Escenarios postbélicos

Aunque Putin ganara la guerra, los ucranianos no aceptarían pacíficamente ser súbditos del Kremlin

Los pueblos cambian el paisaje humano, pero viven condicionados por la geografía que, a su vez, dibuja los grandes trazos de su historia. La guerra de Putin al invadir Ucrania cabe explicarla por la paradoja de que se trata de un país que vive históricamente obsesionado por controlar su inmensidad territorial. Rusia siempre está ahí, inamovible, inmensa, basculando entre su alma europea y la gran realidad geográfica oriental.

Es sintomático que la mayor parte de las guerras de Rusia hayan sido por defender su geografía, es el caso de Napoleón y de Hitler, o el de dominar a sus vecinos, ya sea para neutralizarlos o simplemente para anexionarlos. La invasión de Afganistán en 1980 fue un grave error de Brézhnev, al no calcular el factor geográfico que había derrotado a los británicos tres veces en el siglo XIX. En el Kremlin tenían la propia experiencia de la venganza de la geografía, título que Robert Kaplan dio a su ensayo publicado en el 2013, en el que analiza cómo los estados actuales poseen unas líneas de actuación histórica que dependen de los condicionamientos geográficos. Si algo distingue a Afganistán es ser un cementerio de imperios, a pesar de no tener salida al mar y estar rodeado de antiguos pueblos y civilizaciones.

En su primer mandato como presidente, Putin dijo que “nos esforzaremos por permanecer donde la geografía y nuestro espíritu nos han colocado, pero si nos vemos expulsados de allí, nos veremos obligados a buscar otros lazos para fortalecernos”.

No hay manos inocentes en la historia y Estados Unidos, la Unión Europea y la OTAN se comportaron, según afirma Orlando Figes en su historia de Rusia, como si hubieran sido los ganadores de la guerra fría, y Rusia, la potencia derrotada, no debiera ser consultada sobre las consecuencias del desmoronamiento de la Unión Soviética en las regiones en las que los rusos creían tener intereses históricos y culturales.

Esta lectura que hace Putin desde el Kremlin no tiene en cuenta que la inmensidad geográfica de Rusia no es un pasaporte para rehacer el histórico espacio ruso, ocupando países por la fuerza y saltándose el derecho internacional sobre la inviolabilidad de las fronteras.

Quien ha invadido Ucrania y quien ha destruido pueblos y ciudades enteras ha sido Putin, que, siguiendo el criterio de los zares y de los líderes soviéticos, muy especialmente Stalin, tiene un desprecio por la vida de los propios rusos y de aquellos que no quieren ser anexionados por quien ostente el poder en San Petersburgo o en Moscú.

La decisión de invadir Ucrania hace ahora un año ha chocado con dos realidades inesperadas: la resistencia de los ucranianos que se juegan la vida para no ser súbditos de Rusia y el compromiso de Estados Unidos y de toda Europa en ayudar económica y militarmente a Ucrania para resistir la invasión rusa y recuperar sus territorios, incluida la península de Crimea.

Si Putin sigue empeñado en someter por la fuerza a Ucrania y Occidente entrega armas con la tecnología más sofisticada al ejército de Zelenski, la guerra puede ser más larga de lo esperado y el peligro de una escalada de dimensiones globales no hay que descartarlo. Al final, se llegará a un acuerdo entre Kyiv y el Kremlin. No hay otra manera de parar esta guerra.

Pero el imponderable principal es que la paz, el armisticio o el acuerdo no lo firmen Putin y Zelenski personalmente. La lógica indica que el líder ruso acabe imponiendo sus exigencias porque representa a un país más grande y más fuerte que, además, está obsesionado por sus fronteras.

Suponiendo que Rusia se quedara con el Donbass y mantuviera el control sobre Crimea, asegurando su libre navegación por el mar Negro, tendría que hacer frente a la insurgencia y al rencor que ha incrementado en la sociedad ucraniana, además de asumir el coste espectacular de reconstruir las ciudades que sus propios soldados han destruido. Aunque ganara la guerra, la habría perdido. Ante el mundo y ante sus propios ciudadanos, especialmente los jóvenes reclutados para ir al frente, que no comparten la visión mítica de la Rusia eterna, por mucha que sea la propaganda que ha vertido sobre una opinión pública indefensa porque no está familiarizada con el uso de la libertad.

Publicado en La Vanguardia el 15 de febrero de 2023

  2 comentarios por “Escenarios postbélicos

  1. Me causa sorpresa no ver comentarios en este excelente artículo.

    Esto no se puede deber a otra razón de que Lluís Foix os ha dejado sin palabras.

    Yo tan sólo diré que esta guerra era totalmente innecesaria, y no argumentaré más sobre esto, sólo haré unos pequeños comentarios sobre la situación.

    Dice Tolstoi en Relatos de Sevastópol que las cuestiones que no se resuelven en una mesa de negociaciones con la diplomacia difícilmente -salvo con la aniquilación del enemigo, esto lo agrego yo- se resuelven en los campos de batalla.

    Decía un amigo mio que ha nacido un país que estuvo bajo la bota de la Unión Soviética que la única solución es una rebelión en Rusia que haga caer Putin. Esto me parece que es del todo improbable, porque Putin no es una persona sino el representante de un Estado -sistémico- que se ha restablecido -que además sigue teniendo una amplia aprobación- y en el caso que se diera nada nos indica que el que viniera después -porque imagínense que no viniera nadie…- fuera mejor que Putin.

    En función de lo que dice Lluís Foix -salvo que se decida escalar más en el conflicto, mucho más- el tiempo corre a favor de Rusia. Puede que haya una permanente insurgencia en la Ucrania ocupada -y también terrorismo dentro de Rusia- pero ahí tenemos el Estado de Israel desde su fundación con su trato a los palestinos y -aunque humanamente siempre lo reprobemos- y desde las altas esferas nadie mueve un dedo.

    Mi amigo no entraba en otros escenarios que tan bien apunta Foix en el artículo. Yo aventuro que lo anexionado. anexionado se queda, y Ucrania entra en una OTAN y una Unión Europea reformadas. Una chaladura de alto nivel con consecuencias negativas inmediatas y de larga durada. ¿Pero llegados a este punto de guerra existencial, en la que se nos dice que la Unión Europea y la OTAN se lo juegan todo, no apunta todo a esa dirección?

    De Iraq y Afganistán hablamos otro día.

    Saludos cordiales,

    Francesc

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