Un baño de realismo se va imponiendo por su propia fuerza en el ánimo del barcelonismo. En fútbol femenino, bien, muy bien. En baloncesto bastante bien y bien en todas las secciones. Excepto una, la más numerosa y la que determina el ritmo y el prestigio del club, el fútbol de siempre, con un equipo que navega a media tabla y con unas aspiraciones confesadas y aceptadas en el entorno mediático más favorable a Laporta: conseguir llegar a los cuatro primeros puestos de la Liga.
Laporta podría decir aquello de que “no estamos tan mal, hombre”, cuando Rijkaard, tras ganar Liga y Champions, perdió el control del vestuario y tuvo que irse. Pero no lo dice porque no se atreve o no tiene discurso. En cambio, suministra día sí y día también una alocución voluntarista, animosa, casi entusiasta, sobre lo que puede conseguir Xavi y un vestuario que ve inasequible el título de Liga y ha sido enviado a la devaluada segunda división europea.
Los veteranos Piqué, Busquets, Alba, Ter Stegen, Umtiti y Coutinho se ven más fuera que dentro y los jóvenes Nico, Ansu, Pedri, Gavi, Abde, Araujo… todavía no están del todo dentro. Dembélé no está ni dentro ni fuera. Es la eterna esperanza frustrada.
Que cada cual cumpla con su deber, como diría el almirante Nelson, y que se reconstruya seriamente el equipo tomando decisiones valientes al margen de las afinidades personales. Ni todo lo viejo es malo ni todo lo nuevo es bueno.
¿Por qué el Barça tiene que hacer el juego a Florentino sin explicarlo? ¿Por qué se ha desmochado todo lo anterior aunque fuera bien? ¿Por qué se despidió a Messi en 24 horas? ¿Por qué se jugó con la continuidad de Koeman si Xavi no traía un plan B debajo el brazo? Que se descienda a la realidad, se hable claro y no se desatienda a los críticos porque el barcelonismo no es excluyente.
Publicado en Mundo Deportivo el 14 de diciembre de 2021
Xavi ademas no es la alegria de la huerta y se necesita un poquito bastante de trempera i injeccions de pa amb tomaquet.
No tot pot ser ni te que ser tan trascendent.