La diplomacia rusa defiende sus intereses. Como la de todos los países en todos los tiempos. La visita de Josep Borrell a Moscú iba cargada de pólvora para protestar por el encarcelamiento del disidente Navalny que fue envenenado hace unos meses, acudió a Alemania para ser desintoxicado y al regresar a Moscú fue encarcelado con un juicio sin garantías que le condenó a más de tres años de cárcel. No iba Borrell en nombre de España sino de toda la UE pero su colega ruso, Lavrov, le contestó en clave española, muy concretamente clave catalana.
Miles de personas se han manifestado en más de cincuenta ciudades rusas contra la detención de Navalny. Más de dos mil manifestantes han sido detenidos. La denuncia a las arbitrariedades de Putin no es tolerada en Rusia. Borrell trasladaba las inquietudes de la UE sobre el trato a Navalny al regresar a Rusia después de ser envenenado y su colega Lavrov le contestó con Catalunya, el proceso, los políticos presos y las tensas relaciones con Europa.
La respuesta de Lavrov está escrita en los manuales que tienen su origen en Andrei Gromyk, el incombustible ministros de Asuntos Exteriores soviético, que en plena guerra fría sabía responder a cada reproche buscando algo que hubiera sucedido en un país occidental y que se pareciera con lo que ocurría en la Unión Soviética.
El independentismo ha pretendido internacionalizar el conflicto. Con resultados, hasta ahora, mediocres. Que Rusia defienda la causa del independentismo catalán creo que no es un éxito sino una forma de ser instrumentalizado por los intereses de terceros. He seguido estos días el canal Russia Today, un órgano de propaganda ruso que es accesible a cualquier ciudadano español, que ha informado y ha opinado claramente a favor del independentismo catalán. Para defenderse y para exponer el punto de vista ruso sobre cualquier tema.
El viernes salía muy mal parado Josep Borrell. En enero de 2019 Carles Puigdemont ofrecía una entrevista al diario Komsomólskaya Pravda, en la que presagiaba “unas relaciones estrechas y amistosas con Rusia” cuando Catalunya fuera un Estado. También lamentaba la reacción de la UE “ante una situación que ha llevado a los líderes independentistas catalanes a la cárcel y al extranjero”. Un día se sabrán algunos detalles de las relaciones del presidente de Waterloo y la Rusia de Putin.
En el tablero del ajedrez mundial todo Estado juega sus propias cartas. Pero muchas están marcadas. Las barbaridades perpetradas por los servicios de inteligencia soviéticos o los norteamericanos en la guerra fría no se conocen porque nos avergonzarían a todos.
Los aplausos a Lavrov por parte del independentismo son precipitados. No saben con quien se juegan los cuartos. Lo peor en la política internacional de los países pequeños es ser instrumentalizados sin tener conciencia de ello. Comparar lo que ocurre con Navalny en Rusia con los políticos presos en España es un argumento recurrente que no sirve de nada. A no ser que el independentismo catalán haya optado por aliarse con el Kremlin separándose de la Europa a la que pertenecemos cultural y políticamente.
Los líderes independentistas no han sido condenados por sus ideas sino por sus actos vulnerando las leyes que ellos sabían que tenían consecuencias penales. Es mal negocio acogerse a la protección de la democracia autoritaria de Putin.
Muy de acuerdo con el Sr. Foix, mal negocio para el independentismo mirar hacia Rusia, sobre todo porque es un movimiento pacífico que ha hecho de la no violencia una bandera y tiene que seguir en esa línea, sin amistades peligrosas.
No olvidemos que para desarmar los argumentos de una justicia política española (que actúa estilo más mafioso de la guerra fría) al servicio del nacionalismo español más rancio son suficientes las actuaciones de la justicia de países democráticos como Alemania, Gran Bretaña, Bélgica y Suiza respecto a los exiliados.
Si los presos políticos de ahora estuvieran viviendo en la Europa democrática no estarían injustamente encarcelados. No hace falta buscar la mosca en la sopa, tenemos un elefante enorme en el medio de este jardín en el que se ha metido el estado español. Borrell no ha podido «desinfectar Catalunya», y en Europa no puede esconder su talante.
Porque aquí y en cualquier democracia que se precie, la justicia no condena a más de 10 años de prisión a unos activistas que convocan manifestaciones pacíficas en las que la consecuencia más grave fue un coche abollado.
Si l’aval ens ha de venir de russia i el finançament de xina, jo passo
No nos perdamos en la anécdota: lo de Lavrov a Borrell es como el chiste del dentista: le estaba diciendo que, si les dejan en paz con lo de Navalny, ellos no meterán las narices en Catalunya. O sea, que la UE se ventile sus asuntos como quiera. Y para el independentismo catalán, es un pésimo negocio que Rusia parezca (solo parezca) simpatizar con él.
El primero que no sabe con quien se juega los cuartos es Josep Borrell. Es un hombre acabado.
Es otra incógnita como el Parlamento Europeo mantiene en el cargo a esta persona.
¿Cómo verán esto en Washington? No lo sé, pero en España hay varias bases de los EE.UU.
Sr- Foix: Tot plegat, ens demostra que, en resum … som uns idiotes…( en grec )… en aquts cas, demanar la independencia d’Espanya, es una utopia, que Doncs demostra, ben a les clares, falta de seny i de sentit comu, de la realitat. Doncs amb Rusia, Estats Units, El Reine Unit., ect. no es juga a independencies, perque certament, no son pas, Espanya, ni tampoc la bobalicona Catalunya. De fet es anar contra natura.
Me ha gustado la cita a Russia Today. Lo recomiendo. Tot ajuda Sr. Foix!