Las corrientes de fondo surcan el subsuelo de la política ahora y en todos los tiempos. El gobierno de coalición presidido por Pedro Sánchez tiene una frágil cohesión. El PSOE manda y marca las líneas y Unidas Podemos las sigue o no las sigue. Es más, va siendo habitual que los discursos y las votaciones sean antagónicos.
El PSOE es un partido socialdemócrata y Unidas Podemos es una mezcla de izquierda radical, comunistas, y otras variantes progresistas. Donde más se aprecian las diferencias es en la política exterior, especialmente en estos tiempos de guerra en Europa.
Los socialistas son atlantistas desde que Felipe González visitó a Reagan en febrero de 1983 y regresó con el compromiso de convocar un referéndum que se celebró en 1986 poniendo todo su empeño para ganarlo y permanecer en la Alianza. Del entrada no, se pasó al sí o sí. Fraga se abstuvo como dirigente de Alianza Popular y Pujol aconsejó lo mismo para marcar las diferencias con los socialistas. El mismo Pujol me reconoció que esta posición sobre el referéndum de la OTAN había sido un grave error suyo.
Pedro Sánchez está jugando la carta atlántica, como todos sus antecesores desde Felipe González, y pondrá todo el empeño en que la cumbre de la OTAN en Madrid del 29 y 30 de junio sea un éxito. Se va a tratar básicamente sobre la guerra de Putin contra Ucrania y de la petición de Finlandia y Suecia para formar parte de la Alianza, dos países que han hecho de su neutralidad un signo de identidad.
Las trifulcas en el seno de la coalición de gobierno son constantes y variadas. Es cierto que Pedro Sánchez va sacando adelante leyes y decretos en contra de los criterios de Podemos que se abstiene y se manifiesta en contra de decisiones tomadas por el mismo gobierno. Yolanda Díaz se muestra más afín a Sánchez pero el día del 40 aniversario de la entrada de España en la OTAN tenía una cita con el médico. No asistió al acto.
Estas controversias en el seno del gabinete pueden ser inasumibles si no media un pacto de no agresión entre los socios coaligados. La determinación de Sánchez para cumplir con los compromisos con la OTAN no puede convivir por mucho tiempo con la hostilidad de Unidas Podemos a todo lo que represente la Alianza. Decía Jaume Asens, el portavoz de UP en el Congreso, que ellos están con la ONU, por la paz y por el diálogo. En esto estamos todos. Pero la formación está en el gobierno. Tienen su derecho pero perjudican la credibilidad de Pedro Sánchez que, paradójicamente, no puede prescindir de ellos si quiere continuar en La Moncloa.
El problema es que el PSOE tiene solo 120 escaños y necesita las muletas de Unidas Podemos y del resto de socios de investidura que no están interesados en la política exterior sino en los beneficios que pueden obtener del gobierno central.
Núñez Feijóo le ha echado una mano en dos votaciones en las que los socios de Sánchez le abandonaron. Pueden repetirse situaciones parecidas en el futuro y no cabe descartar una crisis de gobierno en la que Unidas Podemos quedara fuera y Sánchez gobernara en minoría unos meses. Hay que esperar a los resultados de Andalucía.
Si los socialistas salen tan castigados como indican las encuestas y Podemos pierde fuelle, una crisis de gobierno puede resultar inevitable. A Sánchez no le interesa convocar elecciones y a Feijóo, por distintas razones, tampoco. Los dos necesitan tiempo. Sería un gobierno débil con una oposición dura pero contenida en espera de mejor ocasión. El interrogante es qué resultado tendrá Vox en Andalucía y si es imprescindible para que Moreno Bonilla pueda ser investido como presidente.
A mi modo de ver, cuando alguien forma parte de un órgano colegiado –y el Gobierno de la Nación es su máximo exponente– tiene derecho a manifestar sus opiniones en el seno del propio órgano, pero, una vez tomada una decisión por la mayoría de sus miembros, todos están obligados a defender esa postura de puertas afuera, por lealtad institucional. Y, si tan en contra está uno de las opiniones de la mayoría de ese órgano colegiado, puede renunciar al sueldo y al coche oficial y dimitir. Lo que no vale es anunciar públicamente que no se está de acuerdo con la mayoría y seguir tan campante, formando parte de ese órgano de gobierno.
Me parece lo más razonable y ético.
La ONU. Es un organismo en el que existe.la capacidad de veto de las superpotencias, lo que lo convierte en un wuieto y no puedo. No tiene poder frente a los poderosos: EE. UU ., China Rusia, Francia y Reino Unido. Muchas de sus resoluciones son irrelevantes. Tiene prestigio pero carece de democracia, el voto de la mayoría de miembros es inútil ante los poderes mencionados. Recordemos, uno es Rusia y antes la URSS.
Que alternativa existe para Europa sin la OTAN? La neutralidad, pero, hemos visto lo que han pedido Finlandia y Suecia. También la obstrucción turca, muy significativa. Luego, la neutralidad parece una posición solo visble para Suiza, o Andorra. No lo parece para España, ya que de modo inmediato te posicionas, sin quererlo quizás, a favor de Rusia.
Defender la paz es lo más noble, pero como conseguirla no es sencillo, y menos cuando se actúa de parte.
Una OTAN europea. Pero no la quieren.
Sí, sería una solución. La dificultad reside en la fuerte exigencia de solidaridad y renuncia a poder por parte de los estados. El dilema es que valoramos más: ser europeos como primer nivel de identidad, o ser magiares, alemanes, polacos, españoles…
Exactamente la misma que ahora. Pero teniendo el cuadro de mandos.