Era imprescindible una clara victoria de Xavi Hernández para reivindicarse como entrenador que puede resituar al Barça en el espacio natural de los grandes clubs europeos. La primera parte contra el Atlético de Madrid respondió a las expectativas. Es pronto para afirmar que fue un punto de inflexión pero sí un indicio de que el equipo es capaz de entrar en el club de Champions y batirse el año próximo con los mejores de Europa. Pero sigue siendo un equipo en construcción que debe suplir la ausencia de Messi con entusiasmo, preparación física y mayor velocidad en el juego.
Es curioso que tres de los cuatro goles los marcaran defensas cuando el Barça dispone de la plantilla más abultada de delanteros que yo recuerde. El encuentro contra el Espanyol el sábado y el primer partido de la eliminatoria contra el Nápoles el 17 de febrero pueden ya marcar tendencia y recuperar el aliento perdido.
Simeone se precipitó al cuestionar los dotes de Xavi sin preocuparse demasiado de ganar por primera vez en el Camp Nou. Encontré justa la acogida calurosa del público a Luis Suárez, que marcó el segundo gol atlético sin celebraciones exuberantes. Los sentimientos mutuos de respeto me parece que siguen intactos a pesar de que su salida fue inesperada y fulminante. Un dato significativo son los 74.221 espectadores que acudieron al campo el domingo por la tarde. Es una muestra de que la ilusión no ha decaído y que el público no falla nunca. El Madrid-Granada lo contemplaron en directo solo 47.000, quizás por jugarse entrada una noche de febrero y porque el aforo está reducido por las obras en el Bernabeu.
Finalmente, es oportuno remarcar el tono modesto y humilde de la intervención de Xavi Hernández tras una victoria tan rotunda. Sabe que el triunfalismo de la retórica y el entusiasmo pueden volverse en contra si el juego, los goles y los títulos no acompañan.
Publicado en Mundo Deportivo el 8 de febrero de 2022