Los alemanes están convocados a las urnas para renovar el Bundestag el 26 de septiembre y las dos vueltas de las presidenciales francesas serán en abril y mayo del 2022. Angela Merkel se va y Emmanuel Macron, un líder sin partido que derrotó a Marine Le Pen en el 2017, volverá a medirse en segunda vuelta, según los sondeos, con la misma líder de la extrema derecha. La hija de Jean-Marie Le Pen se ha desprendido del nombre del Frente Nacional que acuñó su padre y se presenta ahora con la denominación Agrupación Nacional y con algunos retoques ideológicos presumiendo de ser el partido de los obreros de Francia.
Todas las elecciones son importantes, pero los resultados de Alemania y Francia en los próximos doce meses marcarán las corrientes de fondo que surcan la política europea, tras las consecuencias económicas y sociales de la pandemia y después de los debates alrededor de los movimientos migratorios.
Una vez consumado el Brexit, el núcleo central de la Unión Europea será lo que se determine en París y Berlín. Son los dos países que pueden garantizar, entre otras muchas cosas, la fortaleza y continuidad del euro y los que recuperen la efectividad del libre movimiento de personas en el llamado espacio Schengen. Italia, los Países Bajos y Bélgica son piezas de apoyo imprescindibles pero no determinantes.
Los escandinavos van a su aire pero sin salirse del espacio central europeo mientras que cuatro de los estados de Europa central y del Este –Hungría, Polonia, Chequia y Eslovaquia– pretenden cada uno a su manera desvirtuar los tratados de la Unión. Los tres países bálticos se aferran a Bruselas como garantía para frenar la tentación, siempre próxima, de ser nuevamente absorbidos por la Rusia de Putin, que en su intento de recuperar el imperio perdido dio un zarpazo a Crimea en el 2014 y alimenta la disidencia rusa en las dos provincias orientales del Donbass ucraniano.
España es la cuarta potencia en peso económico y político de la UE y uno de los principales receptores de los fondos de recuperación de la llamada Next Generation, que podrían ser decisivos para la modernización económica y estructural de nuestro país.
En este sentido son importantes las elecciones en Alemania y Francia porque no hay que descartar la posibilidad de que haya no solo un cambio de canciller y de presidente sino también nuevos partidos con nuevas ideas en Berlín y París. Los sondeos en Alemania, a cuatro meses de los comicios, indican que otra mujer, Annalena Baerbock, podría suceder a Merkel al frente de los Verdes, que, aliados con los socialdemócratas y los liberales, mandarían a la CDU/CSU a la oposición. Esto está por ver.
La Agrupación Nacional de Marine Le Pen va por delante en los sondeos aunque será difícil que consiga vencer en la segunda vuelta, en que en el 2017 fue derrotada por Macron y su padre lo fue por Chirac en el 2002. Pero no hay que descartar ninguna eventualidad.
En este contexto pienso que el Gobierno de coalición presidido por Pedro Sánchez, si quiere sobrevivir hasta el 2023, tiene que tener una mayor sintonía con Bruselas y también con los gobiernos que surjan en Alemania y Francia en los próximos meses. Europa se mira a sí misma y nos mira para ayudarnos a salir de la crisis real que vivimos, pero a cambio impondrá un mínimo de condiciones porque 140.000 millones de euros no se entregan para salvar un gobierno sino para acometer las reformas que el país necesita para ser más competitivo en una era nueva.
Los tics antieuropeos en el seno de la coalición de gobierno de Pedro Sánchez nos pueden costar un disgusto a todos. Es sintomático también que en el pacto para formar gobierno en Catalunya se haya hablado más del reparto de cargos que del reto que tenemos para adaptarnos a las exigencias europeas y recibir los correspondientes fondos de cooperación. Si la UE descarrilara, podríamos volver a las andadas.
Publicado en La Vanguardia el 19 de mayo de 2021
Yo creo Sr. Foix que no hemos salido de las mal_andadas.
No dejan ampliar el aeropuerto de Barcelona para preservar el buen vivir de las aves de los alrededores de lo que ya podriamos llamar aerodromo y suponemos que para que els pollastres del Prat vayan desarrollando el azul de sus patitas.
Lo del Pati dels Tarongers es un no parar. No parar de no dar golpe y de malmeter. Little_man se las vera y deseara. De entrada a Elsa no le mola la conselleria.
Y en las españas, un aquelarre triste y vergonzoso en las plazas de soberania (kgate lorito) del norte de Africa.
Berlanga se pondria tibio y Rubianes tambien y tanta gente que nos ha dejado con todo a medio hacer y lo medio hecho tan mal que no se puede mas.
Y Europà, ay! Europa con la Ursulina y el Borrell…. valgame Dios.