Las predicciones sobre el futuro son arriesgadas y con frecuencia inútiles. Pero para este año 2019 cabe pronosticar que los partidos populistas, xenófobos y nacionalistas excluyentes avanzarán en toda Europa. Las dos grandes familias políticas que han construido una Europa acogedora, humanizada, libre y pacífica van a ir a menos en las elecciones europeas del mes de mayo.
Los democristianos y los socialdemócratas tendrán que aplicar una geometría variable para tender puentes con partidos que se situarán en los extremos de la derecha y de la izquierda. Un nacionalismo reivindicativo como el de Salvini en Italia o el de Viktor Orbán en Hungría añadirán confusión a los efectos catastróficos del Brexit, sea cual fuere la forma en la que los británicos ejecuten el divorcio.
Habrá elecciones en Dinamarca, en Polonia y en varios estados federados de Alemania. Emmanuel Macron ha perdido el control de Francia tras seis fines de semana de protestas masivas y violentas. Es muy lamentable que Salvini se haya puesto del lado de los chalecos amarillos. Angela Merkel ha anunciado el aterrizaje lento para abandonar la cancillería en el 2021. No suelen durar en el poder los políticos que se autoimponen la fecha de caducidad a largo plazo.
Pero la situación era mucho más grave hace ahora un siglo cuando los vencedores se reunían en París para administrar y reparar las consecuencias devastadoras de la Gran Guerra. En la conferencia de paz se trazaron nuevas fronteras, se crearon estados que habían formado parte de los imperios caídos y se aplicó un castigo vengativo contra Alemania depositando las semillas de lo que sería la siguiente guerra mundial.
El economista John Maynard Keynes era un enviado británico para preparar los detalles del tratado de Versalles, pero se fue enfadado de París porque consideraba que las reparaciones de guerra a Alemania eran desproporcionadas y porque pensaba que la prioridad era reconstruir la economía europea. Dejó escritas sus impresiones en su libro Las consecuencias económicas de la paz que resultó premonitorio. Los dos libros de Margaret Macmillan sobre aquel periodo ( 1914, de la paz a la guerra y París, 1919) tendrían que ser de obligada lectura para quienes se postulan para ser diputados al próximo Parlamento Europeo.
Europa no está ni destruida por la guerra ni desmoralizada por los caprichos belicistas de los dirigentes políticos y militares que pusieron en marcha lo que Churchill definía como la primera guerra de los pueblos.
Después del periodo más largo de la historia de paz, solidaridad, libertades y progreso, los europeos nos sentimos golpeados por la crisis que está desmochando en buena parte el Estado de bienestar y nos refugiamos en la socialización del conocimiento y de la información –dos avances revolucionarios– para crear un clima de reivindicaciones que se podrían resumir en el “yo primero” para todo.
Esta idea la ha puesto en marcha la Rusia herida de Putin tras la desmembración del imperio soviético y se materializó en la anexión de Crimea y la creación de dos repúblicas ficticias al este de Ucrania. El gran príncipe de la Rusia de Kíev, ahora hace mil años, es el embrión de lo que sería la Rusia de los zares y de los soviets. No es un hecho menor que Ucrania acabe de legalizar formalmente su cisma religioso con Moscú bajo la atenta mirada del patriarca ortodoxo de Constantinopla.
No es que regrese lo antiguo sino que se busca en el pasado un paraguas que proteja de los efectos de homogeneidad de la globalización. De la generosidad y la apertura de miras de las becas Erasmus, por ejemplo, se ha pasado a priorizar lo local como antídoto de lo universal. El extranjero es un peligro.
La presidencia Trump ha hecho más pequeño Occidente, con sus muros, verjas y deportaciones, que han sido precisamente elementos sustanciales de la libertad y el progreso que ha conformado el mundo democrático en los últimos noventa años.
El ruido y la magnificación de los pequeños debates o discusiones producen una sensación de miedo y de intranquilidad que se palpa en los ambientes de sociedades divididas con una radicalidad que nos aleja de la concordia y de los valores cívicos que caracterizan a las sociedades libres de todos los tiempos.
Las elecciones europeas de mayo serán una ocasión para reformar las grietas que se hayan producido en el sistema más humanizado y más respetuoso que se ha conocido a lo largo de nuestra agitada historia. ¿Qué pasaría si en el conflicto entre Catalunya y España no estuviéramos bajo el paraguas europeo? Sospecho que se habría acabado muy pronto y muy mal, es decir, a tortas, con la parte más fuerte eliminando el problema con la humillación del más débil.
Europa no hace problema de la ficción de Waterloo ni de nuestros debates y riñas internos. Es la debilidad de Francia y la posible inseguridad interna alemana lo que preocupa. La pregunta es muy simple: ¿dónde están los líderes para evitar volver a las andadas? Debe de haberlos, siempre salen en momentos difíciles, pero ahora no los veo.
Publicado en La Vanguardia el 9 de eneero de 2019
Sr. Foix : Pienso que no hay lideres, porque el …Lider…se forja con la experiencia y el vivir la vida.
Y seguramente esto facilita que salga un genio talentudo, sacrificado y emprendedor políticamente, que con su sabiduria convenza a otros iguales y juntos conduzcan al mundo social humano a buen rumbo, que conduzca a la convivencia los intereses económicos, sociales y de convivencia entre paises y dentro de ellos.
No hay lideres capaces, porque ahora en este preciso momento nos está gobernando la 2ª generación, de descendientes de aquellos lideres, de al acabar la 2ª guerra mundial, que han vivido y gobernado, presuntamente, en la sociedad de la abundancia, el abuso del poder y la disposición del
dinero del propio estado.
Tampoco hay lideres capaces en la 3ª, que está empujando para conseguir gobernar y enriquecerse medrando a costa del estado, porque debido a que son muy jovenes y solo han vivido en la sociedad del bien estar, por lo cual, no estan experimentados en absoluto, con la experiencia y la vida, ect.
Mientras tanto,la sociedad humana tendrá que aguardar, pasar y vivir la época de las bacas flacas, los grandes desigualdades económicas, indignación y rabia de la mayoria social de todos los desfavorecidos.
Mientras los favorecidos por el poder del Estado ó de su status privilegiado, disfrutarán indiferentes humanamente, de sus ingresos millonarios y multimillonarios en euros.
Para los/as buenos/as entendedores/as…
Ana Castells : «El Brexit es un excelente ejemplo de a donde pueden llevar politicos sin escrupulos, que no dudan en mentir a sus seguidores, a sabiendas de que lo hacen, prometiendoles el paraíso cuando en realidad están llevándoles a la ruina.»
El Sr. Foix no ve lideres (politicos). No los ve porque no los hay.
El aquelarre politico se ha llenado de patanes que ademas obturan el transcurrir de la buena gente.
Estamos en manos de gente peligrosa.
Tot plegat te mala pinta.
¿cómo frenar el ascenso y la llegada al poder del populismo autoritario? Si la idea que sostengo aquí es válida, no se la frena con meros cordones sanitarios defensivos, mediante acuerdos o coaliciones de gobierno entre liberales, conservadores y socialdemócratas.
Se la frena con medidas y programas político-económicos que devuelvan la esperanza a nuestras sociedades y las hagan menos proclives al miedo, al pesimismo y al autoritarismo político. Es decir, mediante la renovación en el siglo XXI del contrato social liberalconservador-socialdemócrata que tan bien funcionó durante los Treinta Gloriosos. » A.Costas https://www.lavanguardia.com/opinion/20190109/454027647336/el-pesimismo-esta-sobrevalorado.html
Claro estamos en medio de una transicion, donde «los viejos modelos no acaban de morir y los nuevos no acaban de implementarse»
El viejo modelo que supuso 30 años dorados, con relaciones multilaterales, se quebro con las relaciones bilaterales del Chinamerica, hasta que ahora ya no funcionan, y se vuelve al teatro del proteccionismo, que esperemos que quede en teatro, porque como bien indica los pasajes de la historia de la epoca de Keynes nos deja bien claro que sucedio y que puede suceder. Es necesario una Europa fuerte y federal, aunque sea mas pequeña, menos y mas unidos.
Sr.Foix: todos los inicios de siglo han sido historicamente muy movidos y este siglo XXI no es una excepción…