Macron se estrella en el Kremlin

El periplo del presidente Macron por Moscú, Kiev y Berlín para detener una posible invasión rusa de Ucrania ha servido de poco. Cinco horas sentados en una gran mesa imperial, con Putin al fondo durante más de cinco horas, se resumió en un balance positivo del presidente de Francia en la rueda de prensa conjunta.

Macron está en campaña electoral y es socio principal de la UE y la OTAN. Dijo que Putin le prometió una desescalada militar en la frontera con Ucrania y tan pronto como aterrizaba en Kiev para entrevistarse con el presidente Volodímir Zelenski, le llegaba la interpretación del portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, rechazando las informaciones de que los dos presidentes hubieran alcanzado acuerdo alguno. Sugirió que el interlocutor es Estados Unidos y no Francia la que tiene que negociar un acuerdo.

Los rusos conocen la geopolítica y saben cómo y dónde pueden hacer más daño. El portavoz ruso lanzó un argumento hostil a Francia: “en la situación actual, Moscú y París no pueden alcanzar un acuerdo. Francia es un socio de la Unión Europea y miembro de la OTAN”, añadiendo que Francia «no está al frente de la Alianza Atlántica». En lenguaje diplomático le vino a decir que Macron no es el interlocutor adecuado.

Es un golpe duro para Macron que al llegar a Kiev y más tarde en Berlín vendía con optimismo su paso por la larga y ridícula mesa sentado frente a Putin. Ninguna autoridad del gobierno ruso fue a recibirle al aeropuerto, un gesto protocolario de cierta hostilidad. Napoleón se estrelló en las paredes del Kremlin y Macron, por razones y circunstancias radicalmente distintas, ha vuelto a Francia con las manos vacías.

La movida de pieza del canciller Scholz es más realista. Irá a Moscú pero lo primero que ha hecho es rendir visita a Washington para pulsar las intenciones de Joe Biden y de Estados Unidos que son los que pueden encabezar una confrontación con Rusia en caso de que se crucen militarmente las fronteras con Ucrania.

Mientras se producen estas reuniones al más alto nivel, Putin no da muestras de ceder en sus posiciones. Al tiempo que los líderes occidentales se reunían a toda prisa, seis buques de guerra rusos cruzaban los Dardanelos para entrar en el Mar Negro y, si se da el caso, intervenir también por mar en una posible intervención militar en Ucrania. Al final del día, se reunieron en Berlín el canciller alemán el primer ministro polaco y el presidente de Francia.

Europa habla por boca de los principales líderes que tienen sus prioridades políticas y electorales. El representante de la Unión Europea para asuntos exteriores, Josep Borrell, estuvo también en Washington entrevistándose con el secretario de Estado Blinken.

La gira relámpago de Macron ha puesto de relieve que Europa no ha decidido tomarse en serio la unidad de criterios en política exterior. La Rusia de Putin no reconoce al líder natural y a pesar que hay un teléfono para llamar, como sarcásticamente pedía Kissinger hace medio siglo, el Kremlin sabe que el poder militar está en Washington.

Astuto Putin y excesivamente optimista Macron y todos los europeos que ven lejano el compromiso de sus ciudadanos para enzarzarse en un conflicto contra Rusia en las planicies de Ucrania. No está escrito que la guerra local o continental no pueda producirse. Hay miles de tropas destacadas en la frontera, Estados Unidos envía soldados y material militar, Europa estará al lado de Ucrania como lo estuvo de Polonia en 1939.

Lo que hay que descifrar es qué tiene en mente Putin. Posiblemente ha creado esta tensión para frenar el ingreso de Ucrania en la Unión Europea y en la OTAN. Es más, para que Ucrania, con este gobierno u otro que venga, sea aliado de Moscú.

El gobierno de España no juega en esta Liga aunque participa diplomática, política y militarmente al lado de los aliados occidentales.