Tres hechos inesperados se han producido en los últimos cien días. No estaba previsto que Putin invadiera Ucrania con la intención de dominar con la fuerza militar un país soberano. Tampoco que Zelenski resistiera y plantara cara a los rusos con las armas propias y las prestadas por Occidente hasta el punto de impedir la formación de un gobierno en Kyiv sumiso al Kremlin. La tercera sorpresa ha sido que dos países neutrales históricamente, Suecia y Finlandia, con gobiernos socialdemócratas, hayan solicitado oficialmente el ingreso en la OTAN.
Europa está involucrada en una guerra que puede ser larga y provocar una crisis alimentaria global. Así lo afirmó el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, en el coloquio Foros de Vanguardia el pasado viernes. Las consecuencias ya se advierten en la inflación disparada en toda Europa, en el trasiego de millones de ucranianos dentro y fuera de su país, en el aumento de los presupuestos de defensa y en las distintas percepciones que van apareciendo en la Unión Europea sobre cómo cortar la dependencia energética de Rusia. No tienen sentido las sanciones económicas contra Putin si cada día se pagan al Kremlin unos mil millones de euros por contratos de gas y petróleo vigentes que llegan a Europa por barcos, oleoductos o gasoductos.
¿Puede resistir Europa un invierno sin gas y petróleo procedentes de Rusia? No sin fuertes tensiones sociales y grietas más o menos gruesas en la hasta ahora compacta unidad de las instituciones europeas respecto a la guerra de Putin contra Ucrania. Pero antes de que llegue el frío la guerra va a seguir matando, destruyendo ciudades y con el riesgo de un escenario de confrontación abierta con países que forman parte de la OTAN, o sea, la gran catástrofe que, por tercera vez en un siglo, segaría miles y miles de vidas.
Decía Javier Solana en el coloquio de cuatro ex secretarios generales de la Alianza conmemorando el 40.º aniversario del ingreso de España que lo primero que hay que hacer es detener las hostilidades en forma de tregua, armisticio o alto el fuego. Putin ya ha perdido, decía, al cumplirse cien días de una guerra que no ha conseguido su objetivo. Y a partir de ahí, negociación entre las partes y buscar una salida política.
Comparto este argumento con algunas reservas. La primera y más importante es que hoy no está en el ánimo de Putin ni en el de Zelenski detener las hostilidades porque ninguna de las dos partes quiere aceptar una derrota. La segunda es que desde la OTAN, con Washington y Londres a la cabeza, se insiste en vencer a Putin hasta expulsar a sus tropas de territorio ucraniano. Scholz se une al plan arrastrando los pies y Macron mantiene largas conversaciones telefónicas con Putin cuyo contenido desconocemos. Sánchez está alineado con Biden, pero con varios ministros de su Gobierno contrarios incluso a que se celebre la cumbre de la Alianza en Madrid.
La tesis mayoritaria entre los aliados es que o se detiene militarmente a Putin en Ucrania o el conflicto se extenderá a otros países como Moldavia. Se enviarán armas y dinero, y los muertos los pondrán los ucranianos y también los rusos. Un general de Catalina la Grande dijo que Rusia no estaría tranquila hasta que en las dos partes de sus vastas fronteras hubiera soldados rusos.
La geografía siempre les ha perturbado. Putin quiere recuperar el imperio perdido y, de paso, debilitar una Europa que le estorba por sus libertades tan contrarias a la dictadura que él regenta desde hace veinte años.
Publicado en La Vanguardia el primero de junio de 2022
Y en la economia,para acabar de liar el escenario…. shock de oferta https://articulosclaves.blogspot.com/2022/06/no-apuesten-un-aterrizaje-suave.html
Si las democracias europeas no son capaces de emular la actitud de W. Churchill será una evidencia de su degradación. La comodidad y la ausencia de verdaderos ideales nos conducirá a la ruina. Nuestros padres y abuelos lucharon lo indecible, a qué estamos dispuestos nosotros?
¿Lo dices en serio?
Es una opción. Podemos prescindir de muchas comodidades sin poner en riesgo nuestra vida, excepto la sanidad y la educación. El resto es manejable y tenemos opciones, lo que ocurre es que no interesan a los poderes económicos porque perderían sus enormes beneficios. Los servicios esenciales no deberían estar privatizados.
La trampa de Tucídides.
El Sr. Foix menciona al ministro Albares… que es un cero a la izquierda y al niño Macron que es un especimen prou estrany.
Y Europa esta sin liderar. Ursulina ni idea, i tots els altras tres cuarts del mateix.
Y ahora resulta que la nena Artadi por encargo del fugado se entrevisto con un ruso malin. No es raro que este agotada. Nosotros tambien de pagarles el gasto a toda esta colla de tontos del culin.