El liberalismo conservador inaugurado por Margaret Thatcher y Ronald Reagan al comienzo de los años ochenta fue una revolución que cambió los parámetros económicos y políticos de las democracias liberales. Y no solo eso sino que también fue incorporado a los cánones económicos en muchas autocracias y dictaduras. En los dos casos la libertad ha salido perjudicada y ya no es un concepto imprescindible para la paz y la seguridad de los pueblos.
La seguridad, el éxito y el crecimiento pueden conseguirse sin garantizar la libertad. Esta es una de las tesis del interesante ensayo de José María Lassalle, El liberalismo herido (Arpa) en el que plantea la expansión del populismo globalizado mientras crece la nostalgia autoritaria en las democracias. Dice Lassalle que “la clave de esta creencia que resucita el autoritarismo en cualquiera de sus versiones parte de una premisa común, economicista y técnica a la vez: los intereses del poder en el siglo XXI ya no deben alinearse con la ciudadanía sino con la eficiencia sistémica del mercado”.
Estos días se cumple el centenario de la fundación del partido comunista chino que ha protagonizado la historia del país a lo largo del último siglo. En estos momentos hay 92 millones de miembros del partido que controlan política e ideológicamente el país más poblado de la Tierra. China es un país viejo, antiguo, que no ha cambiado sustancialmente de fronteras desde hace más de veinte siglos y que está poblado mayoritariamente por la etnia han. El centralismo es absoluto. El Tibet es intocable, los 21millones de uigures musulmanes son perseguidos y Hong Kong está siendo integrado a la fuerza sin respetar los compromisos adquiridos con Gran Bretaña al abandonar aquella colonia. Las minorías son maltratadas y, si protestan, se las persigue y encarcela.
El siglo pasado fue muy doloroso para los chinos que derrocaron la última dinastía, instauraron la república, vivieron la invasión japonesa, la guerra civil y la instauración de la república popular maoísta que se proclamó el primero de octubre de 1949 en Pekín. Luego vino el gran salto adelante, la revolución cultural, muchas purgas y muertes, hasta la llegada de Deng Xiaoping que es el fundador de la China moderna que se basa en el control de todo el poder por el partido comunista y, a la vez y sorprendentemente, con criterios del capitalismo práctico.
Se da la paradoja de que China es el segundo país, después de Estados Unidos, con más millonarios. En 2012 Xi Jiping fue elegido líder del partido comunista sustituyendo al anciano Hu Jintao. Sin encuestas ni campañas puso en marcha el capitalismo de estado y se aseguró la permanencia en el poder después de que en la Asamblea del partido se eliminara la cláusula de dos mandatos. Puede prolongar su liderazgo por tiempo indefinido. Xi Jiping ha seguido con la obsesión de todos los dirigentes chinos desde Deng Xiaoping de combinar el crecimiento económico con la estabilidad política que consiste en un control absoluto del partido comunista.
La ambigüedad de fomentar un capitalismo rampante, con la corrupción propia de todos los sistemas democráticos, y a su vez trabajar políticamente con la rigidez de un partido fundado en 1921 es uno de los secretos que explican el espectacular crecimiento de un país que es la segunda potencia del mundo.
En las ocasiones que he visitado Pekín recuerdo los primeros de octubre, aniversario de la República Popular fundada por Mao Zedong, las desfiladas de miles de chinos ante retratos gigantescos de Lenin, Engels, Stalin y Marx. Desfilaban los soldados, los jóvenes y las gentes que circulaban mayoritariamente en bicicleta. Se pensaba que el pasado podía convivir con el presente y orientar el futuro.
La prueba de que el capitalismo autoritario puede ser un éxito sin libertad es la experiencia china. Esta es una de las claves que explican la expansión comercial y la potencia militar de un país que compite con Estados Unidos y con Europa en todos los frentes.
La idea de que la democracia y la libertad eran la máxima garantía de progreso y avances sociales está siendo revisada al contemplar cómo sistemas autoritarios pero con mucha disciplina social están consiguiendo objetivos de crecimiento muy espectaculares y, a la vez, se dotan de un cuerpo académico y técnico que les permite competir con los países más avanzados en el campo de la tecnología y el comercio.
Siempre sostuve que China no podría mantener el control del partido comunista en una sociedad del conocimiento avanzada y competitiva. Hasta ahora lo ha conseguido. Y lo que es más significativo es el estímulo iliberal que se produce en las democracias clásicas.
China lucha para ser lider en viajes espaciales, nuevas tecnologias, nuevos materiales, nuevas energias, computación cuántica, biotecnologias….hemos pasado de ser copiados a tenerlos que copiar en un futuro muy próximo,
Com va dir Napoleó:
«Quan la Xina desperti el món tremolarà.»
Ja fa temps que hi som.
En otras palabras,
Si el modelo de éxito a seguir es China y la reacción es Trump la falta de un modelo alternativo nos llevará por inercia cada vez más a una pérdida de decisiones políticas y económicas, por irrelevancia.
Saludos
De acuerdo Lluís,
Menos en esto último:
«Y lo que es más significativo es el estímulo iliberal que se produce en las democracias clásicas.»
Si hablamos de la nueva derecha trumpista y derivaciones, «el llamado iliberalismo», en mi opinión es algo genuinamente occidental como una reacción a una globalización económica y en contra también de una globalización política en contra precisamente de China.
En cuanto a la exportación del capitalismo sin democracia mi impresión es que es algo a lo que progresivamente podemos ir andando sin percatarnos siquiera. Pero no tanto por «iliberaismo» si no precisamente por las fuerzas centrifugas de la globalización económica.
Saludos cordiales
Y mientras tanto el homenet dos horas y media en la moncloa, apoyo del guaperas total a la sede olimpica del 2030 para LLeida y cuando llegue septiembre (ya lo decia Bobby Darin) ja en tornarem a parlar. Ojo! la tercera semana de septiembre no fuera caso que coincidiera con el aplec anual de la diada.
Marededeu!
Nuestro anfitrion da como inherente a la democracia, la corrupcion. Si.
A tiempo cita a Thatcher y a Reagan. Nefastos. Lo peor.
Ni demoscopias ni encuestas. Muy bien! tonterias las menos.
Capitalismo de estado i endavant!
Los chinos se nos comeran Sr. Foix.