Es cuestión de coherencia. Si Mònica Oltra, vicepresidenta valenciana de Compromís, repitió en varias ocasiones que ella se iría a casa si se encontrara en la situación del presidente Camps, imputado por varias causas, abandonaría su cargo.
El Tribunal Superior de Justicia de Valencia ha imputado a Mònica Oltra y ella entiende que lo que valía para Camps no rige para ella. Imputar no implica culpabilidad. Cierto. Los tiempos son muy largos y la verdad acaba imponiéndose aunque sea con meses o años de retraso.
Ximo Puig tiene atribuciones para cesarla pero, de momento, no lo ha hecho porque su gobierno descansa sobre el equilibrio de pacto del Botànic en el que Compromís es una muleta principal. Oltra tiene su visión particular sobre el proceso judicial que afecta a su ex marido. Nadie es responsable de lo que hace otra persona, por muy próxima que sea. El problema es que ha sido imputada por un tribunal y ella dijo varias veces que si algo parecido le ocurría a ella, dimitiría de su cargo.
El juez puede equivocarse e incluso dictar sentencia injusta. Pero el problema radica en la coherencia entre lo que se dice que se haría y lo que acaba haciéndose cuando lo que exigía a los demás atañe a uno mismo. Es discutible si un político debe dimitir por el hecho de ser imputado en un supuesto delito. Hay casos escandalosos que muestran a políticos que dimitieron al ser imputados y luego fueron absueltos.
El problema de Mònica Oltra no es su responsabilidad sobre los supuestos hechos que se le puedan incriminar sino por haber exigido actitudes a políticos adversarios que ahora, en parecidas circunstancias, no se quieren asumir. Oltra haría bien en dar un paso al lado y ser consecuente con lo que pedía para otros lo que ahora le afecta a ella.
Una repuesta demasiado ambigua de l’Albert P., unas palabras que un día años ya que con su dureza comentaba lo que son los políticos: raza de víboras…
» Es alló de teues a meues. «