La novedad más interesante de la política catalana es estar gobernada por delegación, pendiente de dos pantallas situadas fuera del Parlament, que mueven las piezas clave desde Waterloo o desde Lledoners. No es ningún secreto que en la visita guiada que efectuaba el president Quim Torra por las dependencias de la Generalitat se detenía en una pequeña estancia en la que casi a diario hablaba de forma telemática con su antecesor, Carles Puigdemont, que podía encontrarse en Bélgica, en el sur de Francia o en cualquier otro lugar más allá de la frontera.
Intercambiaban puntos de vista sobre los azarosos días de la presidencia de Torra, de las cuestiones de gobierno y de las estrategias que seguir. Catalunya ha estado gobernada con el mando a distancia desde Waterloo en aquellos puntos principales sobre el presente y futuro del país.
Este modo de gobernanza tenía el contrapeso de Oriol Junqueras, que desde la cárcel de Lledoners o en las conversaciones y encuentros con Pere Aragonès cuando gozaba del tercer grado penitenciario despachaba sobre las líneas que seguir durante la campaña electoral del 14 de febrero y la estrategia por concretar después de la victoria de ERC en las filas del independentismo. La diferencia fue solo de un escaño, pero el partido de Junqueras ganó por primera vez a los neoconvergentes, que quedaron en tercer lugar después de los socialistas de Salvador Illa y los republicanos de Pere Aragonès.
Desde estas dos pantallas reales o figuradas se ha mandado por delegación desde las elecciones del 2017 y ahora sigue ocurriendo lo mismo para el debate de investidura y para la eventual formación de gobierno. Salvando todas las distancias se puede establecer una cierta semejanza con el cargo que ocupaba Miquel Roca en 1986 y que llevaba el título de secretario por delegación de CiU.
La escenificación del debate de investidura y las futuras negociaciones para formar gobierno tendrán unos protagonistas que harán los discursos, hablarán para los medios y votarán disciplinadamente en el Parlament. Pero lo anómalo es que Pere Aragonès, Albert Batet y Laura Borràs no tienen autonomía para decidir por sí mismos. En la presidencia Torra la pantalla con Waterloo estaba en la Generalitat y ahora debe colgar en algún despacho del Parlament al que tiene acceso la presidenta.
En el caso de ERC no sé si hay pantalla física con Lledoners, pero la videoconferencia se puede establecer con cualquier punto cercano o distante. Los de la CUP, en debate permanente, no precisan pantalla porque condicionan y determinan la política catalana desde que obligaron a Artur Mas a dar un paso al lado enviándolo a la papelera de la historia.
La fractura del independentismo la expresaba el nada sospechoso Quico Sallés en el programa de Cuní la semana pasada: “Tenían que hacer una república y no saben hacer ni un gobierno”. Se comprende la complejidad de la situación con medio gobierno salido de las urnas del 2017 en la cárcel o en el extranjero. Pero la historia no es estática y el país tiene que ser gobernado para el conjunto de ciudadanos que tienen preocupaciones muy acuciantes al margen de la legítima ambición de los políticos. Precipitar otras elecciones sería una grave irresponsabilidad de los que mandan a distancia desde las dos pantallas auditoras.
¿Tanto cuesta formar un gobierno desde el independentismo, un gobierno que tuviera en cuenta también la otra mitad de catalanes? JxCat y la CUP optan por la confrontación abierta y la presidenta del Parlament ha dicho en su toma de posesión que “va a mantener la inviolabilidad del Parlament, su independencia, no permitiendo injerencias del ejecutivo ni del judicial”. Para Borràs, la separación de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial de Montesquieu, piedra angular de la democracia representativa, no regirá en una Cámara que debe respetar la ley.
Junqueras no quiere obedecer a Puigdemont con su Consell per la República que no viene de las urnas y que es un juguete para ejercer el poder, o para seguir siendo los amos de la finca, sin haber ganado las elecciones. Tampoco ERC quiere promover una alianza de izquierdas con el PSC y los comunes, con la desactivación de la CUP como fuerza que inspira el discurso independentista más radical, más antieuropeo y más antimercado.
La historia del país tiene un fuerte componente pactista, como ha estudiado y elaborado Jaume Vicens Vives, que tanto influyó en el pensamiento de Pujol en los años primerizos de sus mandatos y en la política catalana en general. Pero los pactos no se pueden alcanzar sin derribar los muros ideológicos y sentimentales que impiden un entendimiento de mínimos en lo que se puede considerar la centralidad del país.
Si el próximo gobierno es la continuidad del anterior, con otras caras y distintos estilos, pero dirigidos a distancia por pantallas que lanzan mensajes contradictorios, lo más probable es que cunda el desánimo y la desconfianza en una clase política que nos representa pero que no atiende a las consecuencias de la crisis social y sanitaria que afecta a la mayoría, también a los independentistas. No es hora de discursos sobre lo que queremos ser, sino de responsabilidades para gestionar y administrar lo que somos.
Publicado en La Vanguardia el 31 de marzo de 2021
Sr. Foix : El ser humano pienso que en su genética, lleva el máximo bien y el máximo mal. Independientemente del origen racial y linguistico al que pertenezca.
En resumen … solo somos seres humanos , con las mismas virtudes y los mismos defecctos. llevamos en nustro ADN, le herencia del mayor bien y del mayor mal. Y muchas veces, SOMOS IDIOTAS y nos comportamos, como tales.
Vease Cataluña, España ó cualquier nación del mundo entero.
Pienso que los políticos en general cobran y ganan demasiado, por el trabajo, que no hacen nada bien.
Por José Miguel Contreras: «El día que el independentismo catalán acepte bajarse de la bicicleta estática y decida subirse a un buen coche eléctrico compartido con sus compatriotas va a descubrir lo rápido que se puede avanzar en el progreso de un territorio que no merece lo que le ha tocado vivir.»
Nuestro anfitrion es muy osado al escribir, que esta clase politica «nos respresenta». Pues no Sr. Foix a mi esta desclase politica no me prepresenta para nada.
Les falta categoria y les sobra tonteria.
Después que no se quejen si Catalunya va perdiendo fuelle, aquí se ha destruido la confianza en todos los políticos, muchos quieren mandar y encima desde diferentes lugares , con diferentes exigencias(p ej, la CUP pedía controlar a los Mossos)..Ya dijimos aquí, que las elecciones no servirían de nada, todo quedaría igual de complicado, estamos en el mismo laberinto que nos dejo Mas y después con el veto del 2016 de la CUP, así estamos desde hace unos 5 años. Al final la mejor solución será imitar a Italia y sus tecnócratas, para que hagan las reformas estructurales en Esp y en Cat, con un Bunsderat y unos landers similares a los de Alemania, para que acabe con toda esta sin razón por ambas partes.
Estic d’acord amb el seu article en termes generals. Nomès un apunt quan declara que la presidenta del Parlament no respectarà la separació de Poders de Montesquieu. Bé, crec que fou Alfonso Guerra que l’any 1985 ja va declarar la mort d’aquest pensador. I tanmateix cal recordar que no fa massa dies el Congrès dels Diputats va haver de demanar via la seva presidenta «respecte» per la seva funció legislativa davant el CGPJ per ingerències inaacceptables. Vegi’s https://www.lavanguardia.com/politica/20210202/6216931/congreso-pies-judicial.html
En conclusió, que la separació de poders no existeix fa temps que ho sabem tots i no és res exclusiu de la política catalana, independentista o no. No ens rasguem ara les vestidures per això….i defensar la involabilitat del Parlament i la seva independència sense injerències crec que tampoc permet concloure que no es vol respectar els principis de la democràcia representativa.
Como miembro de la otra mitad, No quiero que me gobiernen, solo que administren con la decencia que les falta hasta ahora.