En el momento en que el escrutinio daba 58 escaños a Moreno Bonilla, una mayoría absoluta en Andalucía que no esperaba ni él, la masa crítica de tertulianos y comentaristas empezaron a señalar a Pedro Sánchez, que seguiría la noche electoral desde la Moncloa. Alguien se sacó del manual la teoría del pato cojo, una expresión anglosajona que se aplica a los presidentes norteamericanos al término de su segundo mandato cuando se convierten en irrelevantes a pesar de ejercer las funciones presidenciales y residir en la Casa Blanca. Ya viven en el pasado aunque estén el presente.
Hay que ser cautos antes de escribir el obituario político de Pedro Sánchez. Pero ver el mapa de Andalucía teñido de azul, sin una sola provincia pintada de rojo, tiene que impresionar al presidente que ha hecho de la resiliencia su manera habitual para afrontar los problemas en su vida pública.
El papel de Pedro Sánchez en el escenario internacional ha estado a la altura de las circunstancias. La primera ministra neozelandesa, Jacinda Ardern, dijo que era el líder que más respetaba, junto con la primera ministra de Dinamarca. Los tres son socialdemócratas.
Dentro de una semana será el anfitrión de la cumbre de la OTAN, que se celebrará en Madrid con dos temas muy relevantes en la agenda: la guerra en Ucrania y la petición de incorporación de Suecia y Finlandia a la Alianza Atlántica. La política exterior suele ser el refugio de muchos líderes atrapados en las tensiones propias de la gobernabilidad de su país. Emmanuel Macron habló más de cien horas por teléfono con Putin desde el pasado diciembre. Hace unos días dijo que no se podía humillar al autócrata del Kremlin que ha destruido ciudades enteras de Ucrania y en la última semana de la campaña se trasladó a Rumania y viajó en el Orient Express desde Polonia hasta Kyiv junto con Scholz y Draghi para entrevistarse con el valiente y desesperado Zelenski.
De nada le sirvió a Macron para obtener una mayoría en la Asamblea Nacional, en la que tendrá que maniobrar entre los bloques de la amalgama de izquierdas de Mélenchon y una Marine Le Pen que ha irrumpido con 88 diputados de derecha extrema en la Cámara. Un fracaso de la nueva política de Macron, a quien los franceses han votado dos veces como presidente pero el domingo le dieron una solemne bofetada en las elecciones legislativas.
Pedro Sánchez podría pasar con nota en política exterior. Pero en política no se vive de prestigios foráneos. Ni tampoco de golpes de efecto o de las ocurrencias de los expertos en comunicación que le rodean. A la que se descuida alguien se descuelga con retóricas moralizantes o con campañas en las redes que confunden a propios y extraños.
El Gobierno de coalición tiene un serio problema en la propia coalición. En cuestiones fundamentales como la seguridad, la guerra en Ucrania, las relaciones con la OTAN y con la Unión Europea y el papel de la monarquía tienen discrepancias que varios ministros de Unidas Podemos se encargan de divulgar a los cuatro vientos.
Las divisiones en los gobiernos suelen ser castigadas en las urnas. Aquel abrazo tan efusivo entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias al sellar el gobierno de coalición presagiaba un choque de dos culturas políticas muy distintas, la del centroizquierda y la de la izquierda radical.
Pero el PSOE tenía 120 escaños y necesitaba para la investidura los 35 que le ofrecía Pablo Iglesias, más el resto de partidos nacionalistas, independentistas y concertados, que no solo le invistieron sino que aprobaron los presupuestos.
Y a partir de ese momento empezaron los problemas porque el discurso y la acción política de Pedro Sánchez están condicionados por la heterogeneidad de sus socios. En este sentido cada vez se asemeja más a un pato cojo porque su capacidad de maniobra es más frágil. Podemos irá a lo suyo y los independentistas no aceptarán otra salida que no sea la retórica de la independencia. Lógico.
¿Qué diría el manual del resiliente en una situación tan crítica? Me imagino que pasaría por cesar a los ministros de Podemos y limitar las relaciones con los independentistas a la administración ordinaria de las cuestiones públicas. Y gobernar en minoría hasta convocar elecciones. ¿Quién le pondría una moción de censura? Podría recuperar el espacio de la centralidad aunque quizás es demasiado tarde. En Andalucía la ha ocupado el PP.
Publicado en La Vanguardia el 22 de junio de 2022
Bona revetlla a tothom!!
Víctimas civiles y viviendas destruidas: el rastro de las armas entregadas a Ucrania por EE.UU.
Los bombardeos ucranianos perpetrados con armamento de alto calibre proporcionado por la OTAN causan graves daños en numerosas instalaciones civiles de varios barrios de Donetsk. A pesar de que la población de la ciudad está acostumbrada desde hace años a los ataques, estos solían ser con proyectiles de menor calibre, por lo que la destrucción provocada por los recientes bombardeos no deja de sorprender a los vecinos.
El Pato Donald fue el ultimo pato serio que conozco. Todos los demas ni laqueados saben a nada. El guaperas total de la moncloa es un superviviente que va a lo suyo importandole un pimiento todo y todos los demas.
Ja les podeu fer ben altes,
les fogueres aquest any:
cal que brillin lluny i es vegin
els focs d’aquest Sant Joan.
Cal que es vegin de València,
de Ponent i de Llevant
…
i el crit d’una sola llengua
s’alci dels llocs més distants.
Joan Maragall
La diferència és que el «pato cojo» se sabe que tiene fecha fija de caducidad, mientras que Sánchez, no: es el «Mago Pop» de la política. A partir de ahora amenazará a podemitas y nacionalistas con convocar elecciones y dejarles en la calle, con lo que todos se callarán, que fuera de los despachos hace mucho frío (o calor).
Me da igual, que mande el poder del gobierno< central, el PP ó el PSOE … porque siempre se cumplirá IGUALMENTE, el antiguo refrán castellano … EL PODER CORROMPE
Solo será cuestión de TIEMPO.