La guerra de Putin contra Ucrania ha despertado y ha unido más a la mayoría de países europeos dispuestos a ayudar económica y militarmente a Zelenski para defenderse del atropello de una invasión injustificada. Putin no ha conseguido su objetivo gracias al apoyo de Estados Unidos y de Europa, que han desbaratado la anexión de un viejo país por otro igualmente antiguo. El conflicto ha causado ya decenas de miles de muertos rusos y ucranianos.
La guerra ha puesto de relieve la resistencia combativa de Polonia y los países bálticos y ha expuesto las complicidades entre la Hungría de Orbán y el Kremlin de Putin. El resto de países europeos están comprometidos, al precio que sea, a que esta guerra no la gane Rusia.
La gran desconcertada ha sido Alemania, que ha visto cómo los ejes troncales de su política del último medio siglo se han venido abajo y no sabe cómo utilizar su fuerza, que consistía precisamente en no recurrir nuevamente a las armas. El peso de su historia reciente asusta a los alemanes que son conscientes, como señala la historiadora Margaret Macmillan, de que “desde Bismarck, a partir de la unificación de 1871, Europa ha sido siempre, de una forma o de otra, una cuestión alemana”.
Alemania ha dejado de usar completamente el gas ruso, pero ha tenido que cambiar su estrategia que consistía en depender energéticamente del Kremlin, exportar a China, a Rusia y a Europa, sin ostentar la hegemonía política continental y mucho menos involucrarse con armamento en una guerra en Ucrania donde el nazismo mató a cientos de miles de personas en los años cuarenta del siglo pasado.
Entiendo las dudas de Olaf Scholz compartidas por la mitad de los alemanes, que no querían enviar los tanques Leopard 2 que con tanta urgencia les reclamaba Zelenski. Alemania finalmente enviará esos carros de combate y autorizará a países terceros que puedan hacer lo mismo. El canciller Scholz, a pesar de sus dudas, finalmente ha optado por una involucración directa al armar con esos tanques a Ucrania.
La gran paradoja o el cinismo de esta guerra es que Europa y Estados Unidos están aumentando el complejo militar industrial que destruirá miles de vidas y que, eventualmente, podría enfrentar directamente a Europa con Rusia, con Alemania como escenario de las hostilidades. Otra vez. Hay que constatar que quien ha declarado la guerra ha sido Putin y no Europa ni la OTAN. Y es lógico que se defienda con todos los medios a un país soberano atacado sin causa justificada. También porque detrás de Ucrania vendrían otros estados que estuvieron bajo la órbita rusa y, finalmente, porque las democracias occidentales quedarían debilitadas ante la obsesión imperial y expansionista de Putin.
El apaciguamiento de Munich en 1938 tuvo fatales consecuencias para el mundo libre. Alemania, decía Jorge Semprún, es el país europeo que tiene experiencia de los dos totalitarismos del siglo pasado y por ello tiene que luchar y liderar el futuro de Europa.
La decisión de armar con los tanques alemanes a Ucrania es arriesgada y peligrosa. Pero Alemania no podía debilitar a Europa dejando que Putin machacara impunemente a los ucranianos que se juegan sus vidas para no ser engullidos por Rusia.
Publicado en La Vanguardia el 25 de enero de 2023
A veces hay que saber perder, para ganar
La ministra Robles ya le esta dando 3en1 a los oxidados Leopard que tenemos aparcados quien sabe donde.
Zelenski ha cesado a medio gobierno por corrupcion y su señora esposa ha estado en Davos dando la vara y exhibiendo palmito al tiempo que pedia ayuda para…. para que?
la UE se equivoca en no promover una taula de dialeg que por aqui sabemos que de poco sirve pero desinflama.
Que no prenguem mal tots plegats!