Las sociedades estáticas, cerradas, tienden a estancarse y a envejecer. ¿Qué sería de nuestro país si de repente se decidiera expulsar a la mayoría de los migrantes que han llegado en el último cuarto de siglo? Se produciría una grave crisis social y económica. Los millones de personas sobrevenidas se ocupan de cuidar ancianos, trabajar en la agricultura, asistir en las tareas domésticas, distribuir mercancías en bicicleta y, sobre todo, frenar o neutralizar la caída demográfica que se produce en toda Europa.
Hace un tiempo escuché a la demógrafa Anna Cabré un vaticinio que va siendo una realidad. A los inmigrantes, decía, los iremos a buscar por necesidad. Angela Merkel abrió las puertas de Alemania a casi un millón de sirios aportando dos argumentos: harán crecer la economía y contribuirán a no caer en el invierno demográfico. La población alemana creció en 400.000 habitantes anuales en los primeros años de este siglo hasta llegar a 83,2 millones en el censo del 2019. La Agencia de Empleo Federal estima que Alemania necesita 400.000 migrantes anuales para mantener el ritmo de crecimiento.
En Dinamarca se alarga la edad de jubilación por falta de mano de obra. ¿Qué ocurriría en Francia sin los hijos de los migrantes llegados en el último medio siglo? Estados Unidos está formado por los que han llegado y llegan de otras partes del mundo.
Las ideas supremacistas que condujeron al Brexit en Inglaterra han puesto de relieve el papel vital que los inmigrantes tienen en la marcha de la economía y el funcionamiento de la sociedad. El inefable Boris Johnson no sabe cómo cubrir los puestos de miles de chóferes de vehículos pesados que han abocado al país a una crisis de abastecimiento en los mercados y gasolineras.
No tiene sentido vivir instalados en la globalización mientras se alimentan ideas nacionalistas exclusivas para preservar identidades que no son fotos fijas, sino que también evolucionan con el paso de los años. Los sistemas que pretendían crear pueblos puros y hombres nuevos acabaron catastróficamente y con millones de muertos el siglo pasado.
Los partidos que discriminan al otro, extranjero o nacional, por el hecho de ser o pensar de forma distinta son un peligro para la convivencia y para el progreso.
Publicado en La Vanguardia el primero de octubre de 2021
Las personas sin trabajo se moveran de paises mal gobernados a paises bien gobernados, incluso de regiones mal gobernadas a regiones bien gobernadas. ¿Al final la realidad economica pondra a cada uno en su sitio? % de inversiones ejecutadas
-Catalunya 13 %
-Euskadi 18 %
-Navarra 24 %
-Madrid 41 %
La inmigracion y el mestizaje suman. Las «esencias» restan y empobrecen.
Hay que ser beligerantes, sin caer en la boberia, con los que no aceptan al otro.
Profundo, realista…..la moderación en ocasiones, suele ser
contundente! Tan debò l’anàlisi, que fa vostè, arribi on
hauria d’arribar.
Grácies, Sr. Foix