Estamos en guerra en Europa, otra vez, y las tensiones internas en las democracias son notas a pie de página en el gran conflicto mayor que está en marcha y que afecta a Rusia, Estados Unidos, China, Europa y, naturalmente, a Ucrania, como escenario inicial de la catástrofe que ha producido ya decenas de miles de soldados rusos muertos, otros tantos ucranianos, miles de niños deportados a Rusia, diez millones de desplazados dentro y fuera de Ucrania, ciudades arrasadas, hambre, precariedad energética, subida de precios y levantamiento de muchos muros.
He releído estos días La marcha de Radetzky, de Joseph Roth, y me ha parecido encontrar un paralelismo entre aquel imperio austrohúngaro de ligerezas y formalidades vienesas, agonizante, que se vendría abajo con la Gran Guerra de 1914, y la sensación que se detecta en el mundo hoy, que el papa Francisco describe gráficamente como que “hace años que estamos viviendo la Tercera Guerra Mundial a pedacitos”.
Crimea y Siria en el 2014 y Yemen después han sido chispas sangrientas a modo de anticipo de una guerra mayor que nos afecta directa o indirectamente a todos. No sufren los dirigentes sino los pueblos. La visita de Xi Jinping a Moscú es un indicio más de la internacionalización del conflicto. Rusia está de facto en guerra con Europa y Estados Unidos, y Putin busca el abrazo desesperado de China, que pretende alcanzar la categoría de potencia hegemónica mundial. Washington y Pekín no están formalmente en guerra, pero sí se disputan el dominio del comercio, la diplomacia y la influencia internacional.
Aquí, estamos entretenidos con la moción de censura de Ramón Tamames; en Francia se ha montado un gran choque social porque Macron se ha empeñado en retrasar dos años, a los 64, la edad de la jubilación; en Italia la extrema derecha de Meloni preside un Gobierno, que quiere cerrar las puertas de entrada de migrantes por el Mediterráneo, y en el Reino Unido se enzarzan en discutir si están mejor o peor después del Brexit, cuando todos los indicadores señalan que irse de Europa fue simplemente un error promovido con mentiras por una élite supremacista.
Estamos en guerra y la industria armamentística es la única que no está en crisis. Las empresas de armas cotizan en bolsa con alzas que han llegado al 150%, como es el caso de la alemana Rheinmetall, y ganancias del 300% respecto al año anterior. La compañía estatal rusa Almaz-Antey se cotiza un 45% más desde la invasión. Las cinco grandes empresas de armamento norteamericanas acumulan un aumento de cotización de 24.000 millones de dólares en el último año. En España, las empresas Santa Bárbara, Maxam, Navantia y otras no dan abasto a sus pedidos. El mundo se está armando hasta los dientes. Se atisba una guerra larga y mucho sufrimiento.
Vale la pena recuperar el discurso de despedida del presidente Eisenhower, al traspasar el poder a Kennedy en enero de 1961: “Debemos cuidarnos de la adquisición de influencia injustificada, tanto solicitada como no solicitada, del complejo militar industrial”. Es el poder económico de las armas.
No puedo exculpar a Putin como directo responsable de iniciar esta gran catástrofe. No debe ganar esta guerra. La ayuda militar a Ucrania está justificada. Pero hay que ir preparándose para la paz, la reconstrucción y el nuevo orden mundial que saldrá de los escombros de la siempre golpeada Ucrania, que, como Polonia, sufrió las mayores atrocidades del nazismo y el estalinismo.
Publicado en La Vanguardia el 22 de marzo de 2023
Las cifras de la industria armamentista son un escandalo.
Hay que parar la guerra y todas las guerras ya!
Negociar, negociar y negociar es lo que toca, pero los que lo tienen que hacer estan hasta el cuello de lobbysmo, de corrupcion i de tanmafot.
Que triste xD
Sr. Foix, he llegit l’article d’avui, titulat : » La guerra que preferimos no ver » … i la meua resposta es la mateixa que vareig escriure, a el anterior article del día : 21.03.2023 titulat : » Moción de censura inútil. «
Sr. Foix
Europa está en decadencia. Hemos vivido con una venda en los ojos. Hemos externalizado nuestras industrias y nuestra dependencia es completa tanto de los EEUU como de China. Alemania, la que parecía infalible, ha cometido graves errores geoesteatégicos y ahora defiende sus intereses del mismo modo que antes criticaba a otros países más débiles.
La economía está distorsionada por la ausencia de un msarco fiscal común y la existencia de paraísos fiscales en la UE. El veto es otor obstáculo para la UE. Y no cambiamos, no tenemos un parlamento europeo con plenos poderes. No somos un estado, una asociación comercial con un poco de gobernanza burocrática común. Pero no una potencia política ni disuasoria.
Sr Foix: mientras la guerra sea un negocio, seguiran habiendo guerras…