El colapso del sistema de acogida de menores inmigrantes, sin papeles, sin techo, sin nada, es la parte más fea y más inhumana de la migración. Es curioso observar cómo los que cruzan fronteras desde América Central hasta Estados Unidos han disminuido en más de un tercio desde que Trump es presidente y, a su vez, es ahora cuando las polémicas son más enconadas.
La famosa caravana que arrancó en Honduras, atravesó Guatemala y ahora recorre México para alcanzar la frontera con Estados Unidos fue uno de los temas centrales de los últimos días de la campaña de las elecciones legislativas del pasado 6 de noviembre. Donald Trump hablaba de ello cada día varias veces anunciando que enviaría seis mil soldados a la frontera para detener lo que calificaba de invasión. Como si en Estados Unidos no existieran más de diez millones de ilegales, sin papeles, que trabajan en muchas tareas agrícolas y domésticas.
Una semana después de las elecciones ya no se habla de esta peligrosa invasión. Curiosamente, en todas las zonas de la frontera con México ganaron los demócratas y el mensaje apocalíptico de Trump no se tradujo en mayorías republicanas en la frontera.
El drama de estas entradas de migrantes en busca de horizontes de mayor dignidad es que en las expediciones viajan mucho menores, sin padres, sin tutela y sin documentos. Esta tragedia la vivimos ahora aquí con la llegada de menores a los que no se les puede acoger porque no hay medios ni instalaciones ni personal.
Estos menores llegan agotados, enfermos en muchos casos, desorientados y dependientes de la acogida temporal de instituciones públicas o entidades que gestionan centros para menores.
Los menores extranjeros no acompañados ( mena) en Catalunya no caben en las instituciones que gestiona la Generalitat. Desde hace semanas, muchos de ellos duermen en las comisarías de los Mossos, dan vueltas por las calles durante el día, regresan si pueden y, mientras tanto, algunos caen en delitos tan execrables como los que se produjeron en Santa Coloma de Gramenet hace unos días.
Es urgente buscar soluciones que integren a esos jóvenes desdichados. No se trata de ser buenista sino de tener un mínimo sentido de la justicia y de la dignidad. No atender adecuadamente a estos jóvenes va a promover un sentimiento xenófobo en la sociedad de acogida. No hace falta que sean muchos los que amenacen la seguridad, basta con unos cuantos para que se cree una corriente racista imparable. Hoy, la amenaza son los extranjeros, los inmigrantes y, si son musulmanes, doblemente despreciados.
Llamamos a mano de obra y vinieron personas. El gran reto de las sociedades occidentales es cómo integrar a los que llegan y cómo fomentar la educación y el crecimiento económico en sus países de origen que evite la huida hacia lo desconocido de tantos jóvenes y adultos.
Publicado en La Vanguardia el 15 de noviembre de 2018
Sr. Foix : Mi respuesta es el deseo, de ver y leer comentarios, … en los grandes medios audovisuales, sobre la realidad del gran y desgarrador, drama humano de todos los tiempos, pero que por mucho que nos manifestemos, todos aquellos que tenemos conciencia de ello, que somos muchos, pero nuestra sociedad de la opulencia, del bienestar y del bién cobrar millones de euros y del bien comer y del abuso de placeres de todas clases, pues sigue y sigue inhumanamente indiferente e imperturvable.
En esto no hemos cambiado. Solo han cambiado las fomas, la informática e internet, pero : …» El Pan …aun hay que sudarlo y eso no ha cambiado. «
Y Albert, las penas con pan son menos…
Sr Foix: es evidente que conviene buscar soluciones para estos jóvenes y también lo es solucionar,en origen, el problema.Nadie debería tener que huir de su país por necesidad.
Tantos niños y jóvenes sin escolarizar, hombres y mujeres en edad de trabajar,ancianos arrastrándose por mundos desconocidos e inhóspitos mientras los » grandes» dirigentes del mundo se dedican a mirar hacia otro lado, gastando dinero en conmemorar el fin de la segunda guerra mundial y permitiendo guerras. actuales….Estamos locos???
Totalmente locos Àfrica…
Sr.Foix: no hay medios para cubrir las necesidades de las personas desvalidas que hay y pretendemos ampliar el cupo para ponernos medallas de benefactores y solidarios…
Benvolgut Foix, estic totalment d’acord amb l’article, els politics tenen molta responsabilitat, o tota ! Dit això jo només entenc que amb els MENA, no n’hi ha prou en tenir-los alli tots junts en centres habilitats per tot el territori amb tutors qualificats, sinó que de manera ràpida se’ls ha d’ensenyar a pescar de les múltiples maneres possibles, com ensenyar.los el nostre idioma, ensenyar-los a moure’s pel nostre pais, ensenyar-los quelcom que quan cumpleixin els 18 anys, tinguin eines per tirar endavant i no només el carrer o la intemperie com titules tu el present article. Jo a Càritas ho palpo d’aprop, quan al nostre taller una jove subsahariana o de qualsevol pais a après a cosir i fa una motxil.la amb roba de reciclada i li surt be, tenim una gran alegria i ella també, quan al servei d’intervenció educativa un nen va assolin coneixaments i tira amunt fins a arribar a entrar a un cicle superior o be a la Universitat tots tenim una gran alegria, els èxits dels altres ens omplen el cor de goig. Per nosaltres poc es molt. Ens queda a tots un llarg camí.
Ànims.
Una abraçada Lluís
Hay que pedir responsabilidades a los políticos que han estado diciendo que aquí los refugiados serían bienvenidos: una cosa es que éstos lleguen huyendo de la miseria y otra mucho más grave es que se les haya invitado a venir y ahora no se sepa qué hacer con ellos.