Cuesta entender la resistencia de millones de ucranianos a los ataques mortíferos de los ejércitos de Putin durante nueve meses de guerra de Rusia contra Ucrania. Es incomprensible también que el frío, los cortes de luz, de agua y de gas no fuercen una rendición y obliguen al presidente Zelenski a pedir un armisticio o un alto el fuego que detenga la barbarie, la destrucción y la muerte.
Unos diez millones de desplazados en el interior del país o en el extranjero añoran regresar a sus casas aunque las encuentren en ruinas. Se sabe muy poco de la dimensión de la tragedia ucraniana porque los hechos nos llegan fragmentados desde los dos bandos en conflicto.
Pero sí se puede afirmar que quien empezó la guerra fue Putin rompiendo la legalidad. La seguridad de las fronteras es un principio básico del derecho internacional. La resistencia a una invasión rusa en toda regla podía durar unos días o unas semanas pero no prolongarse hasta la llegada del invierno.
El Financial Times, uno de los mejores diarios europeos, acaba de declarar a Volodímir Zelenski el personaje del año por haberse convertido en “el buque insignia del mundo democrático en una lucha global contra el autoritarismo que podría definir el curso de este siglo. Significa la resiliencia y el coraje de su pueblo contra la agresión rusa”.
Su decisión de permanecer en el poder declinando la oferta de Estados Unidos para ser evacuado no demuestra su valentía, dice el Financial Times, sino su responsabilidad.
Son muchos los que piensan que no vale la pena jugarse la vida para defenderse de una agresión injustificada. Un pacto con Rusia entregándole los territorios conquistados, incluida Crimea, habría sido lo más beneficioso para Ucrania y también para Europa. Es la teoría del apaciguamiento que en los años treinta practicaron Chamberlain y Daladier con Hitler para evitar una nueva guerra en el continente con tal de entregarle la tierra de los Sudetes en Checoslovaquia, de habla alemana en su mayoría, a cambio de que los nazis no reclamaran más territorios para ampliar su espacio vital. Ya se sabe lo que ocurrió después de los pactos de Munich de 1938. Churchill sustituiría a Chamberlain, Francia se rendiría y el mundo se entregaba nuevamente a una nueva conflagración global.
La guerra de agresión de Rusia contra Ucrania la ha definido el canciller Olaf Scholz como un Zeitenwende, un gran movimiento tectónico que marcará el fin y el comienzo de una era, el punto de inflexión, que estará condicionado por la emergencia de nuevas grandes potencias –China es la más combativa– que ya se disputan con Occidente la hegemonía económica, militar y política en un mundo multipolar.
Lo que está en juego en Ucrania es si la era de los líderes fuertes, como describe Gideon Rachman, está en auge todavía o ha empezado su declive, que puede durar unos cuantos años. Zelenski, con la ayuda militar y económica de Estados Unidos y de Europa, ha sido el parachoques de los instintos expansionistas de Putin.
La paz llegará en algún momento, pero parece que ni Putin ni Zelenski están dispuestos a negociar si previamente no se aclaran cuáles serán las fronteras o las zonas de influencia. El presidente ruso actua desde los despachos del Kremlin y se deja ver a cientos de kilómetros del frente de guerra, conduciendo un Mercedes, para desmentir rumores sobre su estado de ánimo. Zelenski no se ha movido de la capital y ha aparecido cada día con la ya famosa camiseta militar dirigiéndose a su pueblo y al mundo entero. Los ucranianos que lo eligieron cuando era un comediante se han encontrado con un patriota capaz de plantar cara a la invasión de Putin.
Su actitud y la de la mayoría del pueblo ucraniano es raramente comprendida por amplios sectores de las sociedades europeas que son golpeadas por la crisis del coste de la vida, precisamente como consecuencia de la guerra en Ucrania.
Es imposible predecir el final del conflicto y mucho más vislumbrar la suerte que correrán tanto Zelenski como Putin. Pero la historia tendrá en cuenta que el presidente ucraniano fue el dique de contención ante la barbarie expansionista de la Rusia de Putin. Es uno de los puntos en los que prácticamente toda Europa está de acuerdo.
Publicado en La Vanguardia el 7 de diciembre de 2022
Europa se mira el ombligo tambien a traves del Financial Times que se ha pasado tres pueblos.
Per la edad he viscut , al principi i el final de la 2ª guerra mundial i veig que seguim igual.
Que no ha cambiat res de res.
Els Cains contra els Abels …». El poder corrompe » … La esclavitut moderna i el negoci mil-lionari de la Guerra i els bombardeijos massius i crimminals. Amb la indiferencia dels poder invisible, pero real, dels que s’en beneficiatn millonariament,
I aixis in secula seculorum.