Cuatro primeros ministros en seis años y cuatro ministros de Economía en cuatro meses. No es Italia. Es el Reino Unido. Liz Truss, la primera ministra, ha destituido a su ministro de Economía al que ha ofrecido un coche oficial para acompañarle a su domicilio. Su plan de choque al tomar posesión al principio de septiembre ha sido rechazado por los mercados, las clases medias y las más vulnerables. Incluso por sus diputados conservadores que han empezado a intrigar para que abandone el cargo.
La libra se ha hundido, la bolsa se ha despeñado y la credibilidad del gobierno está por los suelos. Liz Truss ha dado marcha atrás en la anunciada rebaja de impuestos generalizada y ha aumentado las tasas a los beneficios de las empresas.
La medicina Thatcher no ha funcionado porque los tiempos son otros y porque el Reino Unido ya no puede culpar a Bruselas de lo que ocurra. El ministro destituido, Kwasi Kwarteng, lanzó el mini presupuesto siguiendo instrucciones de la primera ministra. Es más, Truss ha cesado con pesar a Kwarteng con quien comparte los criterios neoliberales que han sido rechazados por los mercados y por los indicadores económicos.
Aceptó cuatro preguntas en una fulgurante rueda de prensa y todas ellas decían lo mismo en palabras distintas. Si usted cesa al ministro de Economía porque ha cumplido con sus instrucciones, ¿tiene sentido que usted continue presidiendo el gobierno? El acreditado periodista del Financial Times, Martin Wolf, ha dicho desde Washington que el mini presupuesto era “malo, loco y peligroso”. Y ha sentenciado que la primera ministra debe dimitir.
Sus continuación en Downing Street es improbable que dure meses. Ha perdido la credibilidad, ya no cuenta con el apoyo de los diputados conservadores y los mercados no han reaccionado con la destitución de Kwasi Kwarteng. El ministro estaba asistiendo a la reunión del FMI en Washington y fue requerido a Londres inmediatamente en un avión de linea regular. Fue recogido en Heathrow y llevado a Downing Street donde se le pidió que presentara la dimisión. En dos horas iba camino de su casa, en coche oficial, pero convertido en un diputado llano.
El daño que ha ocasionado el Brexit empieza a vislumbrarse en muchos frentes. La frivolidad de David Cameron es grande. Y la de los supremacistas “tories” que impulsaron el No, también. Todo indica que lo pagarán caro políticamente con una Escocia que quiere volver a ser europea y una provincia de Irlanda del Norte con tentaciones de unirse a la república de Irlanda.
Aquí, al menys, ens podem queixar de que els polítics no fan el que han promès, però la senyora Truss no ha enganyat a ningú: està aplicant la política que va anunciar. I entenc que, si els seus la varen votar, devia ser perquè hi estaven d’acord. Ha de marxar ella, però també molts altres del seu partit.
Despres de llegir al vostre article, Sr Lluis Foix, penso que els British, creia que eran mes inteligents, pero desde el brexit, veig que son tan tanocas com nosaltres.
Doncs uns viuen les consecuencies del BREXIT i els altres viuen les consecuencies del CATALANEXIT.
El Brexit i el Catalexit, tenen la virtut de treurens la Tanocaosis, perque ens fa viure plenament la realitat de la vida Económica i del modusvivendi en la convivencia social humana, entre nacions i tambe entre poderosos oligarques.
El rio revuelto ingles tozudo y prepotente de toda la vida, pero que ahora como muy bien escribe nuestro anfitrion no puede echar la culpa a la Union.
Nunca acaban de aceptar que son pelin vagos y tontitos y que a veces meten la pata hasta el corbejon.
Estamos ante otro escenario de incertidumbre y de inseguridad que es lo que se lleva ahora en el planeta Tierra y que deja con el culin al aire a toda una mesnada de dirigentes que no son mas tontos porque entrenan poco. Por vagos. Gente extraña que nos gobiernan mucho y mal.
Y por cierto la Truss fot una mica de por. Y la italiana Meloni ni les cuento.