Ernesto Valverde soltó un taco cuando Fekir, del Betis, marcó el primer gol en el minuto 15. El fantasma de San Mamés recorría la grada en la que Leo Messi y Luis Suárez se tragaban el tanto acompañados de sus hijos. Dembélé no podía hacer nada desde su estado de lesión casi permanente. Quedaban Griezmann, Busquets, Piqué, Ter Stegen, Alba, De Jong, Semedo, Lenglet y unos cuantos canteranos. La noche se la llevó por delante el campeón del mundo Griezmann que empató antes de ir al descanso y marcó de nuevo al empezar la segunda parte.
Fue una manera inopinada de que el barcelonismo y la Junta presidida por Bartomeu se olvidaran de la pesadilla de Neymar, su entorno, sus millones y sus pretensiones sin dar la cara. Valverde optó por fiarse de Griezmann, no había otra opción, y dar juego a los chavales formados en la Masia.
La juventud y el talento se pusieron en marcha y Carles Pérez marcó el tercero con una profesionalidad exacta. El campo estaba entregado y Messi y Suárez, desde sus asientos, se divertían con la victoria necesaria. El día será recordado por la salida de Ansu Fati, de 16 años, de Guinea Bissau, cuando faltaban 14 minutos. Jugó correctamente, hizo bien lo que hizo. En la noche del domingo supimos de quién se trataba, escuchamos el entusiasmo de su padre, le vimos emocionado sobre el césped saboreando el momento en solitario. Pasaron un largo reportaje de sus goles juveniles. Si no se tuerce será un genio.
Publicado en Mundo Deportivo el 27 de agosto de 2019