmanes que creen en el Corán con los nazis antisemitas. Su equipo de campaña matizó estas declaraciones pero él no rectificó.
Los temas principales de los debates políticos en muchos países europeos ya no se centran en los temas sociales o en el Estado de bienestar, la aportación más importante de Europa al mundo en el siglo pasado, según Helmut Schmidt, sino en cuestiones identitarias que pasan por encima de los intereses ciudadanos.
De las políticas de la derecha y de la izquierda, cargadas de programas antagónicos sobre cuestiones sociales y económicas, se ha pasado a la política de las identidades formulada en bloques que se alinean entre nacionalistas y europeístas, entre buenos y malos. Los bloques, que no los partidos, están sustituyendo la forma clásica de hacer política en buena parte de Europa. Uno de los temas de fondo son las identidades nacionales que pasan por encima de los compromisos adquiridos en los ya muchos años de funcionamiento de las instituciones europeas.
En Chequia, Polonia y Hungría gobiernan partidos euroescépticos que han recurrido a la inmigración como bandera electoral. Se da la circunstancia de que en estos tres países son los que menos inmigrantes se han instalado y los que no quieren ni siquiera aceptar el número que se comprometieron a acoger. Los votos que nutren estas tendencias que van en contra de los efectos de la globalización salen de los ambientes rurales y de las ciudades pequeñas. Donald Trump no ganó en ninguna ciudad de más de medio millón de habitantes y el Brexit no triunfó ni en Londres ni en las grandes ciudades británicas. El apoyo a los gobiernos de Polonia, Hungría y Chequia viene igualmente de los ámbitos rurales y menos cosmopolitas.
El independentismo en Catalunya, con todos sus matices y singularidades, cabe enmarcarlo en la corriente soberanista que recorre toda Europa y que en cada país puede recibir un nombre distinto pero que tiene en común el euroescepticismo y el maniqueísmo de distinguir entre los buenos y los malos, entre los que quieren construir fronteras internas y externas y los que son partidarios de trazar caminos abiertos que nos permitan transitar sin prejuicios por nuestro propio territorio y por el resto del ancho mundo.
Es muy improbable que Carles Puigdemont sea investido president. Su presencia mediática constante desde Bélgica o desde Dinamarca ha puesto de los nervios a Soraya Sáenz de Santamaría, que en nombre de Rajoy canaliza su estrategia a través de los tribunales pensando que el independentismo sucumbirá con leyes.
La estrategia independentista que propugna Puigdemont desde Bélgica no es inclusiva ni siquiera para su principal socio de una posible investidura, que es Esquerra. El presidente del Parlament, Roger Torrent, no consultó con Puigdemont el aplazamiento de la sesión de investidura prevista para ayer.
Carles Puigdemont es un solitario que desafía al Estado, no tiene a su lado piezas fundamentales del PDECat, está a la greña soterradamente contra Esquerra y, lo que es más inquietante, proyecta un discurso contra la Unión Europea porque no atiende las reivindicaciones del independentismo catalán.
Todo indica que, en vez de buscar un gobierno posible en las actuales circunstancias, Puigdemont quiere intensificar la confrontación con el Estado para que su caso sea tenido en cuenta en una Europa que le ignora.
Un liderazgo a distancia es más que improbable. Las palabras del diputado Tardà no se pueden despreciar. Gobernar con una mayoría independentista no depende de una sola persona.
Publicado en La Vanguardia el 31 de enero de 2018
Mentre tenim els polítics barallant-se entre ells:
L’activitat econòmica privada continua i no es parla de pujar els impostos..
Per altra banda el Sr. Montoro va fent retallades i neteja….a les institucions catalanes.
Tot segueix igual, menys per la gent que depèn dels pressupostos públics.A la resta dels ciutadans ens deixen més tranquils. Es una pena, però es així.
De vegades tinc la dèria i penso perquè tenim tants governs i administracions a Catalunya i España, si el més important es decideix entre el Banc Central Europeu, Brussel·les i …….algun cap d’Estat que no es España.
Esperando con ansiedad el nuevo articulo sobre los últimos acontecimientos.
Ansiedad ya tenia Nat King Cole y fiajte!
Pongamonos a cubierto que vienen los nuestros.
Esto se esta fundiendo en un penultimo acto triste y patetico incluso para los que nunca hemos estado por la labor de irnos de ninguna parte hacia parte alguna.
Si, ahora se lleva el trazo grueso, simplificar sin matices y sin ninguna finezza echamos la culpa al otro, a los otros.
Tiempos grises, plomizos, extraños. Malos tiempos.
Irresponsables.
Sr.Foix: la política se empieza a simplificar y resumir en los de casa contra los de fuera…
Si es improbable, porque parece que tira la toalla….a no ser que fuese un calentón del momento…pero amiguetes pdcat y ER,no mucho.
‘Todo esto se ha terminado’….nos han sacrificado…Puigdemont a Comin