La calma no está de moda. La velocidad nos persigue con las noticias, los impactos, las opiniones sobre todo y a todas horas. En el periodismo de la era digital se valoran más las opiniones, las metáforas y las predicciones que los hechos. En las páginas de The Guardian todavía se imprime a diario la frase del más legendario de sus fundadores, C.P. Scott, un diputado liberal progresista que recuerda que “el comentario es libre, pero los hechos son sagrados”. Ahora parece que es al revés y las opiniones adquieren más relevancia que los hechos.
La masa crítica opinativa sobre el bebé comprado por Ana Obregón ha sido muy superior a las intervenciones de expertos, juristas, sociólogos y moralistas. Políticos y periodistas han dedicado horas a emitir opiniones, mientras las redes difundían todo tipo de teorías. Los debates éticos sobre todo lo que afecta a la vida y a la muerte los ha habido siempre y siempre volverán.
Son cuestiones que no dependen de encuestas ni de mayorías que son cambiables, sino que afectan al respeto, a la dignidad, a los derechos y a los deberes de mujeres y hombres de todos los tiempos. Son temas muy delicados que inciden en la intimidad, en la situación personal y en las creencias que conviven en las sociedades plurales modernas.
El sociólogo y filósofo que difundió el concepto de la modernidad líquida, Zygmunt Bauman, sostiene que “la experiencia cotidiana confirma obstinadamente que los principios morales cada vez son menos vinculantes, lo cual resulta alarmante”.
En su ensayo El tiempo apremia afirma que la manipulación de la condición humana no es un invento de los especialistas en genética. La voluntad de diseñar al individuo, es decir, de crear a un hombre nuevo, va asociada a la forma de vida moderna desde sus orígenes. No hay razas puras ni hombres nuevos. Todo es muy viejo.
Las opiniones son naturalmente libres, pero mejor si están fundamentadas. Las civilizaciones nunca han podido prosperar sin cantidades suficientes de información fiable sobre los hechos. La política, lo decía Aristóteles, no es otra cosa sino ética social. Para ello es conveniente un debate profundo, con calma, teniendo presente también las derivadas inesperadamente negativas de leyes aprobadas con prisas.
Publicado en La Vanguardia el 31 de marzo de 2023
Tanta información que se convierte en juicios de valor, denigra a quién los dice como a quién los publica.
He leido el artículo y opino igual.
Tambien tengo en cuenta los grandes incendios , provocados repetidos, ect.
Me recuerda haber leido, hace varios años en la revista que publica, National Geographic Magazine, referiendose a que desde el satelite , obtenian fotografies en colores de los minerales situados bajo tierra, ect.
Pero resaltaba, que los arboles y los bosque, les impedian la VISTA, ect.
NO COMMENT.
M’encanta la cita de C.P. Scott
Los hechos: la especie humana está evolucionando de modo continuo tanto como ser biológico como cultural. Siempre se forma el hombre y la mujer nueva. Y menos mal que las tradiciones erróneas son desplazadas por la razón.
La tecnología cambia las sociedades y la economía. Siguen existiendo clases, colonialismo, racismo y xenofobia. Si tienes poder económico puedes tener servicios que los pobres no pueden ni soñar. No existe igualdad en el mundo ni la justicia es tal.
Esto ocurre porque el ser humano sigue siendo el viejo animal con todas sus limitaciones. No juzguemos, pero hagamos algo diferente para evitar obtener siempre el mismo resultado.
Por cierto, The Guardián fue fundador por esclavistas. Es un gran diario, pero ese es un hecho, no una opinión.