Europa se defiende de Putin

Putin ha empezado la invasión de Ucrania y el que está imponiendo por la fuerza la anexión de un país soberano atacando objetivos institucionales y civiles.

La historiadora Margaret MacMillan escribe en su espléndido libro 1914, de la paz a la guerra que resulta cómodo encogerse de hombros y decir que la Gran Guerra fue inevitable; se trata de una conclusión peligrosa y más teniendo en cuenta que nuestro mundo se asemeja en algunos aspectos, aunque no en todos, al de los años previos a 1914, es decir, al mundo que fue barrido por la guerra.

Aquella era la guerra, pensaban los estados mayores y los políticos, que terminaría con todas las guerras una vez que los alemanes cruzaran la frontera para dirigirse a París pasando por Bélgica y arrasando Lovaina. La llegada de la guerra sorprendió a la mayoría de los europeos y su reacción inicial fue de incredulidad y conmoción.

Europa pensaba que la paz era perpetua, el progreso era palpable, los ferrocarriles unían a los pueblos y naciones, los del norte y los del sur se preparaban para disfrutar de vacaciones y los imperios no calcularon que desaparecerían en cuatro años. Qué rápido y cuán de repente, reflexiona MacMillan, se pasó de la paz a la guerra en aquellas cinco semanas que siguieron al asesinato del archiduque en Sarajevo el 28 de junio de 1914.

Otro verano bélico, el del 2022, con miles de muertos en las regiones ucranianas de Luhansk y Donetsk y en un país que conoció los horrores del nazismo y del estalinismo, como describe descarnadamente Vasili Grossman, ucraniano y soviético, testigo de la resistencia de Stalingrado y primer periodista que entró en Treblinka para comprobar la maldad perpetrada en los campos de exterminio.

Las guerras suelen empezarse por sorpresa y con la seguridad de que la victoria será rápida y expeditiva. Vladímir Putin aseguró a Emmanuel Macron unos días antes que no habría invasión de Ucrania. También se lo había comunicado al canciller Olaf Scholz. El presidente ruso mantenía largas conversaciones con líderes occidentales que acudían al Kremlin, se sentaban en aquella extraña mesa larga y les ocultaba que lo que había hecho en Crimea en el 2014 lo iba a repetir ahora en el Donbass ucraniano. Parece que el dominio sobre las dos regiones se ha completado y ahora ha ordenado la ofensiva sobre otras partes de Ucrania.

Estamos en guerra. Ha sido Putin el que ha empezado a matar a ucranianos, que se están defendiendo con un patriotismo y una resistencia imprevistas por el Kremlin y por los líderes europeos. No habrá un alto el fuego mientras Zelenski y Putin no se pongan de acuerdo para negociar. Es la clásica guerra de atrición.

Las posibilidades de que el conflicto se extienda sobre Europa son altas. La cumbre de la OTAN de Madrid declaró enemigo a Putin y envió el mensaje a Pekín de que China es considerada como “un rival sistémico de la OTAN y que si no corrige ese comportamiento se va a tener que enfrentar a la acción conjunta de los aliados y sus socios”.

Los europeos no somos del todo conscientes de que esta guerra de conquista de Putin es una amenaza existencial contra nuestro sistema de vida y contra el poder blando pero a la vez duro de la Unión Europea. Es una batalla sobre las libertades y entre democracias y la autocracia de un político que quiere anexionar tierras que en un tiempo fueron zaristas o soviéticas. Son los ucranianos los que no quieren depender del Kremlin.

Un relato muy extendido en la izquierda a la izquierda del PSOE es que no hay que aumentar los gastos de defensa porque las necesidades de los ciudadanos son prioritarias a las de la guerra. Y, además, con esta política atlantista nos hemos convertido en las terminales del poder militar de Washington. Las dos cosas son ciertas, pero no menos inevitables.

Es preferible la actitud y el compromiso de Joe Biden a la desinhibición de Donald Trump, que había sentenciado la desaparición de la Alianza Atlántica. Es bueno recordar que Woodrow Wilson entró en la Gran Guerra en 1916, dos años después de haber empezado y que Franklin D. Roosevelt lo hizo en 1942, cuando Hitler había ocupado media Europa y bombardeado Londres. En la primera, perdieron la vida ciento catorce mil soldados norteamericanos y solo hay que visitar los cementerios de Normandía para comprobar cuántos cayeron en la segunda. Si es una guerra de Putin contra Europa y contra las democracias, es preciso mantener la unidad y fortalecer los vínculos atlánticos. Será duro, pero peor sería rendirse al capricho anexionista de Putin.

Publicado en La Vanguardia el 6 de julio de 2022

  3 comentarios por “Europa se defiende de Putin

  1. Los que ya vivimos, plenamente, la época de Hitler, durante la 2ª guerra Mundial, vemos con estupor que ahora volvemos a tener un segundo Hitler… ( Alias P.tin el Bombardeador ) que nos lleva directamente a la 3ª guerra mundial.

    Este especimen CAINÍCO, al,igual que Hitler no ATIENDE a razones humanas ninguna.

  2. Queda claro que el problema no son las naciones sino los estados. Ucranianos y rusos podían convivir perfectamente. El problema es que solo uno, el estado, quiere mandar sobre todos y todo. En este caso es Putin, en otro es Madrid, Londres o Washington. Las guerras las inician los estados y para ganarlas implican a las naciones

  3. La izquierda más allá del PSOE no quiere aceptar una realidad, y no ofrece ninguna solución alternativa que sea viable para alcanzar la paz. De hecho, le dan prioridad a lo que desea Rusia para apaciguarla, esto la historia nos ha mostrado que no funciona. Desafortunadamente. Recordemos la II Guerra Mundial y el pacto entre la Alemania nazi y la URSS para ocupar Polonia. También el muro de Berlín y lo que implicaba para los ciudadanos de la RDA. Uno de los problemas de la humanidad es que no tenemos ideas nuevas que permitan pasar a otro nivel diferente del que proponen el capitalismo y el marxismo. Un mundo con el objetivo de reducir al máximo el sufrimiento que sabemos que se puede reducir o evitar.

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