Misterios de la vida inglesa

La entrevista de Oprah Winfrey con los duques de Sussex, Enrique y Meghan Markle, ha causado un gran terremoto en la familia real británica.

Uno de los misterios de la vida inglesa es cómo puede hacer compatible la aceptación casi reverencial de la monarquía, y muy especial ahora por la reina Isabel, con los despiadados ataques a los miembros de la casa real cuando caen en el punto de mira de la prensa amarilla y de los dardos anónimos y con frecuencia falsos que circulan por las redes.

La relación de la monarquía con el pueblo británico se ha caracterizado por las emociones cargadas de patriotismo, intrigas palaciegas, ruptura de los cánones de comportamiento de sus miembros o cualquier actividad que rompa las normas invisibles pero rígidas sobre lo que puede o no puede hacer cualquier persona amparada por el amplio concepto de familia real.

Dos horas de conversación pausada entre dos miembros despechados de la realeza y la periodista Oprah Winfrey, incisiva y detallista, que emitió la charla en la CBS en hora punta de Estados Unidos, han sacudido las paredes del palacio de Buckingham con sus tapices, cuadros, salones y cortinajes. El príncipe Enrique y Meghan Markle, duquesa de Sussex, se retiraron de sus obligaciones como miembros representativos de la familia real para vivir juntos en América del Norte sin depender financieramente de los presupuestos de palacio.

En esta explosiva entrevista han explicado el porqué de su arriesgada pero muy meditada decisión. La prensa amarilla ha reaccionado con rabia al ser señalada como una de las responsables de airear las intimidades y la soledad de una pareja que contenía sus emociones para no dañar el prestigio de la institución. La reina, 94 años, no es el blanco de los ataques. Tanto es así que hace unos días la duquesa la llamó interesándose por la salud del duque de Edimburgo, 99 años, que había sido ingresado en el hospital. Pero recibe duramente el príncipe Carlos, el eterno heredero, que no respondía a las llamadas de su hijo tras anunciar la emancipación.

La duquesa tenía escondido el pasaporte, el permiso de conducir y las llaves. Se lamenta que nadie le enseñó las mínimas normas de comportamiento en aquel ambiente de rígidas reglas y dice que en palacio se le preguntó de qué color sería la piel de su hijo. Pensó en suicidarse durante su embarazo.

El impacto de esta entrevista puede ser mayor que el de la que lady Diana concedió a la BBC hace más de veinte años cuando dijo que “éramos tres en el matrimonio y era un poco tumultuoso”. Fue el principio del fin de la Princesa del Pueblo . El divorcio llegó enseguida y la muerte en accidente bajo un puente de París es de todos conocida.

La monarquía británica sobrevive a pesar de los escándalos que protagonizan sus miembros. El más notorio fue la abdicación del tío de Isabel II, Eduardo VIII, que prefirió casarse con Wallis Simpson a seguir siendo rey de Inglaterra a los pocos meses de subir al trono en 1936. Esa fue la versión oficial. Quien esté familiarizado con la serie The Crown y la historiografía reciente habrá advertido los flirteos del entonces rey con la Alemania nazi. Se establecieron en Francia como duques de Windsor y en 1937 se pasearon por Alemania y fueron fotografiados con Hitler. Hay mucha literatura sobre la corriente política y social de la Inglaterra de los años treinta que quería pactar con el nazismo para no entrar de nuevo en una guerra. Cuando el primer ministro Chamberlain fue a Munich en 1938 y regresó satisfecho por haber asegurado la paz, Churchill le dijo: “Ha ido usted a Munich para salvar el honor y evitar la guerra y perderá el honor y tendrá la guerra”. Así fue.

El sentido del deber de los Windsor no permite que nadie se salga del papel en la comedia que tiene que representar. Y si lo hace, que no llegue a la opinión pública. Y así, simulando pompa y circunstancia por todas partes, no se vislumbra en el horizonte una república inglesa porque la monarquía es la piedra angular del sistema democrático y de las tradiciones de un país que tiene el instinto de conservar lo que funciona.

Publicado en La Vanguardia el 10 de marzo de 2021

  9 comentarios por “Misterios de la vida inglesa

  1. Sr.Foix: la monarquia inglesa acaba de inaugurar su Sálvame de Luxe…no les arriendo las ganancias…

  2. Sr. Foix, en todos sus artículos siempre encuentro una frase que me llama la atención.
    … es un país que tiene el instinto de conservar lo que funciona.
    Nuestro país, o no tiene ese instinto o no tenemos gran cosa que conservar.

  3. Al fin y al cabo no deja de ser una familia como otra cualquiera. Tienen una enorme riqueza y muchos privilegios, también servidumbres. Pero toda esa pompa, el desmesurado palacio es antiguo, y falso por aparente. En The Crown se observan las incoherencias, igual que en otra serie: Victoria. Sí lo británicos quieren a su monarquía, está bien. En el Reino Unido existió un partido quasi fascista antes de la II Guerra Mundial, y Churchill tuvo que batallar contra los que se oponían a continuar la guerra contra Alemania, le ayudo el padre de Isabel II.

  4. No ho sé, no ho sé, Sr. Foix. Si ens passem la vida deixant constància de lo molt que han canviat les coses en tot el planeta i en totes les branques de la societat, parlar de les monarquies, al meu entendre, és com quelcom carrincló i demodé. Per molt que parlem del prestigi de la corona anglesa, els fets no casen amb les circumstàncies. I avui, Buckingham, pels pròpis anglesos, ja no és el dels anys quaranta. De la espanyola ja no cal ni malgastar lletres.
    Salutacions.-

  5. Estos articulos anglofilos de nuestro anfitrion estan la mar de be, distreuen, una mica grogencs, pero be.
    Personalmente prefiero los de su linea agro-pastoril. Son mas autenticos en su motivacion.
    Sin embargo el Sr. Foix se crece aun mas cuando toca la cosa socio politica del nostre petit pais o de las españas. Hay tela que cortar y casi diria que hay que coger las tijeras de podar.
    La politica deberia de pasar directamente a las paginas de sucesos y/o de espectaculos (malos).
    Hoy tenemos una buena racion de despropositos, partitocracia ciega y abandono de la realidad por parte de quienes gobiernan.

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