Todos los periodos de progreso y libertad en nuestra convulsa historia se han basado en la confianza en la convivencia cívica y política. La Europa que surge de los escombros y de los millones de muertos de la última guerra mundial es una apuesta por el entendimiento, enterrando el odio acumulado entre franceses y alemanes después de tres guerras que empezaron en Alemania.
Muy pronto los políticos más sensatos de los dos países entendieron que la guerra no era la solución para ninguna de las naciones europeas. El entendimiento tenía que sustituir al rencor.
El que fue jefe de la resistencia francesa y más tarde ministro de Exteriores de Francia, Georges Bidault, se dirigió a un grupo de soldados alemanes prisioneros para decirles: “Soy el jefe de la resistencia y he venido para desearles un rápido restablecimiento. Ojalá se encuentren ustedes pronto en una Alemania libre y en una Europa libre”.
La Alemania que surgió de las cenizas de la guerra no solo pidió perdón, sino que ha arrastrado un sentimiento de culpa que todavía perdura. Europa no ha olvidado ni ha escondido su pasado, pero se ha construido sobre el perdón, que es una forma de mirar el futuro con cierta confianza y optimismo.
La ruptura política y social que se observa en prácticamente todas las democracias liberales no augura nada bueno. Hay que reconstruir los puentes internos y fortalecer las alianzas internacionales. Se puede convivir civilizadamente desde posiciones opuestas.
El llamado régimen de 1978 ha comportado el periodo más largo de progreso, libertad y paz social que ha conocido nuestro país. Quienes quieran crear un enfrentamiento interno desde posiciones irreconciliablemente enfrentadas son unos irresponsables.
Pactar, trazar puentes entre adversarios, dialogar, es compatible con defender los principios y los intereses individuales y colectivos. Los países avanzan cuando se crean ámbitos de consenso y de respeto entre posiciones contrapuestas. Nadie tiene nunca toda la razón y los errores y aciertos abundan en la izquierda y en la derecha. El objetivo es el buen gobierno sin prejuicios ni sectarismos.
Publicado en La Vanguardia el 3 de febrero de 2023
Artículo conciso, claro y acertado en tiempo y lugar.
Gracias, Lluís, por tus artículos cotidianos.