No pretendo recurrir a la nostalgia, sino a los recuerdos positivos de un estado de ánimo colectivo más optimista, más creativo, más solidario y más inclusivo que el que vivimos en estos tiempos en que no existe un solo proyecto con capacidad para ilusionar a una gran mayoría de barceloneses, catalanes y también españoles.
Hace 30 años nos preparábamos para celebrar unos Juegos Olímpicos que resultaron ser un éxito sin precedentes. Barcelona daba los últimos toques a lo que sería su cita mundial más impactante de su historia contemporánea. Había casi cien mil voluntarios dispuestos a echar una mano en lo que fuere.
El 13 de junio llegó la antorcha olímpica a Empúries, empezando un largo recorrido por las tierras hispánicas hasta su llegada a Barcelona la víspera de la inauguración de los Juegos. Pasqual Maragall me contó que muchos días, al amanecer, subía a Montjuïc y contemplaba la gran transformación que suponía la apertura al mar, las rondas, la remodelación del Estadi Olímpic y todas las infraestructuras que cambiaron el semblante de lo que ha sido siempre una gran ciudad europea. Barcelona es y puede seguir siendo el epicentro económico, cultural y creativo peninsular, ciudad cosmopolita y abierta, acogedora y social.
Catalunya sin Barcelona sería otra cosa a pesar de que la mayoría de los políticos en activo prefieren vivir alejados de la ciudad. Es cuestión de encontrar un proyecto inclusivo de todos y para todos, muy lejos de la endogamia y el sectarismo que nos ha enfrentado y dividido poniendo como prioridad una causa que no ha ido bien para nadie y que, además, es imposible si, como he escrito tantas veces, se pretende llevar a cabo en contra de España y sin la cobertura y la complicidad de Europa.
No sé qué va a ocurrir con los Juegos de invierno del 2030. Tampoco intento calificar la actitud del presidente aragonés o el Gobierno de Catalunya. Los que hemos transitado por lo alto de muchas de las cumbres pirenaicas sabemos que no tienen connotaciones administrativas ni políticas. Es la naturaleza, estúpidos. Barcelona lo hizo muy bien y lo puede volver a hacer si caen las vendas de sus ojos y encuentra gestores que vayan más allá de visiones ideológicas exclusivas que apuestan más por el decrecimiento que por el progreso.
Publicado en La Vanguardia el 17 de junio de 2022
Des de la seva supina ignorancia, obliden els nostres polítics que uns Jocs (Olímpics o d’Hivern) no es donen a un país o a una regió, sinó a una ciutat (Pekín, Tokio, Turín, Sochi, Barcelona…): per tant, per molt que desprès les instal·lacions estiguin als Pirineus, una ciutat haurà d’encapçalar la candidatura i ja em veig venir que a Aragó no acceptaran que siguin els «Jocs de Barcelona»
Si es la NATURA,dejeu que segueixi el seu ritme i no la transformeu amb ciment.Els estúpids són aquells que volen treure rendiment sensa mira el bé comú i meinsprean als pobres.
El Sr. Foix y otro LLuis (Bassat) en LV de hoy hablan de esta Barcelona que fue y que puede volver a ser despues del desproposito Colau.
Collboni… Maragall (Ernest)… Uf uf uf…
Faltan lideres de verdad y en el abrevadero politico actual ni estan porque no deben ni se les espera.
Aixo va amb el automatic cap el pedregar.
Estic d’acord en tot el que ens diu, Lluis Foix.
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I com diuen els navarros : » Siempre en pie, aunque la tierra se hunda »
Viva los ABEL…España / Cataluña