Manuel Castells (Hellín, Albacete, 79 años) entró en el gobierno sabiendo que sería un verso suelto, un sabio de prestigio, que no ha dejado de escribir cada semana en La Vanguardia. Me cuentan que después de ser propuesto por Ada Colau, por la cuota de Podemos, le puso como condición a Pedro Sánchez poder escribir cada semana en el diario. Ningún problema.
Ha sido un ministro de un perfil tan bajo que apenas ha asomado la cabeza en los medios y su ley de Universidades está en fase de tramitación con dificultades políticas y parlamentarias para acabar siendo publicada en el BOE.
Castells es un profesor universitario y una figura de gran prestigio en el mundo académico relacionado con las nuevas tecnologías. Su obra “la era de la información: economía, sociedad y cultura” fue un referente global citado por Eric Hobsbawmn y por George Steiner. Son tres volúmenes escritos entre 1996 y 2003. En ese periodo fue el académico de las nuevas tecnologías más citado en los trabajos científicos del mundo. Un referente universal.
Su paso por el ministerio de Universidades ha pasado sin pena ni gloria. Sus ausencias han sido notorias y su dedicación al ministerio es considerada discretísima por quienes le han observado de cerca en los últimos dos años. Fue ministro por cuota de Podemos y con el aval de Ada Colau. Ha pasado por las universidades de París, Berkeley y MIT, con múltiples distinciones académicas. En su currículum consta que a los 24 años, tras exiliarse por militar en el anti franquismo, fue el profesor más joven de la Universidad de París y tuvo como maestro al sociólogo Alain Touraine.
Su destino no era un ministerio sino la cátedra y la pedagogía. Tanto él como su sucesor, Joan Subirats, militaron en el PSUC en contra del franquismo y sobresalieron en la Universidad de Barcelona, la Universidad Autónoma y también, en el caso de Castells, en la Universitat Oberta de Catalunya.
El cambio de ministro no altera ni el equilibrio de la coalición ni tampoco cambia sustancialmente la política de un ministerio que tiene muchas de sus competencias cedidas a las comunidades autónomas. Castells actuó como los sabios que no se atienden a disciplinas de grupo ni de gobierno, ajeno a todas las chanzas y críticas que recibió en las redes sociales y en los ámbitos académicos. Su tarea ha quedado empañada por la Covid que ha afectado masivamente a la universidad española durante más de un año.
Le daba igual. Pertenece a una generación de universitarios que militaron en el antifranquismo en los años setenta y ochenta y que recibieron una buena formación en universidades europeas y norteamericanas. Es muy probable que su paso por el gobierno como ministro de Universidades sea considerado “cual pluma al viento» que se la ha llevado el cansancio y los motivos personales que desconocemos. Espero algún día recuperar las charlas y las mesas redondas en las que he aprendido mucho sobre el alcance social, político y económico de las nuevas tecnologías.
Que no deixi d’escriure els seus articles tan valuosos per el increment de la cultura.
Els seus escrits a i la Vanguardia eren sempre d’una gran profunditat i explicats a l’abast de persones-com jo- d’un nivell cultural no massa alt.
Esperem que es millori aviat.
Bones Festes!
Era muy BUENO en todo para perder el tiempo en política.
Deseo que sus problemas personales no le impidan seguir escribiendo y muchos seguir leyéndole.