Cada nación tiene su propio centro íntimo de felicidad, de la misma manera que cada esfera cuenta con su propio centro de gravedad. Esta reflexión de Isaiah Berlin, un gran estudioso de los nacionalismos y de las libertades democráticas, viene muy a cuento a raíz de las pasiones patrióticas que generan las eliminatorias de la Eurocopa de fútbol que se han celebrado hasta ahora en escenarios tan diversos como Londres, Sevilla, San Petersburgo, Bakú, Amsterdam, Budapest, Copenhague, Glasgow, Roma, Munich y Bucarest.
Qué gran alivio es comprobar cómo los viejos odios y rencores que atraviesan la vieja historia europea se canalizan ahora a través de cientos de aficionados que cantan, beben, se pintan la cara con la bandera nacional, ríen si ganan y lloran si pierden, junto a símbolos tan prosaicos como once jugadores que sudan, sufren y exhiben sus habilidades por los estadios de las ciudades anfitrionas en este verano de temperaturas desérticas.
Que los orgullos nacionales europeos se diriman en los escenarios del gran deporte de masas que es el fútbol y no con las armas que han asolado tantas veces las tierras y ciudades del continente a lo largo de los siglos es un gran logro de la civilización.
La victoria de Inglaterra sobre Alemania en Wembley exhibía ese centro íntimo de felicidad de un país que, a pesar de haber inventado el fútbol, está muy por debajo de los triunfos alemanes en las competiciones internacionales. Desde el Mundial de 1966 los ingleses no habían tenido ocasión de batir a los alemanes en Wembley.
Nadie hablaba de revanchas en el campo militar, económico o político, pero muchos pensaban en ellas. El Brexit también jugaba en Wembley. Portugal, la actual campeona, cayó ante Bélgica, y Francia, la soberbia favorita, fue borrada por los relojeros de Suiza.
Luis Enrique, sin Sergio Ramos y sin jugadores del Madrid, ha enmudecido a los ultranacionalistas de la capital que no entienden una afrenta semejante del asturiano. El hecho de que la selección española no tenga letra en su himno es algo más que una anomalía. En todo caso, es muy confortable que las alegrías y tristezas nacionales de los europeos pasen por una victoria o una derrota deportiva. Es un éxito de la política.
Publicado en La Vanguardia el 2 de julio de 2021
Me alegro por Luis Enrique que tiene un par (que parecen tres)
SELECCIO NACIONAL CATALANA
1.- Futbol, per exemple. España te la seva selecció nacional. Respectable.
2.- També s’hauria de respectar que Catalunya tingués la seva selecció nacional per competir a l’eurocopa.
3.- Com Anglaterra, Escòcia, Gales, Irlanda del Nord tenen les seves respectives seleccions nacional.