La misma idea de la Unión Europea es combatida desde fuera y desde dentro. Es un gigante económico y un remanso de los derechos humanos. Pero su seguridad tiene los pies de barro. Josep Borrell, alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores, acaba de decir que Europa “está en peligro y los europeos no siempre son conscientes de ello”.
El Brexit fue un mordisco territorial y cultural doloroso pero soportable. Europa, a pesar de sus fragilidades, es lo que Atenas significó para Roma hace más de veinte siglos. Es el espacio democrático más solvente del mundo, fuente principal de ideas que repercuten universalmente y el lugar más atractivo para vivir en un ámbito de los derechos humanos y del respeto mutuo. Con todas las excepciones y contradicciones posibles, claro está.
Europa impone sanciones cuando hay transgresiones de derechos o abusos de apropiaciones territoriales, como hizo Putin con Crimea en el 2014 o con el fraude electoral masivo de Lukashenko en las últimas elecciones de Bielorrusia.
Europa estorba y se pretende desestabilizarla con la distorsión informática de los procesos electorales, con las amenazas para el suministro del gas desde Rusia, con olas de inmigrantes conducidos a sus fronteras para fomentar las divisiones internas y cualquier otra acción disgregadora en los 27 países de la UE.
La avalancha migratoria de sirios del 2015 en Alemania le costó un disgusto político a Angela Merkel. Lukashenko ha situado agencias de viajes bielorrusas en varios puntos de Oriente Medio ofreciendo visados y billetes de avión a quien quiera entrar en Europa a través de Polonia y Lituania. Con tarifas elevadas para trasladarlos a las fronteras europeas y abandonarlos a su suerte.
El tráfico con humanos, sometidos a sufrimientos inaceptables, remueve la conciencia de los europeos. Bruselas estudia nuevas sanciones. Y Lukashenko, con el apoyo de Putin, amenaza con cerrar la calefacción europea ya que el gasoducto ruso pasa por su país. Un chantaje que deja a Europa sin capacidad de respuesta.
Las amenazas exteriores son evidentes, pero el peligro mayor está en las divididas sociedades europeas en un tema tan sensible como la inmigración, que es tan necesaria como controvertida.
BORRELL ÉS UN PERILL PER A EUROPA
1.- Josep Borrell (PSOE), alt representant de la Unió Europea per Afers Exteriors, és un perill per l’Europa democràtica i dels drets humans. El polític espanyol acaba de dir que “Europa està en perill i que els europeus no sempre en son conscients”.
2.- ¿Es conscient Borrell de qui es Borrell? Els europeus -els estats, les nacions, els ciutadans- han de saber per què Borrell és un perill per a Europa. Aquest personatge afirma (13 setembre 1998) que defensar José Barrionuevo (ministre d’Interior) i Rafael Vera (secretari d’estat de Seguretat), del Govern presidit per Felipe González, condemnats per la seva implicació amb els GAL, grups armats policials espanyols que practicaren la guerra bruta i el terrorisme d’estat d’estat, forma part del seu projecte de futur. Paraules textuals seves son aquestes: “La solidaritat amb aquests companys va irrenunciablement unida al nostre projecte de futur”.
3.- Aquest futur és ara, 2021, mentre Borrell ocupa un alt càrrec a la UE. Mai des d’aquell 1998, ha canviat d’opinió sobre aquest afer. Significatiu. Terrible.
Europa tiene que evitar esa dependencia energética. Un proyecto comunitario en el que colaboren todos los paises uniendo sus esfuerzos y solidaridad. Mientras dependamos de piratas y dictadores no estaremos a salvo de populismos y de disgregación.
Aquest hivern fara fresqueta.
Bon cap de setmana!
Acertado, de acuerdo,
España y Europa tienen el mismo problema con Marruecos, y también Turquía,
Saludos