¿Qué precio tienen las emociones? Las patrióticas siempre han cotizado muy alto. A veces se pone en juego la propia vida por defender un ideal. Las emociones deportivas son masivas, universales, no entienden de creencias, ni etnias, ni clases.
El domingo fue un día histórico para Leo Messi que vistió la camiseta del PSG sustituyendo a su amigo Neymar en la segunda parte. El mejor jugador del mundo decidió buscar otros horizontes tras el categórico portazo de Jan Laporta a que continuara en el Barça. Las arcas estaban vacías y no se podía pagar el sueldo de Messi, aún reducido en un 50%. Las estrellas no se mueven por los besos a los escudos del club sino por el rendimiento más ventajoso a sus talentos.
Los grandes clubs europeos corren el riesgo de que su marca sea desfigurada por lo que Raimon Obiols calificó como “la apoteosis barroca del dinero”. Cristiano Ronaldo ha vuelto al Manchester United porque la solvencia del club viene avalada por el multimillonario norteamericano que lo compró. El Chelsea fue adquirido por un ricachón ruso, Román Abramóvich, que ha conseguido ganar la Champions. El Manchester City de Pep Guardiola pertenece a Mansour bin Zayed, ministro de asuntos presidenciales de los Emiratos Árabes Unidos. Y el PSG es de Nasser bin Ghanim Al-Khelaïfi, hijo de un pescador de perlas catarí y una de las mayores fortunas del deporte europeo.
Es difícil competir con estas fortunas. Florentino ha luchado para traerse a Mbappé poniendo 200 millones sobre la mesa. La pregunta es muy simple: ¿se puede jugar con las emociones de tantos millones de aficionados simplemente porque se es más rico? Sí, se juega. No hay que sorprenderse de que los genios, y Messi lo es, acaben yéndose porque los sueldos prevalecen sobre los colores.
Publicado en Mundo Deportivo el 31 de agosto de 2021
El color del dinero es el que prevalece como en tantos ambitos de la vida.
Ademas creo que estas multinacionales de pantalon corto estan en buena parte en manos de representantes, apoderados y comisionistas a los que les importa entre poco y nada cualquier cosa que no tenga a ver con el «tocar cale»
A la vista de tot plegat cada vez es mas patetico ver a los hinchas de a pie que con unas orejeras bien grandes, ni ven ni quieren ver el mayestatico trampantojo que tienen montado los de tota la vida y allegados varios.