Las corrientes de fondo marcan el destino de los pueblos. Nada ocurre de repente. Todo se cuece con el paso del tiempo y con la intervención de las ideas que van creando estados de opinión. La política tiene el aliciente de lo inesperado en los tiempos inmediatos. Pero no hay casualidades.
Pedro Sánchez es el presidente de gobierno más cambiante de cuantos hemos conocido hasta ahora. Lo hace bien. Y las cosas le salen relativamente aceptables. Fue presidente por una moción de censura a Rajoy y no tiene escrúpulos en cambiar de rumbo si las circunstancias lo aconsejan. Maneja a los adversarios y a los íntimos con la misma frialdad. Es un producto de los spin doctors del momento. Actúa inteligentemente en situaciones extremadamente complicadas.
El problema de Sánchez no está en Pablo Casado, perdido entre las vacas castellanoleonesas y adoptando el papel del doctor NO para cualquier situación y circunstancia. La cuestión que perturba al presidente Sánchez es la que se deriva de la heterogeneidad de sus socios de gobierno o de investidura.
Él seguro que lo sabe, que el problema principal deriva de los 120 escaños que tiene en el Congreso. La coalición con Podemos puede prolongarse hasta el final de legislatura pero no le va a dejar dormir tranquilo hasta que se abra el periodo electoral.
No será por cuestiones de la complicada política interior sino por las derivadas de la política exterior cuando lo que está en juego son los principios del partido mayoritario y del coaligado de Podemos. El fin de la coalición no se producirá por discrepancias de la política social o económica. Yolanda Díaz es su mejor aliada para llegar hasta el fin de legislatura y desearle buenos resultados electorales. Que a la ministra de Empleo le vaya bien en las elecciones es un punto muy positivo para Sánchez.
Si el PP puede pactar con Vox, él lo puede hacer con Podemos. Ya lo ha hecho y el mundo no se ha hundido. Pero el problema es que si Putin decide entrar militarmente en Ucrania las discrepancias en el seno de la coalición serán críticas. Se entra en los principios. La izquierda suele hacerse un lío con los principios y pierde el poder pensando que la razón le asiste.
Sánchez no puede apartarse del guión de la OTAN y del dubitativo presidente Biden. Podemos no le seguirá. Y si el conflicto en Ucrania se torna violento y en guerra la coalición saltará por los aires. Sánchez buscará fórmulas para sustituirles pero tendrá que tener en cuenta lo que digan las urnas en Castilla y León y posiblemente en Andalucía. Al final, siempre aparece el votante que dice la suya.
El torpedo es Rafa Nadal. El mosqueo de Putin debe ser de tamaño natural.