Una sociedad se condena a la perdición cuando empieza a confundir el rival político con el enemigo mortal. No sé si hemos llegado a este punto en la política de muchos países democráticos occidentales. Pero el hecho es que la división social, radical, se puede apreciar en Catalunya, en España, en Italia, en Gran Bretaña, en Estados Unidos…
Hay que distinguir entre el adversario y el enemigo. Bauman decía que puesto que la política consiste en el acto de designar al enemigo y combatirlo, y dado que la soberanía descansa en la decisión es evidente que la condición de “otro”, de “extraño” y en última instancia de “enemigo”, es la acción política del soberano, no su origen.
La política tiene que ver con el consenso, con las cesiones, con el diálogo y con la búsqueda de soluciones pactadas a problemas en principio insuperables. La política es el destino, decía Napoleón. Montaigne hablaba del negocio de los hombres. La buena política es la que busca soluciones para satisfacer los intereses contrapuestos de los ciudadanos. Abraham Lincoln decía que los problemas creados por los hombres pueden ser resueltos por los hombres.
Una de las incógnitas en todas las épocas es cómo será el futuro. Nadie lo sabe. Casi siempre se inventa pero siempre tiene en cuenta el recorrido del pasado. Ahora que se publican tantos libros sobre el proceso independentista en Catalunya convendría no perder de vista la perspectiva histórica. Todo lo que ha ocurrido puede volver a pasar. En su excelente libro “Scots and Catalans, Union and disunion”, el gran historiador e hispanista británico John H. Elliott dice que cualquiera que sea el futuro de las decisiones que se tomen en Escocia y Catalunya, la historia de esos dos países seguirá su curso durante muchos años. No hay solución rápida o inmediata a un desencuentro que se ha hecho patente a lo largo de los siglos.
Se han atravesado periodos de avenencia y de confrontación. Las relaciones entre Castilla y la Corona de Aragón nunca fueron fáciles. Los agravios mutuos empiezan desde el momento en que Fernando el Católico enviuda de la reina Isabel. Castilla se queda con la conquista y colonización del nuevo mundo y Aragón, Valencia y Catalunya se quedan al margen de aquella gran empresa. Todos los Austrias, desde Felipe II hasta Carlos II, no consiguieron ganarse la complicidad de los viejos reinos y regatearon el jurar sus constituciones. La decisión del Conde Duque de Olivares de acabar con la singularidad catalana y la guerra dels Segadors de 1640, le costaron el cargo al hombre fuerte de Felipe IV. Olivares cayó y Catalunya perdió aquella confrontación con España.
La obsesión por la unidad española fue una de las causas que llevaron a Felipe V, el primer borbón español, a promulgar el Decreto de Nueva Planta después de haber derrotado a lo que quedaba de los ejércitos austracistas que se rindieron el 11 de septiembre de 1714. Empezaba otra larga etapa de agravios que, de juchas maneras y en distintas etapas, se ha prolongado hasta hoy.
Nunca las armas acabaron con el conflicto con Catalunya. Y tampoco nunca Catalunya ha salido victoriosa de sus enfrentamientos con España. La presente situación presenta muchas similitudes con historias ya vividas. A un periodo de tensiones y violencias ha seguido otro de un cierto entendimiento y complicidad. Por intereses o por incapacidad de buscar otras alternativas. Quizás lo único a lo que se puede aspirar es a la conllevancia que ofrecía Ortega y Gasset. Sólo un grave conflicto europeo podría alterar la ecuación.
«Se han atravesado periodos de avenencia y de confrontación» Pues no cambio por nada los últimos 40 años de paz y buena conviviencia.
Mejor sera saber a quien le interesa la confrontación, quien quería aprovechar la debilidad de la crisis para impulsar el independentismo, que encuestas nos decían que en Catalunya estos últimos 40 años eran muy problemáticos, y que los ciudadanos demandan públicamente soluciones, no he visto ninguna encuesta antes del 2015 donde alguien mencionara que la independencia era el asunto prioritario. Lo fabrico Mas. Las causas:Ni unos ni otros supieron negociar un cupo vasko para Catalunya o un federalismo bien diseñado.
Sobre el nacionalismo, decía el gran escritor Stefan Zweig:
«Por mi vida han galopado todos los corceles amarillentos del Apocalipsis: la revolución y el hambre, la inflación y el terror, las epidemias y la emigración. He visto nacer y expandirse ante mis propios ojos las grandes ideologías de masas: el fascismo en Italia, el nacionalsocialismo en Alemania, el bolchevismo en Rusia y, sobre todo, la peor de todas las pestes: el nacionalismo, que envenena la flor de nuestra cultura europea.»
Poc optimista, només val mirar el panorama polític instaurat a Catalunya.
Un Govern que ni governa ni ho vol.
La provocació com a arma política.
I un Parlament tancat per por a perdre votacions i escapar del control parlamentari.
Cap a on amem ?
La política es el destino, decía Napoleón. Montaigne hablaba del negocio de los hombres…Sr.Foix: hoy por hoy ya podemos hablar del negocio de la política…
Sr. Foix : No tengo nada que decir, porque siempre estoy de acuerdo con lo que Vd. nos dice en sus talentudos artículos.
Mi respuesta : Todas las respuestas que escribí en su anterior artículo titulado » Desaparecen las zonas grises » …by Lluis Foix del día 29/08/2018.
El reino de Castilla, perdió todas sus colonias de ultramar, pero a la corona de Aragón, aún la tiene agarrada y sujeta como si fuera una colonia, donde sacarle beneficios económicos y todo debido a que la Economía de la Corona de Castilla, es de modelo honroso y honorable, pero presuntamente, inproductivo, funcionarial y subvencionante básicamente.