Cuando empezó la Gran Guerra en 1914 el escritor Stefan Zweig se encontraba de vacaciones cerca del puerto belga de Ostende. Escribía que “los turistas se tumbaban en la playa junto a casetas de colores brillantes o se bañaban en el mar, los niños hacían volar cometas, los jóvenes bailaban frente a los cafés o en el paseo junto al muro del puerto”. Todo el mundo se divertía amistosamente. En mayo del año anterior, en el breve interludio de las dos guerras balcánicas, los primos Jorge V de Inglaterra, Nicolás II de Rusia y Guillermo II de Alemania se reunían en Berlín para la boda de la única hija del kaiser.
Nada hacia presagiar que dentro de un año los tres estarían en una guerra que nadie quería pero todo el mundo temía fatalmente. La historia no se repite, pero no hay que olvidarla. Un siglo después de aquella reaparición de la barbarie en las naciones más civilizadas de Occidente hay síntomas de confrontaciones entre países que se necesitan y que nada ganan en abrir hostilidades mutuas. El estío es un tiempo plácido y alterado a la vez. Los grandes conflictos suelen empezar en días tórridos y aparentemente tranquilos.
Las dos guerras mundiales empezaron en verano. La Revolución Francesa estalló un 14 de julio de 1789 con el asalto a la prisión fortificada de la Bastilla, donde solo había siete presos. El rey Luis XVI dedicó el día a cazar en los bosques de Versalles. En su dietario de aquella noche tórrida escribió simplemente: “Rien”. Para el rey no había pasado nada, quizás porque no abatió ninguna pieza importante cuando, en realidad, se había puesto en marcha el reloj que lo llevaría a la guillotina tres años después.
Fue el 6 de agosto de 1945 cuando el presidente Truman ordenó arrojar la primera bomba atómica sobre Hiroshima. Nuestra Guerra Civil la inició Franco con el golpe militar del 18 de julio de 1936. El muro de Berlín lo levantó Jruschov el 13 de agosto de 1961 y las tropas soviéticas entraron en Praga el 21 de agosto de 1968. La guerra de los Seis Días la desató Israel el 6 de junio de 1967 con un Moshe Dayan que protagonizó lo que sería una amarga victoria.
No hay síntomas inmediatos de guerra que involucren a soldados o civiles de países de la OTAN. Pero lo cierto es que Europa entera está en guerra contra Putin por haber invadido sin justificación un país vecino. Los ucranianos se defienden por su patriotismo y por la voluminosa ayuda militar y económica de Estados Unidos y los aliados europeos. Estamos comprometidos en una guerra que está ya fuera de control.
El cansancio occidental puede ser un factor de cambio de posiciones en cualquier momento. Y la sangre fría de Putin en deshacerse de adversarios y potenciales enemigos en accidentes aéreos, suicidios arrojándose desde un piso alto o envenenamientos significa que Rusia atraviesa también un periodo de turbulencias internas de consecuencias imprevisibles. La muerte de Prigozhin, el jefe de los mercenarios de Wagner y excolaborador de Putin, recuerda las purgas estalinistas de los años treinta. La confrontación ocasional o intencionada con fuerzas de la OTAN es un escenario posible.
En este verano con la guerra de Ucrania como telón de fondo hemos asistido a dos hechos relevantes. El primero es la reunión de los países del Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) en Johannesburgo, en la que el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, asistió en representación de Putin.
Lo más significativo es la invitación a formar parte del club a países tan distintos como Argentina, Egipto, Etiopía, Irán, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí. Si se llegara a formalizar la oferta que se pondría en marcha en enero próximo, representaría una cuarta parte de la economía mundial y un 40 por ciento de la población del planeta. Sería un serio contrapunto al G-7 y a las reglas establecidas por la hegemonía de Estados Unidos en los últimos 70 años.
El otro hecho significativo es la foto policial del expresidente Trump en un juzgado de Georgia, acusado de querer alterar los resultados de las elecciones del 2020. Tenemos a un presidente Biden con dificultades de movilidad y de expresión y a un candidato republicano, Trump, que miente a sabiendas y se salta reglas básicas de la Constitución. El liderazgo occidental es de una gran fragilidad para defender la libre competencia, la discusión, el debate, la libertad y la democracia frente a sistemas autoritarios o fracasados.
Publicado en La Vanguardia el 30 de agosto de 2023
Una empresa de Lleida recluta a militares y policías para combatir en Ucrania
GOA Tactical, con sede en Alpicat (Lleida) ha preseleccionado a ochenta hombres.
Poder si que la farem grossa!
Biden ofrece una ayuda de 95 millones de dólares a Hawái un día después de anunciar 250 millones en armas para Ucrania
Tema menor:
Llegeixo que el Barça porta la seu de una filial als Paisos Baixos per cotitzar en el Nasdaq.
O sease el Jan fa un ferrovial.
Mes que un club. I tant!
Aixo es el inici de la privatitzacio.
I el zozi ni zenterera.
El Sr. Foix nos hace un repaso de susto de los agostos negritos de la historia. Esperemos que llegue septiembre con sus diadas (plural adrede) y que tot plegat no empeore.
Veo al margen de este su blog una foto de nuestro anfitrion en Jerusalen (cuando te volvere a ver!) que parece ser que es un «pais» por si solo.
Esto de los paises esta muy en almoneda.
En la 3 de LV de hoy a toda plana «El Papa ensalza a la gran Rusia»
Y Europa entera esta en guerra contra Putin?
Quin foglion xD