La presidenta electa de la nueva Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen, se propone crear una vicepresidencia que llevará el nombre de Protección del Estilo de Vida Europeo. Es un eufemismo para incluir en las tareas del nuevo comisario, probablemente el griego Margaritis Schinas, que Europa adopte una posición común y eficaz respecto a la inmigración.
Es lamentable que los acuerdos adoptados por unanimidad por la Unión Europea respecto a la distribución de refugiados o inmigrantes no se hayan cumplido. Cuando Angela Merkel abrió las puertas de Alemania el 2015 con la frase de “podemos hacerlo” entraron casi un millón de extranjeros, muchos de ellos sirios, expulsados por la guerra, la persecución, la miseria y el hambre.
El razonamiento de Merkel tenía un componente ético pero su argumentación era de carácter práctico. Los inmigrantes, decía, corregirán la decadente curva demográfica alemana y contribuirán al crecimiento de la riqueza para los alemanes y para los sobrevenidos. Dos argumentos que todavía son ciertos en la mayoría de los países europeos, que están entrando lentamente en el otoño demográfico y cuyas economías luchan para no caer en la recesión.
Aquella decisión de Merkel, valiente y arriesgada, supuso el comienzo del fin de su popularidad incuestionable si se tiene en cuenta que a partir de ese momento el partido xenófobo y de extrema derecha Alternativa para Alemania ha empezado a ganar espacios electorales hasta el punto de obtener resultados que amenazan la estabilidad de varios estados de la antigua RDA. La democracia cristiana de Merkel es la primera fuerza, pero pierde votos en cada elección.
La extrema derecha avanza en toda Europa y gobierna en países como Hungría y Polonia, donde la población inmigrante es insignificante. Se da la paradoja, además, de que el número de migrantes en los dos últimos años ha disminuido y que en el 2018 casi medio millón de solicitantes de asilo o permiso de residencia procedentes de las fronteras exteriores fueron rechazados.
El estilo de vida europeo viene a ser una corrección política para asegurar a una atribulada Europa que se van a controlar las entradas de inmigrantes a través de la Agencia Europea de Guardia de Fronteras y Costas (Frontex), con más medios, más personal y más presupuestos para invertir en los países de origen.
Es una decisión para mantener la cohesión europea y para disuadir a cuantos más inmigrantes posibles de venir a Europa mejor. Es una política defensiva, sin imaginación, fruto de los miedos internos y del avance de los partidos que han puesto en el centro de sus programas el rechazo al extranjero. Es el populismo rampante en cualquiera de sus formas.
Los muros, las puertas, las patrulleras en el Mediterráneo no van a detener la inmigración. Es sintomático que Italia, que todavía recuerda la obsesión xenófoba del exministro Matteo Salvini, se pusiera de acuerdo con Alemania y Francia el lunes para redistribuir a los inmigrantes rescatados en el mar. No son muchos miles, pero sí significan un gesto que sí tiene que ver con el estilo de vida europeo que ha hecho posible, por ahora, más de setenta años de paz, libertades y prosperidad en un continente en el que históricamente lo más natural ha sido la guerra.
Un joven de Helsinki puede tratar, y así ocurre con la excelente experiencia de las becas Erasmus y otros intercambios laborales y culturales, a una joven de Lisboa sin pensar en fronteras ni diferencias étnicas ni barreras nacionales. La dignidad de las personas no puede estar nunca en un segundo plano si se quiere dar sentido a lo que la presidenta de la Comisión denomina el estilo de vida europeo.
Uno de los inspiradores del National Health Service británico, el ministro de Sanidad Aneurin Bevan, un protagonista del Estado de bienestar europeo, escribió al entrar en el gobierno laborista de Clement Attlee en 1945 que “un sistema sanitario gratuito es un ejemplo triunfante de la superioridad de la acción colectiva y de la iniciativa pública aplicada a un segmento de la sociedad en el que se manifiesta la peor cara de los principios comerciales”.
La UE es una realidad difícilmente homologable por su diversidad, pluralidad y antecedentes culturales. Lo que comparte es preservar la convivencia. Evitar la guerra tendría que ser una de sus principales prioridades. No es sólo un estilo, sino una actitud de respeto hacia el diferente, el discrepante y el forastero. Ya no hay naciones homogéneas. Importa preservar la paz, la cultura y la diferencia. Los europeos quieren estar seguros de que en el futuro no habrá aventuras porque ya han experimentado suficientes.
Publicado en La Vanguardia el 25 de septiembre de 2019
La mente de los justos: Por qué la política y la religión dividen a la gente sensata es un libro escrito por el psicólogo social Jonathan Haidt
https://www.youtube.com/watch?v=_jG1CDZkbhc
https://elcultural.com/la-mente-de-los-justos
https://www.letraslibres.com/espana-mexico/revista/entrevista-jonathan-haidt-enfatizar-las-identidades-tribales-es-una-idea-muy-mala-en-una-democracia-diversa
Europa es nuestro territorio, es quien defendera nuestros intereses, ante las potencias de EEUU y China, quien no lo vea lo siento, no esta al dia de geoeconomia. Nos guste o no hay que controlar la entrada a Europa, como hacen en todos los paises, ver Suiza, ver Australia, etc etc
La solución no es tan dificil «en teoria» convertir Ceuta-Melilla y Marruecos en centro de formación, formar alli a los que vienen de Africa, darles una oportunidad de formación, y escoger a los que asuman que deben entrar en Europa teniendo unos minimos conocimientos del lenguaje, normas, leyes, constitución y costumbres. Por otro lado invertir en Africa para que no tengan que dar el salto.
Un detalle curioso: que los más xenófobos sean polacos y húngaros.
No recuerdo bien la geografía de entreguerras (entre la francoprusiana y la II G.Mundial) pero me da que lo que hoy es Polonia era Prusia y Pomerania y que Hungría resumía una historia imperial de lucha contra el turco. Gente antipática y pendenciera.
Igual tiene que ver con eso que ahora se llama «evaluación de riesgo poligénico» y lo llevan puesto en el ADN…
Eso de la «libertad» parece que queda como del lado de acá del meridiano de Greenwich …
(Perdón , estoy un poco espeso esta tarde…)
Eufemismos, retorica, portadas, bostezo, eructo y corrupcion.
Ay Europa Europa…!
Aqui con las hazañas belicas, correfocs, ball de bastons i ja en parlarem a casa.
Y Errejon tocando el violon.
Si entre todos le damos un poquito mas esto quedara en un no_nada.
Tratan a los turistas como borregos y faltaba la estocada Thomas Cook. Procede el decrecer al tiempo que recrece la dignidad del ser humano.
Y Colau presidiendo en la ONU. Del megafono al micro. Habra ido nadando porque la cosa va de cambio climatico.
Y Trump «impechado» y el bocazas ingles con el Order! Order!
Que regreso xD!
Te has olvidado del inefable «joc de les pancartes».
No parece que haya el menor esfuerzo para que pueda recrecer la dignidad del ser humano, al menos no más allá del imperio de cada uno. La ejemplaridad que hemos de soportar nos aboca más bien a la indignidad como fuente de ingresos.
Malos tiempos para que la diversidad sea el vínculo de unión entre los pueblos del mundo. Al fin y al cabo Europa es pequeña respecto al mundo, como España respecto a Europa. Sin embargo ambas niegan la diversidad sellando sus fronteras al exterior y reprimiendo la interior. La Unión Europea debería rebautizarse como la Diversidad Europea, y asumir esta diversidad como un activo a cuidar y no como algo a evitar e incluso (como en el caso español), a aniquilar.
No estoy del todo de acuerdo con lo que dices, al fin y al cabo, lo que se trata de evitar son los grandes conflictos
La mente de los justos Jonathan Haidt En unos tiempos como los actuales, de enorme polarización política, resulta inevitable hacernos una pregunta: ¿por qué no podemos llevarnos bien? Seamos de derechas o de izquierdas, demasiadas veces tenemos la sensación de que nuestro adversario, además de oponerse a nosotros, no entiende en absoluto nuestras posturas y ni siquiera lo intenta. Eso hace que las divisiones sociales se estén consolidando, el debate público se convierta en un griterío y que en su mayoría los ciudadanos crean que sólo ellos están en lo cierto.
Muchas personas, guiadas por razones morales que en realidad no son fruto de la razón, sino de un tribalismo parcialmente innato, son incapaces de entender que tanto los progresistas como los conservadores o los liberales, los creyentes y los ateos, tienen parte de razón; el conicto moral les impide verlo.
Recurriendo a las investigaciones más recientes en campos como la neurociencia, la genética, la psicología social o los procesos evolutivos, La mente de los justos explica por qué los ciudadanos de las sociedades modernas viven divididos por distintas visiones morales de la realidad que, en última instancia, se traducen en tribus políticas aparentemente insalvables. ¿Será posible superar este enfrentamiento entre derechas e izquierdas y aprender a cooperar? Y es, también, una receta racional y moderada para intentar superar ese enfrentamiento y aprender a cooperar.
https://www.youtube.com/watch?v=JkFaM5zZPck&feature=youtu.be
Jonathan Haidt es psicólogo social y profesor de liderazgo ético en la Escuela de Negocios Stern de la Universidad de Nueva York. Su investigación se centra en la moralidad: sus fundamentos emocionales, cómo varía de acuerdo con cuestiones culturales y cómo se transforma.