Las estatuas que pueblan Parliament Square y el gran espacio imperial de Whitehall están ahí para quedarse. En este bosque de figuras eminentes resaltan primeros ministros como David Lloyd George, Winston Churchill y Benjamin Israeli, el presidente norteamericano Lincoln y las dos últimas incorporaciones de Mahatma Gandhi y Nelson Mandela. Doce enormes esculturas egregias ocupan la plaza.
El general Montgomery se levanta delante del Ministerio de Defensa y Oliver Cromwell, el último dictador británico, iconoclasta por excelencia, regicida para unos y para otros un luchador por la libertad, cabalga desde su escultura ecuestre en el césped que rodea el Parlamento de Westminster.
A las placas redondas y azules que caracterizan el paisaje de los recuerdos de personas ilustres que vivieron en Londres se han añadido ahora otras grabaciones promovidas por asociaciones de vecinos. Paseando hace unos días por mi vieja calle de Maresfield Gardens descubrí que Herbert Asquith, primer ministro al iniciarse la Gran Guerra de 1914, vivió a treinta metros de mi casa.
Es propio de países maduros revisar y corregir la historia sin caer en la vulgaridad de juzgar el pasado con los parámetros de hoy. Delante de las cataratas Victoria, donde el río Zambeze se hunde en el abismo, una pequeña estatua de lord Livingstone aguanta la humedad que surge de las profundidades del salto de agua. Ahí está para ser contemplada por el turista accidental que se asoma a aquella belleza única.
La tendencia a destruir huellas del pasado es frecuente. En sus conversaciones con J.P. Eckermann, decía Goethe: “Soy incapaz de imaginarme la estatua erigida en honor de un hombre meritorio sin que en mi fantasía no la vea ya derribada y destruida por guerreros venideros”.
Las corrientes de fondo que dividen a las sociedades por razones políticas también afectan a los vestigios de los pasados que no nos gustan. Había contemplado varias veces la estatua ecuestre del general Robert Lee que se levantaba en una plaza céntrica de Nueva Orleans. El año pasado fue destronada por considerar al líder de las tropas confederadas en la guerra civil americana como racista.
Contaba Francesc Peiron ayer desde Nueva York que una estatua del doctor Marion Sims fue retirada de un parque neoyorquino acusado de haber utilizado esclavas negras para avanzar en sus estudios pioneros de ginecología. Nueva York ha salvado por ahora la representaciones de Pétain y Colón.
Los iconoclastas han estado muy activos siempre. Los horrores que vimos en directo con la destrucción de los Budas de Bamiyán en Afganistán o la escabechina de las obras en el Museo de Mosul, en Irak, eran también una actitud barbárica hacia un pasado “equivocado”. En la Barcelona de Ada Colau se ha empezado a practicar la eliminación de estatuas o nombres de calles mal vistas por la ideología de hoy. Hay que borrar el pasado.
Publicado en, La Vanguardia el 19 de abril de 2018
Borrar el pasado, distraer..'»Ninguna mentira es demasiado obvia para el pueblo si esta se acomoda a su deseo secreto de creer en ella».
Christa Wolf
Cuanto mas tiempo duren los empresonamientos preventivos, sin juicio, más sufrimiento causarán a las familias inocentes de los citados, que de hecho no tienen,en absoluto, ninguna culpa, pero España perderá cada vez más brillo y prestigio.
Porque sin Cataluña, … España no es la misma España reluciente y admirada.
La ley a veces puede estar también fuera de la ley.
Sr.Foix: se trata de distraer la atención del personal con este tipo de acciones, una forma como otra cualquiera de esconder la incapacidad de gestión y montar numeritos…todo ello muy infantil, no sé a quién quieren engañar a estas alturas…
Lo facilon. Postureo + carril bici + tranvia com si com no i fot.li
No ven a un pam de nas. Estamos rodeados.
Tens rao, dogbert.
Totalmente…
Y a quién no le guste tengo este otro https://bit.ly/2vriMcu
A quién no le guste que se lea el anterior
Por si a alguien le interesa https://bit.ly/2F0MmoK
Gracias Francesc..
El canvi de noms de carrers és produeix abans de l’etapa de l’alcaldessa Colau. Afortunadament la seu de La Vanguardia no està a l’Avinguda Francisco Franco aprop de la Plaça de Calvo Sotelo. El diari dels Godó te la seu a la Diagonal aprop de la Plaça de Francesc Macià. Alemanya, per exemple, no te carrers a nom de Hitler i Goobbels. A Espanya, en canvi, carrers i places encara porten noms de sinistres personatges de la dictadura.
Certament, Gran Bretanya no ha tingut personatges com Hitler, Franco, Mussolini…..es poden permetre no ser iconoclastes. Envejo la seva capacitat pràctica i lacultura democràtica ( Autoritzen referèndums sense empresonar aqui disssenteix).
Nosaltres mentrestant continuem amb la llei del pèndol….
En España seguimos con El Quijote y lo último es proyectarlo como unidad de destino en lo universal, empezando por Europa. Pronto Europa será nuestra.
Evidentemente nuestra España no se puede comparar con Alemania. Aquí tuvimos una democracia orgánica, que integraba los tercios de la sociedad. La F.E.N. lo tenía claro.