Es pronto para determinar si hemos entrado en un nuevo ciclo político que en España tiene dos principales variantes sin resolver: la corrupción estructural instalada en el partido de gobierno y la crisis territorial derivada del conflicto catalán. Lo que sí se puede afirmar es que si no se encuentra una salida satisfactoria a estos dos graves problemas, la crisis se irá haciendo mayor hasta desembocar en una nueva situación que es tan inesperada como incierta.
No es consuelo comprobar cómo las divisiones políticas y sociales ensombrecen la convivencia cívica de muchas democracias occidentales. La improvisada y errática manera de gobernar de Donald Trump ha confundido y dividido a los norteamericanos y también a sus aliados.
La política italiana nunca ha sido un modelo de estabilidad. Pero los episodios de estos días muestran también las divisiones de un país que de repente se ha mostrado antieuropeísta desde dos partidos extremos de izquierda y de la derecha nacionalista.
El domingo tenían cita en Berlín los partidarios de Alternativa para Alemania para protestar contra la política de Merkel y contra la influencia del islam en Europa. No fueron tantos como se preveía. Una contramarcha les dobló en número de manifestantes, unos millares, en la capital federal. El populismo causa pánico en las mentes alemanas.
La división marca también la política en Gran Bretaña desde el referéndum del Brexit del 2016. Están divididos el país, el Gobierno, el laborismo y el norte del sur. Escocia pide que no se ejecute la marcha de Europa porque los escoceses votaron mayoritariamente a favor de la permanencia. Irlanda del Norte puede perder la necesaria dependencia de Londres, también por el Brexit.
La novedad de estas diferencias muy propias en toda democracia es que se han introducido dos factores que destruyen la convivencia. Me refiero a la falta de respeto a las opiniones de los demás y al odio en que se expresan las descalificaciones contra los adversarios que pasan a ser enemigos a los que hay que combatir o expulsar.
Respecto a la crisis que vive España, la corrupción estructural que ha acampado en las más altas instancias del Partido Popular ha sido condenada con sentencia firme por los tribunales. La corrupción es incompatible con el buen gobierno porque perjudica a la justicia y a la libertad de todos. Al conocerse la sentencia del caso Gürtel, la posición de Mariano Rajoy quedaba debilitada, paradójicamente, después de haber conseguido aprobar los presupuestos generales del Estado con el apoyo imprescindible del PNV.
La moción de censura presentada por Pedro Sánchez no es fácil por tener que contar con votos de partidos que están en las antípodas del socialismo español. Pero aunque Rajoy supere la moción de censura, su fragilidad política será incompatible con presidir el Gobierno hasta el término del mandato.
Es cierto que la corrupción no es patrimonio exclusivo del PP. Sólo hay que dar un vistazo a los sumarios que se instruyen en Andalucía con dos expresidentes socialistas sentados en el banquillo o los casos de corrupción juzgados y sentenciados en Catalunya, como el del Palau, y los que están en periodo de instrucción, como el del tres por ciento. La corrupción está reñida con el progreso. Cuando hay sentencia de los tribunales no hay más remedio que atenerse a las consecuencias dimitiendo o convocando elecciones.
El otro problema es el conflicto planteado por el independentismo catalán. La división en Catalunya se observa en las calles, en las playas y en los símbolos enfrentados en el espacio público. Sólo con las leyes no se va a conseguir un acuerdo y menos aún con varios exconsellers en la cárcel o huidos en Europa.
El Cercle d’Economia se ha adelantado a las jornadas anuales de Sitges presentando un documento que merece la mayor atención. La sesión inaugural irá a cargo del president Quim Torra e intervendrán también Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera. La propuesta del Cercle plantea seis puntos clave para salir del pozo en el que nos encontramos. No se van a cumplir todos pero son una interesante nueva hoja de ruta.
Si se recuperara la seguridad jurídica, la confianza empresarial y la convivencia cívica, se habría dado un gran paso hacia la normalidad. También se pide desarrollar el marco constitucional para mejorar las relaciones entre las comunidades y el Gobierno central y elevar el Estatut d’Autonomia a rango de norma constitucional aprobada mediante referéndum. Se reclama un nuevo modelo de financiación eficiente, equitativo, solidario y con impuestos gestionados por las comunidades. Muchos pueden pensar que se trata de parches puntuales sin ir al fondo del problema. Pero qué es la política, sino un parche tras otro para zurcir los descosidos que plantea la gestión de los intereses contrapuestos de lo privado y de lo público.
Publicado en La Vanguardia el 30 de mayo de 2018
A l’article «Cómo salir del pozo» hi manquen dues consideracions substancials.
1. Hi ha exiliats i presos polítics catalans. Els presos estan en presó preventiva sense judici i sense sentència. Per tant, són judicialmente innocents. A més, estan tancats en centres penitenciaris lluny de casa com a càstig venjatiu. ¿Això és justicia? La justicia espanyola es espanyola pero no es justicia. Tracta als exiliats i presos polítics com perillosos criminals violents. Però a Europa (Alemanya, Bélgica, Regne Unit, Suissa…) aquests mateixos polítics són tractats com demòcrates, gent pacífica i estan en llibertat.
2. El document del Círculo de Economia no diu res d’això.
3. El Círculo de Economia pren partit. No està per sobre del ben i del mal. Defensa la nació espanyola per damunt de la nacio catalana a la que tracta com una colonia provincial. Es el nacionalisme espanyol supremacista. La nacio espanyola está per sobre de la nacio catalana. En canvi, el sobiranisme catala defensa la igualtat entre les nacions espanyola i catalana
Pues un unionista dice que el cercle se decanta demasiado hacia el independentismo, alguno de los dos lo ha leido mal. Creo que el que lo lee bien, entiende que se decanta hacia un debate de reformas hacia una tercera via.
Asi es, las propuestas del Cercle d’Economia
son un paso adelante, se listan soluciones viables, no ingenuas, ni artificiales, ni improvisadas, ni unilaterales, porque requieren debate, pactos, colaboración,etc
En parte hay similitudes con el modelo federal de EEUU, faltan similitudes con al modelo federal alemán (senado pasar a Bundesrat) y en varios puntos, se lían con propuestas mezcladas de opciones federales no compatibles con opciones confederales.
En todo caso es el primer paso adelante con sentido común, que he visto estos últimos 5 años.