Uno de los tuits de Joe Biden de esta semana decía: “Necesitamos a un presidente que crea en la ciencia”. El candidato demócrata se refería a las experiencias de automedicación de Donald Trump, que lleva más de tres días tomando un fármaco contra el coronavirus cuyos efectos son inciertos. En el mes de abril ya sugirió que la cura podría alcanzarse con inyecciones de desinfectante aplicando luz solar.
La risotada en la comunidad científica y entre los políticos del mundo entero se convirtió en viral. El país con más premios Nobel de Medicina y con un asesor sanitario, Anthony Fauci, que ha servido a varios titulares en la Casa Blanca tiene un presidente curandero que no cree en la ciencia.
Pero da igual. Él sigue con su discurso al margen de las evidencias, como si las más de 90.000 muertes por el virus en Estados Unidos fueran una fatalidad inevitable. Si tiene a varios colaboradores infectados por el virus, lo más responsable sería que se retirara en cuarentena, como han hecho ya Angela Merkel, Boris Johnson entrando en urgencias de un hospital, al igual que varias ministras del Gobierno Sánchez.
Trump es el síntoma de un modo de hacer política desde la intuición y desde el desconocimiento de los problemas. Los políticos no pueden vivir tan pendientes de las encuestas, las redes sociales o las tertulias de radio y televisión. Y no deben hablar de lo que no saben, que para eso tienen consejeros, asesores y expertos que pueden ofrecerles respuestas más o menos ajustadas a las cuestiones que se plantean.
Gobernar no es solo hacer discursos, aprobar leyes y firmar decretos. Es también comprobar que las disposiciones se cumplan. El modelo retórico de Trump es del todo desaconsejable y peligroso. Pero el dirigismo planificado que Pedro Sánchez está imponiendo en el desconfinamiento asimétrico es inviable porque no hay suficientes policías para controlarlo.
La disciplina demostrada en los 60 días de confinamiento pienso que fue más por miedo colectivo que por civismo. Las imágenes de ayer de aglomeraciones en la playa de la Barceloneta son inevitables si la ciudadanía observa que no hay Guardia Urbana ni policías para velar por el cumplimiento de la ley. Nos puede ocurrir que tampoco creamos en la ciencia y en las recomendaciones sanitarias o, también, que el Gobierno haya entrado en el arriesgado trance de querer legislar sobre todos y cada uno de nuestros actos, cuando estamos ya cansados de tantas reglas cambiantes que llegan a confundir.
Publicado en La Vanguardia el 21 de mayo de 2020
Hola Sr. Foix me parece Vd. una persona entrañable, Le admiro por sus conocimientos y opiniones y le aprecio por su humanidad. Le estoy agradecido por sus dos deliciosos libros La Marinada sempre arriba, y El que la terra m’ha donat.
Ahora, pasando a comentar una parte del tema de hoy, a mi, el Sr.Trump no me parece que sea una persona a la que se le pueda creer lo que dice.
Por tanto, no me creo que se aplique a sí mismo los remedios curativos que predica, y estoy seguro que tampoco cree en ellos.
Lo que hace es decirle a la gente que le votan lo que ya estan dispuestos a creer sobre lo que es posible lograr partiendo de los conocimientos que manejan. Así se sienten reconocidos y valorados como no ignorantes, confortados por la fe en virtudes y éxitos de un pensamiento mágico que a su jefe le funciona tan bien.
Trump puede ser un necio, pero tonto no es. Y no se va a dejar matar con sus «razonables» remedios curativos , pero tampoco va a decepcionar a sus fervientes seguidores quitándoles la ilusión de pensar que él es uno de ellos.
A los que les perjudiquen tales remedios, lo achacarán al act of good o a alguna conspiración de los enemigos de su fe pero no se conocerá el fracaso. A los que no les perjudiquen, encontraran algún elemento favorable que refuerce su autoestima y confianza en su propios conocimientos y libertad.
Todas estas historias referidas a esos sectores de la america que alardea de despreciar e incluso destruir lo que desconoce, me traen a la memoria la lectura del libro La conjura de los necios.
Sin embargo, mi recuerdo es que, con toda la acidez y desgarro que había sus historias, quedaba un poso de ternura hacia sus personajes pues lo unico que pretendian era ir sobreviviendo.
A pesar de la comicidad de algunas situaciones, no es un libro de humor.
El autor, John Kennedy Toole, persona sensible y lúcida (quizas demasiado de ambas cosas para su propio bien), acabó suicidándose antes de publicar su libro.
Saludos
Dijeron:
Pedro Sanchez – O nosotros o el caos
Pueblo – El caos, el caos !!!!!!!
Pedro Sanchez – Es igual, tambien somos nosotros.
Estamos en manos de cretinos y embusteros.
Dicho lo cual, tots plegats fotem una mica de pena. Lo de ayer en la Barceloneta tiene tela.
Funcionamos por cangelo. De civismo res de res.
Sr. Foix : Yes, but no comment. Because Mr. Trump, remembes me, the dramatic and criminal years, of Herr Hitler bepolar mind.
CURANDERISME POLITIC.
1.”President curandero” es aplicable a Donald Trump, el dirigent del país científicament més avançat del món. Curandero: “Persona que usa procediments no verificats per la ciència per curar malalts o alleugerir els símptomes de les malalties” (Diccionari de la Llengua Catalana). La millor fórmula per no estar malalt és la mort. La ciència és imprescindible però la ciència, sense ètica, no és humana.
2. També hi ha un curanderisme polític. Curanderisme: “Pràctica del curandero”. Pedro Sánchez practica el curanderisme com president del Govern espanyol. Sánchez rebutja propostes raonables del president Quim Torra com, entre altres, el confinament total, les masquetes obligatòries… però, setmanes després, ja molt tard, Sánchez fa cas, segons diu la propaganda espanyolista, de la «insolidària» Catalunya.
3. Curanderisme polític també consisteix en que Sánchez no mantingui uns criteris raonables en la seva actuació. Abans d’ahir pactava amb “a”, ahir amb “b”, avui amb “c”, demà ¿amb ”d”?. I l’inevitable Miquel Iceta comença un dels seus ridículs balls en honor del darrer tripijoc pactista de Pedro Sánchez. El senyor Ic eta està molt content del pacte de PSOE/Podemos amb la Ciudadana de Bildu. Tripijoc: “Situació embullada i moguda. Maniobra, activitat poc neta per a aconseguir un objectiu determinat”.
4. La situació creada per Sánchez es molt embullada. Tot indica, però, que només té un criteri. Mantenir-se com “mando único competente” i, des d’aquest comandament, retornar al règim predemocràtic (centralista, provincià, autoritari, militaritzat, monàrquic… ). Laura Borràs (JxCat) li ha dit en la darrera sessió al Congrés: “Vostè no creu en l’estat de les autonomies. Nosaltres tampoc”.
5. El sobiranisme català crea una dinàmica política, cultural, social, cívica… que fa mes bé al progrés, la llibertat, la democracia i la convivència d’Espanya que un federalisme inexistent, un autonomisme fracassat, un centralisme desfasat.