Parlamentos y referéndums

Theresa May sufrio una severa derrota en el Parlamento sobre su plan del Brexit. El Parlamento ganó al gobierno.

Una de las paradojas de la exal­tada política británica de estos días es que uno de los argumentos más poderosos que utilizaron los partidarios del Brexit era que el Parlamento tenía que recuperar sus prerrogativas abandonando las normas ajenas a los intereses británicos que estaban en manos de Bru­selas.

Finalmente, va a ser el Parlamento de Westminster el que tenga la última palabra sobre el Brexit, como se demostró en la votación de ayer. El Parlamento dijo que no aceptaba la fórmula negociada por la primera ministra Theresa May, que se encuentra ahora en un difícil trance.

El Parlamento es más soberano que el Gobierno. De hecho, son los Comunes los que eligen al primer o primera ministra, que acude formalmente a palacio para que la reina sancione su encargo de formar y presidir el gabinete. ¿Puede un referéndum pasar por encima de la voluntad mayoritaria representada en el Parlamento? No parece, especialmente en un país con una cultura política secular en la que el debate, las discusiones y las pasiones políti- cas más subidas de tono se dirimen en el rectángulo de Westminster.

David Cameron convocó a los británicos a un referéndum sobre la salida de la UE el 23 de junio del 2016. Lo perdió y, como es casi preceptivo, a las pocas horas de conocerse los resultados habló ante el micrófono instalado en la calle, justo delante del número 10 de Downing Street, aceptando la derrota, dimitiendo y convirtiéndose en una estampa de la historia de los primeros ministros que fueron.

Cameron autorizó la convocatoria del referéndum escocés, lo ganó claramente a favor de la permanencia en el Reino Unido y pensó que los británicos no acabarían despidiéndose de Europa en una consulta que nunca pensó perder. Los referéndums, decía Mitterrand, se hacen para ganarlos. Si no, mejor no hacerlos. En Francia los referéndums sobre Europa han dado grandes sustos a los gobiernos de turno.

El partido conservador es el mayor laboratorio de intrigas e infidelidades de la política ­británica. Es lo que ocurre a los partidos acostumbrados a gobernar.

Theresa May fue la designada para sustituir a Cameron y, a pesar de haber hecho campaña para permanecer en Europa, recogió el guante de los resultados del referéndum y pronunció la frase que le ha perseguido hasta el día de hoy: “Brexit means Brexit”. Si los británicos han decidido irse con un 52% en contra del 48%, dijo, yo voy a liderar este cambio. Estaba tan segura de su momento en la historia que convocó nuevas elecciones y perdió la mayoría hasta el punto de depender de los 10 diputados unionistas de Irlanda del Norte, donde se votó a favor de la permanencia, al igual que Escocia.

Los problemas empezaron en el momento en que el partido conservador no tenía mayoría en el Parlamento y dependía de los diez diputados del Partido Unionista Democrático (DUP) que frenaron la capacidad de maniobra de Theresa May en Westminster, en Bruselas y en las principales capitales europeas.

Se ha empeñado en defender una salida pactada de la UE que ella mantiene pero el Parlamento no acepta. Ha perdido. Tendrá la posibilidad de extender el plazo de salida, que está previsto para el 29 de marzo, plantear un nuevo referéndum o, lo que es más que probable, dimitir o convocar nuevas elecciones para que los británicos hablen al margen de los resultados del referéndum del 2016. May caerá devorada por los suyos.

Los indicadores financieros, económicos y geopolíticos han persuadido a muchos británicos, incluso a los que financiaron y promovieron la salida, de que no sería bueno para los intereses del país el salir de Europa sin tener asegurada una alternativa con alianzas fiables en el continente y en Estados Unidos. Donald Trump está atareado en esconder las supuestas tropelías que cometió de la mano de Vladímir Putin en las elecciones del 2016.

En los regímenes parlamentarios es crucial el control de la Cámara para gobernar sin sobresaltos. El problema más delicado que tiene Pedro Sánchez son precisamente los 84 dipu­tados que los socialistas tienen en el Congreso. Esta precariedad le ha obligado a hacer todo tipo de pactos con las fuerzas que le auparon a la Moncloa echando a Mariano Rajoy en la moción de censura. Sánchez depende de Podemos y de los independentistas catalanes y nacionalistas vascos.

Lo mismo le ocurre a Quim Torra, que no puede ni siquiera ser el interlocutor de Sánchez para la aprobación de los presupuestos. No gobierna porque la mayoría que le invistió está fragmentada y tiene posiciones contradictorias sobre casi todo. Hay el conflicto político con España, con políticos en la cárcel y huidos a Europa, que impide la normalidad política. El juicio lo acapara todo. Pero lo cierto es que el Parlament está en periodo de largas vacaciones. No es bueno.

Publicado en La Vanguardia el 16 de enero de 2019
 

  7 comentarios por “Parlamentos y referéndums

  1. Sr. Foix y compañeros/as del blog : He leido y meditado sobre el talentudo artículo sobre » Parlamentos y Referendums » … de Lluis Foix, junto con las sabias respuestas de Bet, dogbert, José A. Garcia, BartoloméC y sumado todo
    , he llegado a la conclusión de pensar que el ser humano posee en sus genes,
    la capacidad de la bondad y la capacidad de la maldad.

    Unos actuan con extrema codicia y corrupción enriqueciendose millonariamente e inhumanamente indiferentes a la pobreza extrema ó al desequilibrio ó desamparo por falta de ingresos y falta de empleo, ect.

    Mientras otros seres humanos, si que ayudan al prójimo como a ellos mismos, con sacrifició fisico y económico personal propio.

    Mientras unos solo piensan en dialogar, parlamentar y referendums, más ó menos acertados, otros solo piensan en encarcelar e incluso algunos presuntamente, también piensan en matar.

    Asi es el ser humano, pienso.

  2. Tots parlem del que passa als altres paisos europeus. Aixó es bó. Cada cop ens sentim mes agermanats amb els altres socis de la UE i mes sensibles al que pasa a la resta del món.
    Sembla que els anglesos volen separar-se dels socis europeus, viure dins una bombolla de privilegis,i autosuficiència.
    Son molt habils negociant, acaban amb la paciència del contrari, però cada cop tenem més complicat conseguir el que volen.
    Veurem com acaba aquest culebró, però no em preocuparía massa del que pugui passar si finalment es produeix el Brexit.

  3. Dentro de este tunel de provisionalidad e incertidumbre planetaria, ahora el Reino Unido redobla su apuesta por nada (o por todo) y nos da otro susto formal, mientras el poder de verdad el que no se vota sigue tirando de informacion de privilegio, poniendose las botas y riendose del personal a quijada batiente.
    El sistema a mas que colapsado y ahora todo se basa en que no se caiga el trampantojo, mientras preparan otra estafa universal, que volveran a llamar crisis.

  4. La pretensión de un país para aislarse de otros países y así hacer lo que quiera es absurda, más si piensa que podrá seguir sacando ventaja de su posición como si siguiera en el club. El Reino Unido ha dejado de ser el Imperio Británico, ahora depende de los Estados Unidos y de Europa; y están todos unidos por necesidades mutuas. Si quieren prescindir de pactos y cooperación al modo de un pariente rico que no comparte nada con sus familiares no podrán esperar mucha comprensión.

    ¿Han pensado si todo lo que les pasa es culpa de la UE, o ellos también han creado sus problemas? Es fácil culpar a los otros y no ver la viga en el ojo propio.

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