He seguido los Mundiales de Moscú con una cierta pasión. La pasión del fútbol tiene mucho de irracional, pero afecta a cientos de millones de personas en todo el mundo. Las pasiones no son globales sino locales. Al final, todos se concentran en su equipo, en su nación, en su patria.
El patriotismo es un concepto anterior al nacionalismo que es una consecuencia de la Revolución Francesa de 1789. El patriotismo estima lo suyo mientras que el nacionalismo desprecia el de los demás. La diferencia no es de matiz sino de fondo.
Ver al presidente Macron saltar de alegría por la victoria de Francia recoge el sentimiento de la mayoría de sus ciudadanos. Un patriotismo, dicho sea de paso, que está fundamentado en un equipo en el que hay más jugadores de procedencia foránea y no de la Francia de Juana de Arco. El patriotismo lo abarca todo y Umtiti, Pogba o Mbappe son la Francia moderna, la real, la que cambia de personas pero no de país. Griezzman también ganó el título como todos los que proceden de nombres de vieja prosapia. La Francia mestiza entusiasmó a todos los franceses.
Tenía simpatía para que ganara Croacia. Primero porque varios de sus jugadores sufrieron personalmente las consecuencias de la guerra étnica que se libró en los Balcanes en los años noventa. Y también porque un país pequeño, con veinte años en el mapa europeo, puede medirse con una gran potencia como Francia.
El patriotismo futbolístico no sólo es inevitable sino que es necesario. Como lo puede ser el patriotismo cultural, lingüístico o territorial. Francia no necesita repetir el título de Campeón del mundo para conseguir sostener su nivel en el orden de las naciones. Croacia, tampoco. El haber llegado a la final ya es una hazaña para un país de cuatro millones de habitantes que ha sufrido tanto por los vaivenes de la historia europea en el vientre de Europa, en los Balcanes, en donde se han librado las más absurdas batallas en el siglo pasado y en tiempos anteriores.
El deporte es uno de los elementos de integración de todas las sociedades. Se ha competido desde todos los rincones del planeta. Las emociones han corrido a raudales en Brasil, Argentina, España, Portugal, Senegal, Bélgica… Cada eliminación era una frustración nacional que se olvida en cuando se pongan en marcha las próximas competiciones. El fútbol es el caleidoscopio ideal para volcar las pasiones y para admitir los fracasos.
Lo de hoy en la comision de RTVE da un cante a «tamayazo» muy grande.
Son muy malos, muy ineptos, gandules y corruptos.
Estoy seguro que el Sr. Foix nos ilustrara sobre el particular teniendo en cuenta que estamos hablando de populismos y propaganda.
Esa votación Dogbert debería ser revisada por el VAR parlamentario…
Sr.Foix: En este mundial ha ganado el VAR…
Ganara quien ganara en el equipo ganador, habria un jugador del Barça. Bien.
Ha sido Francia. Que hi farem!
La tromba de agua que ha caido despues del partido ha sido de lo mejorcito. Ver como se les corria el rimmel a todos los mandamases presentes, ha sido de lo mejor.
El primer paraguas para Putin. Faltaria mas!
Hi ha qui es diu patriota però menysprea la pàtria dels altres. Un cas: hi ha espanyols que es diuen patriotes però que no respecten als catalans que consideren que la seva patria es Catalunya. Conec molts catalans que es consideren patriotes i que respecten als espanyols que consideren que la seva patria es Espanya. En l’article de Foix es parla de patriotisme i de nacionalisme. No es parla de sobiranisme, que es una questió clau en l’Espanya i en la Catalunya actuals. El sobiranisme català vol que entre la nacio espanyola sobirana i la nacio catalana sobirana hi hagi una relació d’igual a igual basada en la democracia, la llibertat, la solidaritat.
Oriol, tranquil.
Respira.