La era Trump terminará el 20 de enero pero el trumpismo seguirá vivo tras la victoria de Joe Biden, el presidente de mayor edad que entrará en la Casa Blanca. El cambio de presidente es más que un recambio de un republicano por un demócrata. La victoria de Biden comporta la recuperación de la tradición política de Estados Unidos a lo largo del siglo XX.
Hay más de 70 millones de norteamericanos que han votado a Trump y no proceden todos de las zonas rurales ni de estados empobrecidos como Ohio, Michigan, Wisconsin, Pensilvania y Arizona. Las dos costas se han teñido del azul demócrata y las zonas centrales siguen coloreadas del rojo republicano. Ha emergido un país dividido transversalmente en el que hay trumpistas y demócratas en proporciones importantes en todos los estados.
Joe Biden lleva años moviéndose en los pasillos del poder en el Congreso y en la Casa Blanca. Sabe las reglas y es consciente del liderazgo de Estados Unidos en el mundo. Donald Trump es un propietario de casinos, campos de golf y hoteles, una estrella de la televisión que ha insultado a políticos de todos los colores y personas discapacitadas, no se conocen sus actas fiscales y ha sido acusado de acoso sexual por un número considerable de mujeres.
Desde el minuto cero de su presidencia dejó claro que América era lo primero y los compromisos internacionales adquiridos por anteriores administraciones no eran prioritarios. Se desentendió de la conferencia de París sobre el cambio climático, enfrió las relaciones de seguridad colectiva con la Alianza Atlántica, despreció las Naciones Unidas, la Organización Mundial del Comercio, practicó una errática política con China, visitó al dictador de Corea del Norte y estableció una extraña relación con la Rusia de Putin.
El país con las más altas credenciales democráticas pasó a ser dirigido por un populista que desconoce la historia y la tradición liberal de Estados Unidos. Europa tiene razones para dar la bienvenida a Joe Biden que ha prometido en campaña que restablecerá los compromisos internacionales y no despreciará a los aliados europeos como ha hecho en varias ocasiones el presidente derrotado.
En los próximos dos meses Donald Trump protagonizará todo tipo de extravagancias. Preparémosnos. No ha reconocido la victoria de su adversario, una de los gestos obligados de cualquier candidato derrotado. Tampoco parece que va a invitar a su sucesor a la Casa Blanca para que el periodo de transición se efectúe con normalidad. Está por ver si acudirá a la ceremonia inaugural de la nueva presidencia en el Wall de Washington el próximo 20 de enero. Da lo mismo. El mecanismo del cambio ya se ha puesto en mrcha y el presidente electo estará acompañado de Kamala Harris, la primera mujer que ocupa la vicepresidencia de Estados Unidos.
La soberbia es mala compañera en la vida pero si la persona más poderosa del mundo se comporta como un ser superior que no tiene que rendir cuentas a nadie, las consecuencias han de ser necesariamente negativas y caóticas.
Joe Biden tendrá que coser los desgarros producidos en estos años en la sociedad americana y restablecer la confianza y las alianzas que siempre han estado lideradas por Estados Unidos pero que, inexplicablemente, Donald Trump se dio de baja de forma absurda.
El negacionismo de Donald Trump ha convencido a millones de sus seguidores que el coronavirus se podía combatir con una fuerte voluntad y lanzando acusaciones sobre los que hacían caso a las recomendaciones sanitarias como, por ejemplo, utilizar las mascarillas o evitar las concentraciones.
Biden ha obtenido el mayor número de votos en unas presidenciales. Pero no ha conseguido una mayoría en el Senado y el partido demócrata ha perdido fuerza en la Cámara a pesar de mantener la mayoría.
Se abre un periodo de cambio muy positivo pero restañar las heridas en la sociedad americana es tarea de gigantes. Mientras tanto, el coronavirus golpea fuertemente con cientos de muertos cada día y liderando el número de contagiados en el mundo. Joe Biden tendrá que ocuparse de una pandemia que atemoriza a la mayoría de norteamericanos y que Trump no se la tomaba en serio.
Sr.Foix: tenemos un nivelazo político mundial para enmarcarlo…
El mio:
http://www.elinconformistadigital.com/2020/11/09/joe-biden-presidente-de-los-estados-unidos-por-francesc-sanchez/
Saludos
Sr. Foix : » Biden derrota a Trump, pero no al trumpismo » … ó mejor dicho, …. al NAZISMO.
Porque se trata de eso. Pues igual que el nazismo, … influye y actua en las mentes primarias e infantiles, que escuchan solamente, todo lo que ya quieren oir decir. Aunque sean mentiras. Que esas mentes citadas interpretan mágicas y verdaderas,…como si fuera la mágia de los juguetes que nos traeran los reyes magos ó el Papa Noel.
La mente humana es asi. Existen millones de gentes mayores de edad, que aun conservan la mente infantil primaria y sus consecuencias de actos graves y crueles, a veces.
P.D. Vease a la Monarquia Británica. No comment.
Hola Luis,
Excelente comentario, es un analisis bien cosntruido de los hechos, pero, como dices en tu titulo, «…no al trumpismo».
Entonces, un analisis, que yo NO sabria hacer es:
a.- ¿Porqué tras esos cuatro años de Trump, muchos millones de personas siguen votando a Trump?.
b.- ¿Porque los populismos llegan, como una casualidad o no, pero luego permanecen?.
Buen y soleado domingo desde La Segarra.
Sr. Foix : 2 frases de Trump, que lo retratan y definen su estado mental bipolar impulsivo, Furer creido.
» America first » … y … » We need to fight back » …( refiriendose a las elecciones.
Un 10. Muy buen artículo. Para enmarcarlo.
Saludos
Ahora Biden se dirige a la nación con un discurso para coser heridas y unir el país en contra de la pandemia y la recuperación económica. Quiere ser el presidente de todos los americanos.
El trumpismo ha sido alimentado (tambien) por los medios de comunicacion y las redes que ahora saltan del barco que se hunde.
Setenta millones de norteamericanos han votado a trump. Poca broma.
El sistema formal no saldra reforzado, el sistema en la sombra si, porque gusta de la incertidumbre, de la division y del totum revolotum.
Inestabilidad e intemperie para largo con un planeta enfermo y una ciudadania asustada.
Y por aqui ballan la sardana.