El virus ha desconcertado a la sociedad desarrollada y democrática y ha asustado a los países que han tenido un acceso precario a las vacunas. Nos ha pillado desprevenidos. Pensábamos que estaba vencido pero ahí sigue, con nuevas variantes, de distintas procedencias, atravesando fronteras y civilizaciones.
Los gobiernos y las autoridades sanitarias toman medidas preventivas que tienen que ser revalidadas por los tribunales. Pocas veces el desconocimiento de un fenómeno vírico inesperado ha causado tanto desconcierto entre la población y entre los políticos. No saben qué hacer. No saben cómo llegan las distintas olas de infecciones ni cómo hay que reaccionar.
La ciencia ha respondido con rapidez y eficacia. Pero no ha explicado el alcance de una pandemia que ha paralizado el mundo. Tenemos mucha información de lo que ocurre en nuestro entorno geográfico pero no sabemos cuál es la situación en zonas del mundo donde no hay casi vacunas y donde la población no tiene una mínima seguridad personal sobre su futuro inmediato. Ni siquiera sabemos el origen del coronavirus. ¿Fue una generación espontánera de la naturaleza o fue fabricado en un laboratorio de alguna parte del mundo?
Nadie puede enorgullecerse de haber vencido la pandemia. Los países que ayer estaban protegidos por la vacunación o por las medidas preventivas, hoy no lo están. Los Países Bajos está confinados. Boris Johnson no sabe qué hacer en Inglaterra donde los casos de contagio se multiplican sin que pueda atribuirse a la perversidad de la Unión Europea. Las precauciones son severas, mucho más de lo que cabría esperar. No se entiende, por ejemplo, que se declare un estado de alarma, de hecho se ha anunciado en Catalunya aún con el riesgo de vulnerar las libertades individuales.
La realidad es que los contagios superan a los que había ahora hace poco màs de un año. Y, por lo que pudiera pasar, se toman medidas restrictivas. Más con carácter político que epidemiológico. Se trata de quedar bien ante una opinión públic atemorizada.
Pero las decisiones que adoptan los gobiernos son vagas e indeterminadas. No saben, no sabemos, qué ocurre y qué alcance tiene un virus que está metiendo el miedo en el mundo entero. Se ha hecho mucho y bien para neutralizar los efectos del Covid 19. Pero ahí sigue y nos dicen los sanitarios que lo debemos incorporar a nuestras vidas para siempre, como la gripe o como la malaria. Habrá que estar protegidos.
Pero he hablado con varios ciudadanos que no piensan vacunarse. Por razones muy variadas. Los hay que son negacionistas a secas pero también hay los que tienen miedo, no creen en la eficacia de las vacunas y no quieren someterse a una inyección obligatoria. No comparto sus criterios, pero existen y no son aislados ni indocumentados. Encuentro que un ciudadano que no quiera vacunarse tiene todo el derecho pero que si su renuncia afecta a la seguridad de los demás, con quienes convive habitualmente, es un riesgo innecesario que la sociedad en su conjunto no puede correr. Puede ser un delito.
¿Qui ha cumplert amb la recomanaciò?: Estimeuse com jo os he estimat.Ni cap religiò establerta en aquesta terra la han cumplerta.No mes l´egoisma de molts de nosaltres han omplert tots el secles de la voluntat de no estimá al proxim.
No me pierdo ningunos de las crónicas que vd escribe. Me encantan y tengo la impresión de que es vd un hombre honesto y sincero. Para mi, lo que vd piensa, aparte de conciliar en muchas ideas tiene valor
No me defraude por favor sr. Foix como han hecho tantos y tantos periodistas y no digamos, políticos
Un saludp
Bon Nadal i un any 2022 globalment lliure de virus, desitjo al Sr. Foix i a tots els seguidors d´aquet entranyable bog.
Endavant companys.
Disculpen los errores ortográficos y de sintaxis.
Felices Fiestas al Sr. Foix y a todas las personas que dejamos comentarios en este blog.
Larga vida y prosperidad.
En realidad, sí que se sabía que en cualquier momento podía ocurrir una pandemia como la COVID19. En los primeros años del siglo XXI tuvimos dos advertencias la Sars-CoV-1 y el MERS. Estos virus tenían unas propiedades letales pero una transmisibilidad muy limitada. El estudio de la evolución dinámica aplicada a virus y bacterias nos muestra mediante cálculo numérico asistido por programas informáticos como se comporta un virus. En esos modelos se observan las oleadas, que no es más que la «lucha» entre las mutaciones del virus y la formación de anticuerpos por nuestro cuerpo o las vacunas. La naturaleza se basa en alcanzar equilibrios entre materia y energía, y en el caso de la vida entre especies. La aleatoriedad de la vida resulta inaceptable para el ser humano.
El capitalismo en su versión neoliberal ha mostrado graves carencias. No hay más que observar los problemas de logística al concentrar la producción en un punto. La evolución nos ha dotado de dos riñones, de dos pulmones y, entre otras cosas, un corazón muy dotado, por encima de las necesidades medias. Si lo hubiera diseñado la economía humana no tendríamos dos riñones… Dirían: con una llega.
Somos políticos aluden que no podían prevenir está situación no dicen la verdad. No existía ninguna contingencia, habían desmantelado el sector público y su preocupación no era el bien común. Los países ricos siguieron explotando a los pobres e impidieron en Grecia nquenun gobierno elegido democráticamente mpudiera aplicar su programa político. Antemla deuda no tienes libertad, eres un esclavo.
Los y las científicas tampoco hemos hecho bien nuestro trabajo. En vez de preocuparnos por la humanidad, estábamos en el arte del beneficio económico. Traicionando el espíritu solidario de la ciencia. Los objetivos científicos están determinados por su aplicación rápida en los negocios. El desarrollo de las vacunas de RNA se hizo a pesar de la falta de recursos tanto públicos como privados, hace unos veinte años o más.
No podemos alegar ignorancia extrema. Había suficiente información para, al menos, tener almacenados recursos sanitarios. Pero, claro, eso es un inmovilizado y cuesta dinero, entonces no se hace. Tampoco hay industrias distribuidas de modo preventivo por todos los continentes.
La COVID19 nos ha mostrado lo que somos como una arrogante sociedad tecnológica que usa muy mal sus capacidades técnicas.
Y los que se niegan a vacunarse, deberían pensar con es que conducen un coche, toman medicamentos, o viven en ciudades contaminadas. Eso implica un riesgo aleatorio más elevado de lo que creemos. No podrían salir de casa si supieran a lo que se exponen al apoyarse en una barra del metro para no caer.
Cierto.
Con la excusa de la libertad individual, se condena la seguridad colectiva.
Es tan grave como mínimo como vulnerar la seguridad del tráfico cuando se pone en riesgo la seguridad del mismo.