Ucrania comparte con Polonia las grandes tragedias humanas del siglo pasado en Europa central. Son dos estados sobre ruedas que han modificado sus fronteras en función de si Rusia era la que ganaba o la victoria era de Alemania. Escribe George Steiner que “es un tópico más antiguo que Tucídides que, en el ejercicio del poder político, la especie humana puede y quiere volver a la animalidad. Las matanzas han salpicado los milenios con estridente monotonía”.
En estos azarosos días que vive Ucrania es oportuno recordar la figura de Vasili Grossman, ucraniano en el ámbito de la Unión Soviética, convertido en corresponsal de guerra para el diario del ejército de Stalin, Estrella Roja, que contempló en directo los crímenes de Hitler al entrar en el campo de Treblinka, Polonia, con las tropas soviéticas.
Grossman era un judío ucraniano que informó sobre las principales batallas del frente del Este. Tenía una visión idealizada del soldado ruso que se vino abajo cuando observó las violaciones en masa mientras avanzaba con las tropas hacia Berlín. El gran experto en las guerras del siglo pasado, Antony Beevor, ha estudiado el dramático recorrido humano y profesional de Grossman que narra el sufrimiento de los supervivientes que tuvo sus causas en las balas y la pólvora enemigas pero sobre todo en el frío que helaba los corazones.
La propaganda le perturba. En su población natal ucraniana los alemanes mataron a decenas de miles de judíos después de ser denunciados por sus propios compatriotas. Su madre fue una de las víctimas. Grossman pasó de la celebridad al ostracismo al que Stalin le sometió a él y a su obra. Vida y destino, el gran relato de la guerra en los frentes del Este, guarda relación con Guerra y paz de Tolstói respecto a la guerra contra Napoleón. Vida y destino fue secuestrada por la KGB y no se publicó hasta después de la muerte de Grossman.
Mientras el hijo informaba desde la batalla de Stalingrado, la madre sería sacrificada por las SS de Hitler al entrar en la ciudad de Berdichev en 1941. Antes de morir escribió muchas cartas a su hijo pero hubo una especialmente emocional e íntima que su Vasili encontraría años después cuando entró con las tropas soviéticas.
Los dos últimos párrafos de la carta de la madre transmiten la cordura que solo una madre puede expresar. Le dice “recuerda que el amor de tu madre siempre estará contigo, en los días felices y en los días tristes, nadie tendrá nunca el poder de matarlo”. Y termina con un “vive, vive, vive siempre. Mamá”.
Al comentar esta trágica vivencia Grossman dice que “todos los hombres son culpables ante una madre que ha perdido a un hijo en la guerra; y a lo largo de la historia de la humanidad todos los esfuerzos que han hecho los hombres para justificarlo han sido en vano”. Hitler eliminó a todos los judíos que encontró a su paso. Grossman, judío, describe estas matanzas con una prosa escalofriante. Pero también señala a Stalin como el que trató benévolamente a los judíos en un principio para después quitarles sus bienes y perseguirles siguiendo una antigua tradición rusa. El pogromo es palabra de origen ruso. Grossman fue testigo de las tragedias provocadas por el nazismo y el estalinismo. Muchas de ellas en territorio ucraniano. Escribe que “he sido testigo de los grandes sufrimientos del pueblo campesino, aunque la colectivización se hacía en nombre del bien. Yo no creo en el bien, creo en la bondad”.
Hasta el fin de sus días la madre ocupó un punto central en la azarosa vida de Vasili Grossman. Le escribió dos cartas póstumas que recoge Beevor en su último estudio. Hablan por sí solas.
“Querida mamá:
Me enteré de tu muerte en el invierno de 1944. Cuando llegué a Berdichev entré en la casa donde vivías… Pero desde septiembre de 1941 mi corazón ya sentía que habías muerto. Una noche en el frente tuve un sueño: entraba en tu habitación –sabía con seguridad que era tu habitación–, veía un sillón vacío, y sabía que habías dormido en él. Del sillón colgaba una mantilla con la que habías cubierto tus piernas. Lo miré durante largo tiempo y cuando me desperté sabía que ya no estabas entre los vivos. Pero no conocía entonces la terrible muerte que habías sufrido. Solo lo supe cuando llegué a Berdichev y hablé con la gente que sabía de la ejecución en masa que tuvo lugar el 15 de septiembre de 1941”.
Carta a la madre, escrita en 1950.
“Te lo digo de nuevo, porque ahora estoy bien, y no tienes que preocuparte por mi vida espiritual: sé cómo proteger mi mundo interno de las cosas que me rodean. He llorado sobre tus cartas, porque tú estás en ellas: con tu amabilidad, tu pureza, tu vida tan amarga, tu equidad, tu generosidad, tu amor por mí, tu preocupación por la gente, tu mente maravillosa. No temo a nada, porque tu amor está conmigo y mi amor está contigo siempre”.
Carta a la madre escrita en 1961.
Los relatos sobre los infortunios históricos de Ucrania durante la ocupación nazi los inmortalizó Shostakóvich en su Sinfonía número 13 , Babi Yar , conocida también como sinfonía del barranco. Los invasores nazis habían ocupado Kyiv y el 28 de septiembre de 1941 reunieron a los judíos de la ciudad para ser deportados a campos de concentración y exterminio. Pero las tropas recibieron las órdenes de eliminarlos y las ametralladoras abrieron fuego sobre 33.000 judíos que fueron asesinados en pocas horas y arrojados al barranco de Babi Yar. Más tarde en el mismo sitio fueron eliminadas más de 60.000 personas incluyendo gitanos y miembros del partido comunista.
Escuchar la sinfonía de Shostakóvich produce una sensación de desgarro apocalíptico, propio de uno de los compositores más emblemáticos del siglo pasado, amigo y perseguido de Stalin, cuya Quinta sinfonía es valorada como una de las piezas más grandes de la música contemporánea. Fue compuesta en 1962 inspirándose en el poema Babi Yar del poeta de origen ucraniano Yevgueni Yevtushenko, un alegato despiadado al antisemitismo y una defensa de las minorías y pueblos oprimidos de la historia. La he sintonizado mientras escribía estas líneas y no he podido dejar de conmoverme por lo que evoca de la matanza de los nazis en 1941 y por el sufrimiento de millones de ucranianos que huyen de su tierra para salvar su vida de los bombardeos perpetrados sin justificación por Vladímir Putin.
Hay otro episodio tenebroso que marca el paso por la tribulación colectiva en la historia de Ucrania en el siglo pasado. La hambruna impulsada por Stalin entre 1931 y 1934 causó la muerte a más de cuatro millones de ucranianos. Anne Applebaum, historiadora y analista, lo describe en su documentado libro Hambruna roja: La guerra de Stalin contra Ucrania (2019), uno de los episodios de maldad para destruir a un pueblo que ha vivido siempre pegado a Rusia, de hecho el Rus de Kyiv dio origen a la identidad rusa hace más de mil años, pero que siempre ha mantenido su identidad cultural y nacional.
Fue a causa de la forzosa colectivización salvaje que obligó a los kulaks o campesinos a dejar sus tierras e integrarse en granjas colectivas. Aparte de erradicar la propiedad privada el dictador quería liquidar cualquier atisbo de independencia de Ucrania. Matar de hambre a más de cuatro millones de persones es de una perversidad extrema porque no se produce en un día o una semana sino que es un proceso en el que se priva de todo alimento a millones de ciudadanos que, paradójicamente, vivían en la tierra más fecunda de lo que entonces era la Unión Soviética. Aquella desgracia se conoce como el Holodomor, de las palabras ucranianas hólod (hambre) y mor (exterminio).
En estos azarosos días es oportuno leer a Vasili Grossman y escuchar Shostakóvich
El libro de Applebaum explica con gran detalle que la hambruna fue provocada por la colectivización estalinista pero también por el diseño que venía desde el Kremlin para empeorar el hambre de ciudades y pueblos enteros. Había equipos de personas organizadas por el Partido Comunista que iban por pueblos y aldeas, casa por casa, recogiendo por la fuerza toda la comida, cada patata, cada brizna de trigo.
Los testimonios de las desgracias sufridas por Ucrania en el siglo pasado están cincelados en la poesía, la literatura, la música y la memoria colectiva. Ello explica su resistencia patriótica ante un ocupante tan poderoso.
Publicado en La Vanguardia el 12 de marzo de 2022
CLAM UCRANIÀ, D’HUMANITAT I CRISTIÀ CONTRA LA LLEI I LA GUERRA CONTRARIS ALS DRETS HUMANS
1.- Temps de guerra. “A por ellos”. Urnes trencades. Fake news per destruir els discrepants. Repressió judicial i policial. Desplaçats, perseguits, empresonats, exiliats.
2.- Tothom (els que maten i manen matar, autoritats i súbdits servils, fabricants d’armes i que es fan rics amb aquest negoci), tothom es ja ara jutjat per una realitat inscrita en el cor de tots i arrelada en la condició humana. La “Regla d’or” o principi ètic universal en les cultures, religions i tradicions de la humanitat. Fonament dels valors autènticament humans, que construeixen una convivència pacífica, justa i solidària en les relacions personals i socials.
3.- Jesús (referent històric i transcendent, per a cristians o no) ho sintetitza en dues afirmacions. La primera és una síntesi de tots els manaments: “El primer és estimar el Senyor, el teu Déu, amb tot el cor, amb tota l’ànima, amb tot el pensament i amb totes les forces. El segon és aquest: estima als altres com a tu mateix. No hi ha cap manament més gran que aquests” (Marc 12, 28-34). L’altre afirmació: “Feu als altres tot allò que voleu que ells us facin. Aquest és el resum de la Llei i els Profetes” (Mateu 7,12). Aquest clam cristià, d’humanitat i també de totes les situacions ucranianes existents als món interpel.la consciències, estils de viure, política, poders, sistemes judicials, la legislació establerta i la guerra que intenten aniquilar els drets i les llibertats de les persones i dels pobles.
4.- “Feu als altres tot allò que voleu que ells us facin” és revolucionari. Fa saltar per l’aire l’ordre establert que, més aviat, és el desordre establert. Es contrari a la “llei del Talió” amb el seu “ull per ull i dent per dent”, abolida per Jesús. La “regla d’or” és la base més essencial per al concepte modern de drets humans. “Feu als altres tot allò que voleu que ells us facin” preval sobre la legislació establerta. Propicia un canvi alliberador de les persones i dels pobles.
5.- Les persones i els pobles han de respectar i propugnar la democràcia, la llibertat, la solidaritat, la sobirania de les altres persones i dels altres pobles perquè volen que les altres persones i els altres pobles respectin i propugnin la democràcia, la llibertat, la solidaritat, la sobirania del propi poble. També un poble descarta la repressió judicial, policial, política, econòmica, mediàtica exercida sobre un altre poble perquè vol que l’altre poble descarti la repressió judicial, policial, política, econòmica i mediàtica del propi poble. Un exemple llunyà però molt proper. Rússia ha de respectar la Ucraïna sobirana, i Ucraïna ha de respectar la Rússia sobirana. Un altre exemple del nostre ara i aquí. Espanya i Catalunya han de respectar mútuament els seus drets, les seves llibertats, les seves respectives sobiranies.
Recordando la crisis energetica de los años 70 los conflictos hace subir el precio del petróleo…inflación, Si Rusia no abandona Ucrania no se levantarán las sanciones, nos meterán en una crisis espectacular. Recordando una vez mas al prof.Fuentes Quintana
https://www.youtube.com/watch?v=qs7x3_KuqZ0
https://forosenar.blogspot.com/2022/03/estamos-igual-que-en-1973-y-1979-en-los.html
Es desmoralizador ver, década tras década, que el alma humana no mejora: siempre hay alguien con poder que abusa de él y comete injusticias tremendas.