La batalla de la inteligencia la están ganando los servicios secretos de Estados Unidos y la información que comparten con sus aliados occidentales. Falta esclarecer si la acumulación de información procede del espionaje de los humanos o es fruto de la superioridad tecnológica de la industria militar americana. En cualquier caso, el mundo fantasmal y arriesgado de los espías ha quedado reservado a la literatura de John Le Carré, Graham Greene y a cuantos escritores de la guerra fría que nos presentaban a unos personajes fríos, sin escrúpulos, valientes, traidores y héroes a la vez, que pisaban los espacios más confidenciales del enemigo simulando una personalidad falsa.
El espía debía arrastrar su anonimato hasta la tumba. Ahora la información más secreta es volcada en las redes y puede estar al alcance de millones de personas que nada tienen que ver con el conflicto. La comunidad de inteligencia norteamericana ha penetrado en los servicios secretos militares rusos y ha conocido las intenciones del Kremlin: desde advertir que habría una invasión con casi un mes de anticipación, hasta pasar al Gobierno de Ucrania el plan de ataque de las tropas de Putin en cada una de las batallas.
Las informaciones divulgadas en las redes sociales a través de la plataforma Discord hace una semana venían del Pentágono, a tenor de su verosimilitud. A través de la sofisticación tecnológica llegaron a entrar en el sistema operativo del Grupo Wagner, el ejército de mercenarios al servicio del Kremlin que se enfrentan directamente con los soldados ucranianos en el Donbass.
Se ha publicado cómo los rusos han reclutado a muchos presos para enviarlos a la guerra y han divulgado cifras de rusos huidos a Occidente para evitar ser llamados a filas. No se entiende la resistencia de Ucrania sin la ayuda militar norteamericana y europea, pero es posiblemente más valiosa la información encriptada que llega al atribulado Estado Mayor del presidente Zelenski.
¿Cómo se ha podido filtrar este material tan sensible? El precedente más clamoroso fue el Wikileaks de Julian Assange, el australiano que está encarcelado en Londres desde que en el 2010 puso al descubierto miles de informes secretos norteamericanos al alcance de cualquier persona conectada a internet. Lo mismo hizo Edward Snowden en el 2013, sustrayendo de las entrañas de los servicios de inteligencia americana las informaciones más confidenciales y comprometidas. Snowden es un traidor perseguido por la justicia americana, pero es tratado como un héroe en Moscú, donde vive protegido por Putin, que le ha concedido la nacionalidad rusa y una residencia en lugar desconocido.
Es cierto que las informaciones más encriptadas pueden ser pasto de webs que las divulgan sin mayor esfuerzo, una vez conseguidos los enlaces. Si la inteligencia americana es pionera en muchos aspectos, también es vulnerable. Sabemos que el ejército ruso era una fachada como la que el general Grigori Potiomkin presentó a su reina y amante, Catalina la Grande, en su viaje propagandístico a Crimea en 1787, presentándole ciudades decoradas con falsas casas de madera y de cartón.
Pero también es un hecho que la agencia de espías de élite de Rusia, el FSB, es el brazo político de Putin que intervino a favor de Trump en las elecciones del 2016, en el Brexit y en todos los movimientos que debilitaran a la Unión Europea como ha sido el procés y la ayuda a fuerzas de extrema derecha como el partido de Salvini en Italia.
Los agentes en todos los servicios de inteligencia no responden ya a los rasgos inmortalizados por la literatura y el cine. Trabajan con nuevas herramientas, pero alguien tiene que estar siempre infiltrado en las filas del adversario o enemigo sin dejar rastro y enviando información a sus jefes.
Al traidor no se le perdona y se le busca en las profundidades de la tierra. Recuerdo un espía británico que vivió años infiltrado en el IRA y que después de los acuerdos del Viernes Santo de 1998 se retiró a una cabaña en la que no había ni electricidad ni agua corriente, en el condado de Donegal. Un periodista le hizo una entrevista sin especificar su localización. Fue su sentencia de muerte. Corría ya el 2006 y su cadáver fue encontrado en uno de los parajes más rústicos y solitarios de Irlanda, una zona donde las truchas de los riachuelos las puedes coger con la mano. El IRA, ya desmantelado, llegó hasta su escondrijo. Y lo mató.
Publicado en La Vanguardia el 12 de abril de 2023
Al Julian Assange i al Edward Snowden els hi tindrien que donar el Nobel de la Pau.
I retirarlo al marra del dalai lama actual, al Obama i al Kissinger, entre altras.
Al panta de Sau tambe ja es poden agafar les truies amb la ma.
Dissortadament la cosa esta aixis i els sapastres de la plaça sant Jaume sabien de fa vint anys que la cosa de la sequera anaba per aqui i no han fet res ni per acabar amb les fuites d´aigua ni res de res.
Ara anem cap el pacte de claredat. Quins codonys!
De veritat creu que el Putin espiaba a aquesta colla d´inutils?
Caram caram!
Aquest paràgraf del article d’avui del senyor Foix, es explosiu: «Pero también es un hecho que la agencia de espías de élite de Rusia, el FSB, es el brazo político de Putin que intervino a favor de Trump en las elecciones del 2016, en el Brexit y en todos los movimientos que debilitaran a la Unión Europea como ha sido el procés y la ayuda a fuerzas de extrema derecha como el partido de Salvini en Italia.»
En quatre línies, culpa als rusos de donar suport a Trump, al Brexit, a Salvini i al Procés, tots d’una tacada. I es queda tan ample, realment algú es pot creure que a Puigdemont, Junqueras i cia, els va ajudar una potencia com Rusia?. Al senyor Foix sembla que se li ha anat la mà, potser portat per la seva fixació amb la defensa de tot lo espanyol i sense tenir en compte la irrellevancia dels impulsors del procés que dificilment podien atreure l’interés de personatges com Putin.
Es cert que el Sr. Foix cuan ataca als rusos es queda tan ample, pero no crec que sigui un españolista. Es de la Terra Ferma i aixo esta pero que molt be!