Las imágenes de angustia en el aeropuerto de Kabul no son nuevas. Una guerra perdida significa la rendición y, en cualquier caso, una retirada a tiempo antes de que sea demasiado tarde. La guerra de Afganistán fue autorizada por las Naciones Unidas para derrocar al régimen de los talibanes que habían adiestrado a los autores de los atentados de Nueva York de 2001. Una coalición internacional barrió a los talibanes del poder en cuestión de meses.
Un elefante mató a un mosquito. Se pretendió construir un régimen democrático bajo el tópico de nation building. Se enviaron armas, soldados, compañías constructoras, se pretendió que los afganos se gobernaran con criterios occidentales que han ocupado el país durante veinte años. Sin estrategia, sin implicación cultural, sin entregar de verdad las claves del gobierno a los políticos autóctonos, se fue creando un sentimiento de venganza entre los talibanes que se retiraron en las montañas y fuera de las ciudades.
No es novedad que un ejército poderoso tenga que batirse en retirada. Persas, griegos, romanos conocieron esta amarga experiencia. Napoleón abandonó Moscú en 1812 después de haber creado la versión rusa de la Academia Francesa nada más llegar al Kremlin. Sentado sobre las cenizas de una ciudad en ruinas y sin haber recibido la capitulación rusa, la Grande Armée emprendió la catastrófica retirada hacia Francia.
Los británicos se retiraron de Gallípoli en 1915 después del fiasco de la batalla de los Dardanelos siendo primer lord del Almirantazgo, el joven Winston Churchill.
Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, a finales de mayo de 1940, unos trescientos mil soldados británicos y franceses fueron evacuados con miles de bajas a los puertos de Inglaterra, después de haber sido sitiados por las tropas alemanas en Dunkerque.
La guerra de Vietnam terminó con una masiva y precipitada retirada de los soldados americanos de Saigón, un espectáculo inmortalizado por la película “The last days” en la que se utilizaron imágenes reales de aquella dramática y agitada huída.
Las grandes potencias se han estrellado en Asia Central muchas veces a lo largo de la historia. En el Gran Juego , «the big game», del siglo antepasado, los británicos fracasaron en tres guerras consecutivas en Afganistán. En una de ellas, no llegaron ni siquiera a retirarse. En la Garganta de Kabul toda la expedición británica fue eliminada. La leyenda cuenta que sólo se dejó en vida a un tal doctor Hamilton que escapó a uña de caballo para comunicar al cuartel general británico en las inmediaciones del paso de Kyber la magnitud de la tragedia.
En Afganistán se estrelló el impresionante imperio soviético que cruzó la actual frontera con Uzbekistán en las Navidades de 1979. Aquella expedición se saldó con una humillante retirada de las tropas que envió Breznev y que supondría el principio del fin de un imperio que comenzó a construir Iván el Terrible en el siglo XVI.
El siglo pasado vivió espectaculares trasiegos humanos como consecuencia de guerras, tratados internacionales, intercambio de poblaciones pactadas o forzadas. La mayor migración de la historia es posiblemente la de los veinte millones de musulmanes que abandonaron India en 1947 para establecerse en Paquistán y crear un estado basado en criterios estrictamente religiosos. Fue un grave error que todavía tensa las relaciones entre los dos países. Se da la paradoja, además, que hay hoy más musulmanes en la India que en el propio Paquistán cuyo último censo ascendía a 216 millones, la gran mayoría musulmanes.
Después de la Gran Guerra unos siete millones de europeos cambiaron de estado como consecuencia de la modificación de las fronteras diseñadas en la Conferencia de París y en los tratados que se derivaron. Quedaron más húngaros fuera de Hungría que dentro de sus fronteras. El Tratado de Trianon es una espina histórica que los húngaros llevan clavada en sus genes. Los alemanes, polacos y griegos fueron los más afectados por aquel reparto artificial.
Como consecuencia de la caída del imperio ruso y la instauración del régimen comunista, con la guerra civil posterior, dos millones de rusos huyeron de su país. Más de medio millón de alemanes huyeron de su país antes de que empezara la guerra. La derrota republicana en la guerra civil española y la llegada de la dictadura de Franco forzó a más de medio millón de españoles al exilio. Al terminar la segunda guerra mundial unos quince millones de europeos se vieron forzados a cambiar de país como consecuencia de la modificación de las fronteras.
La huida de varios millones de sirios empujados por la guerra, el hambre y la persecución, es un ejemplo reciente de huidas masivas de personas que han perdido sus bienes y sus raíces. Los varios millones de ucranianos que han abandonado su país o se han desplazado dentro de él son la última muestra del trasiego humano forzado. Un conflicto que enfrenta a ejércitos extranjeros con los que defienden su tierra y su historia es muy doloroso para todos, principalmente para los que han sufrido más cruelmente las consecuencias de la guerra.
Es auténtico y patético este texto que circula por las redes:
«Si alguna vez te sientes
inútil, recuerda que se necesitaron 20 años,
billones de dólares y 4 presidentes norteamericanos
para reemplazar a los talibanes por los talibanes».
Publicado en este blog el 28 de agosto de 2021
Excelente artículo en clave histórica.
Dejo este mio sobre una película que va al tema:
El hombre que pudo reinar – por Francesc Sánchez
https://www.elinconformistadigital.com/2020/12/18/el-hombre-que-pudo-reinar-por-francesc-sanchez/
Saludos cordiales
Con la victoria de los talibanes se ha demostrado otra vez que LA NO -INJERENCIA era la doctrina correcta. La no injerencias en asuntos internos era la norma de las Naciones Unidas hasta la caída del muro. USA creyó que podia establecer un Nuevo Orden mundial y presionó para establer una doctrina intervencionista «por motivos humanitarios» o «para salvar los derecho humanos». Los máximos exponentes fueron presidentes republicanos, que hasta entonces pertenecían a un partido aislacionista. Excepto en los Balcanes esta política y doctrina ha sido un fracaso absoluto. De» lo menos malo» pasamos a «lo peor». Son las propias sociedades y culturas que han de evolucionar des dentro. Puede ayudar al cambio, pero no imponerlo. Ni con ejercito, ni con ayuda asistencial, ni con sobornos.
Todo eso es el fracaso total de la humanidad que es incapaz de crear una sociedad que haga honor a lo que proclaman la mayoría de ideologías y religiones: amor, justicia y paz. Este fracaso no es de una nación, un estado o un imperio, es la muestra de la incapacidad de nuestra especie para alcanzar la mínima sabiduría imprescindible que nos permitiera superar el apego al poder, la adoración al becerro de oro, el dominio, la violencia, la destrucción de vidas de niños, niñas, mujeres y hombres sin importar más que los delirios de una especie brutal y criminal dividida en tribus que se matan y roban unas a otras, y dentro de ellas. Todos nuestros relatos ideológicos y religiosos son erróneos, sirvieron, pero ya no sirven. Si Dios existe no tiene nada que ver con Él que más o menos hemos inventado, por lo pronto le asignamos sexo masculino, y eso no tiene sentido ni lógica. Todos los profetas son hombres, un sexo que lleva la marca de la violencia (Cain y Abel) y agresividad para quedarse con el poder.
La especie humana ha alcanzado su nivel máximo de incompetencia. Somos tan torpes que creemos ser libres cuando la psicología y la neurociencia han mostrado que carecemos de libre albedrío en sentido amplio. Solo somos una etapa en la evolución de la naturaleza que, esperemos, evolucionará a otra especie que si pueda conseguir lo que la nuestra es incapaz.
Un bon comentari.el mon está ple de sectas que amb el seu proselitisma anula la llibertat del ser huma i no mes busca enriquirse i perpetuarse en el temps apoyats per el mite dels deus o del deu unic.Ara el mite de deu no ven i apareig el mite de la Pau que sempre es i será fon de guerras.Es un necesari un nou paradigma que modifiqui el ser huma en la seva manera de entendra que no existeix una sola veritat i que la conprensio entre culturas es el unic mitja per viure com essers humana.
Pienso que Occidente se ha derrotado a si mismo, debido a su propia corrupción.
Algo parecidole ocurrió a España, en el siglo pasado, cuando la guerra con Marruecos, a principios del siglo 20,
Vease el desastre de anual. España hacia la guerra con Maruecos y al mismo tiempo les vendia material de guerra.
Los Estados Unidos y Occidente hacian y hacen idem con Afganistan.
No comment. Todas las naciones del mundo hacen y se comportan idem.
Impecable leccion de Historia del Sr. Foix.
La Demografia es una ciencia que queda out cuando se producen estas movidas millonarias de gente que por causa de las guerras tienen que abandonar su pais, su historia y sus raices.
Un año despues de la vergonzosa y patetica huida del ejercito norteamericano de Afganistan se constata que nada esta mejor en aquel pais, todo al contrario, se han reinstalado en la Edad Media mas atroz, mientras Biden ya no se cae de la bicicleta ni tampoco se le cae la cara de verguenza.