Los presupuestos son la pesadilla de cualquier gobierno porque no admiten trampas ni retórica. Se da la paradoja de que un presupuesto de un ejecutivo socialista en Portugal ha provocado una crisis de gobierno al no recibir el apoyo de la izquierda radical. El primer ministro, António Costa, no cedió a las presiones de los socios minoritarios y puede precipitar elecciones anticipadas. En Gran Bretaña, Boris Johnson ha presentado unos presupuestos que rompen las tesis conservadoras con un gasto desproporcionado y con una fuerte subida de impuestos. Dinero para todos, aunque se dispare la deuda hasta límites inasumibles.
En Alemania el futuro gobierno trabaja sobre los presupuestos y Joe Biden tiene muchas dificultades para que el Congreso apruebe su ambicioso plan de inversiones públicas.
Los rifirrafes en la política española se concentran en los presupuestos en los que Unidas Podemos pretende imponer sus criterios y los partidos minoritarios del bloque de investidura (ERC, PNV, Bildu...) exigirán altos peajes para aprobar las cuentas públicas. En Catalunya, Pere Aragonès ha arrancado las negociaciones presupuestarias con la CUP sin valorar ni siquiera la oferta que le ha hecho Salvador Illa, casi gratis.
Los presupuestos llevan inevitablemente una fuerte carga ideológica. Hace un siglo lord Keynes propuso salir de la crisis de la posguerra con salarios altos, pleno empleo y un Estado social de bienestar que aumentaría el consumo y fomentaría la expansión. Esta visión ha sido combatida por los neoliberales que han centrado su pensamiento en reducir los costes del sector público y de las empresas obteniendo beneficios que crearían riqueza para ser repartida para todos. Menos gobierno, mejor gobierno, decían Reagan y Thatcher hace cuarenta años.
Los planteamientos neoliberales han creado mucha riqueza, pero las desigualdades actuales no son fruto de la superabundancia, sino de la falta de contrapesos para corregir los abusos de los que piensan que los beneficios no han de tener una vertiente social. Sin una dimensión humanista, el neoliberalismo crea radicalismos a derecha e izquierda. Teniendo muy presente lo que decía el canciller alemán Erhard de que para repartir riqueza, primero hay que crearla.
Publicado en La Vanguardia el 29 de octubre de 2021
Fuera de la politica hay mejores noticias
Barcelona Supercomputing Center (BSC) liderará el desarrollo del primer ordenador cuántico del sur de Europa
https://notistecnicas.blogspot.com/2021/10/barcelona-supercomputing-center-bsc.html
La foto de la portada de LV papel de hoy es todo un poema. En segundo plano Iceta y Marlaska en fraternal abrazo y en primer plano el guaperas total y la Yoli en un posado todo love (feros)
Estan tan preocupados tots plegats de los altos peajes que tienen que pagar para que se aprueben los presupuestos que se les escapa el fado y la risa.
El alto peaje(!) que ha arrancado ERC ha sido una ayuda al audiovisual en catalan que parece que es lo mas delicado del momentum catalan.
Desde que oimos lo de «Sue Elen ets un pendo» la cosa ha mejorado mucho(!).
Los vascos se han llevado la gestion del IMV.
Para las cosas de comer son unicos.
Vaya vaya con los altos peajes Sr. Foix.
Buen fin de semana para todos
Su descripción de la situación no puede ser más perfecta, si es que la perfección admite grados. Mientras los vascos han arrnacado la gestión de la IMV antes de empezar, aquí –pocos días después de poner el grito en el Cielo por la falta de infraestructuras y de los incumplimientos de los Presupuestos Generales del Estado–, cuando podríamos sacar tajada nos conformamos con algo tan difuso como es pedir el blindaje del catalán. Así nos va…
A la Política li falta un nou paradigma,el liberalisma y neoliberalisma están sensa un programa que els pugui resusita,están morts
La riqueza se puede crear con un liberalismo diferente al actual. Ello ocurrió en la década de los años 60. Sin impuestos no puede haber estado del bienestar, y las personas que evitan, por diferentes procedimientos, pagar los impuestos que les corresponden no se pueden considerar ciudadanos de un país. La solidaridad entre las personas es esencial para que la sociedad sea estable, y pueda adaptarse a la aleatoriedad de la vida y la naturaleza.
Es cierto que sin iniciativa privada la economía se resiente, es menos competitiva y creativa. Ahora bien, no se puede beneficiar a ninguna empresa desde el poder, como ocurre en España y en otros países, por ejemplo. La libre competencia es necesaria. No se pueden rescatar empresas que han diseñado mal un depósito o que una autopista no da beneficios. O acaso se le compensa a una persona que tiene un bar, o una tienda de ropa si pierde dinero y sus beneficios no son los esperados.