Las emociones habrán de ser contenidas. El Barça se está rehaciendo con dos vectores sentimentales antagónicos: la marcha de Messi y la voluntad de Ronald Koeman de construir una nuevo equipo que contará con los veteranos y con la apuesta decidida por la juventud que deberá suplir la imposibilidad de fichajes millonarios.
La prueba de esta noche ante el Bayern no es tanto el resultado sino medir las fuerzas ante el que fue un despiadado verdugo en Lisboa. Hay que ver si este Barça ha bajado un peldaño en el ránking de los más grandes de Europa o va a entrar en la pendiente por la que se deslizaron equipos como el Milan o el Inter.
Koeman ha dicho este fin de semana en una televisión neerlandesa que “gracias a mí, el Barça tiene futuro”. Evidentemente, sólo quien gestiona el presente puede construir el futuro. Pero el holandés icónico del Barça dijo también que su relación con Laporta ha mejorado aunque lamentó que el presidente quiera tener tanto protagonismo que hasta se permita hacer de técnico: “Y si eres tú quien es el entrenador, entonces las cosas no son agradables».
La temporada será de transición. Lo que no equivale a que sea un desastre. Hay transiciones positivas, ejemplares, pero hay que hacerlas bien. Si se ha apostado por Koeman hay que dejarle tranquilo hasta que termine la temporada. El protagonismo les corresponde a los jugadores y al entrenador. En el mes de mayo se pedirán cuentas sobre lo que se ha hecho y cómo queda el equipo cara al futuro. El reto es ganar la Champions pero la realidad no se alimenta de ilusiones. La posición de Laporta como presidente también habrá que juzgarla entonces.
Publicado en Mundo Deportivo el 14 de septiembre de 2021