Nada hacía presagiar que un ataque brutal de la organización terrorista Hamas iba a romper los muros que separan Gaza de Israel, ocupar varias poblaciones del sur del país, asesinar a casi un millar de hebreos y llevarse cautivos a más de un centenar de judíos que se han convertido en rehenes en una guerra declarada por el gobierno de Benjamin Netanyahu.
El objetivo político y militar israelí es destruir a los autores de la matanza indiscriminada de civiles, jóvenes y mayores, mujeres y niños, ajenos en todo caso al alcance de los ataques que Hamas ejecutó a sangre fría en las primeras horas del sábado.
Pasé más de dos semanas en Israel el pasado mes de septiembre. El país vive la tensión política habitual con un Gobierno que depende de partidos de extrema derecha y de los ultraortodoxos, que han forzado a Netanyahu a poner en serio peligro el equilibrio de poderes.
La presencia de soldados armados en el espacio público es evidente. La seguridad nacional es el primer objetivo de cualquier gobierno desde la fundación del Estado en 1948. Israel ha ganado todas las guerras que ha librado con los vecinos árabes y su superioridad tecnológica y militar se ponía de relieve con los israelíes con los que hablé en Jerusalén, en el norte y en el sur del país, que me transmitían la sensación de que el problema de Gaza era preocupante, pero que su infraestructura de inteligencia militar neutralizaría cualquier intento de perturbar la seguridad de los israelíes.
La condena a la matanza de civiles ha sido general y sin matices en prácticamente todos los países occidentales. La posición del Gobierno español en funciones es muy clara en lo que hace referencia a Pedro Sánchez y los ministros socialistas, pero las divisiones se han explicitado con las reservas de sus socios de Sumar, que han responsabilizado a Israel de ser el principal culpable de una crisis que se remonta a la guerra de los Seis Días de 1967. Así lo ha manifestado el portavoz de la formación liderada por Yolanda Díaz. La declaración conjunta sobre Israel la firmaron ayer Macron, Scholz, Meloni, Biden y Sunak. Sánchez no estaba.
Con la condena de los ataques y asesinatos de Hamas en tierra israelí y el apoyo militar y político de Estados Unidos y de la gran mayoría de los países europeos, el Gobierno Netanyahu reaccionó desde el primer momento con una declaración de estado de guerra. Ha llamado a filas a trescientos mil reservistas y en los primeros tres días de la crisis ha bombardeado día y noche enclaves de Gaza donde pudieran cobijarse líderes, ejecutivos o cooperadores de Hamas. Netanyahu ha conseguido temporalmente la unificación política del país, pero debe recordar la suerte de Golda Meir, que dimitió en 1973 tras la mala gestión en la guerra del Yom Kipur.
La orden del ministro de Defensa israelí de bloquear Gaza y dejarla sin electricidad, sin alimentos y sin gas es una decisión desproporcionada. “Nada entrará y nada saldrá. Estamos luchando contra animales y actuaremos de manera acorde”, advirtió el ministro. Una cosa es bombardear, bloquear, responder con la fuerza a las atrocidades perpetradas por Hamas, y otra bien distinta es que las medidas afecten a los más de dos millones de palestinos que viven en Gaza.
Me honro con la amistad y tengo admiración por muchos judíos que tanto han aportado a la historia de la civilización occidental y de los que he aprendido muchas de las cosas que sé. Pero también coincido con la percepción de judíos prestigiosos, George Steiner era uno de ellos, que hacían la distinción entre la defensa de un pueblo perseguido y casi eliminado ahora casi hace un siglo por los nazis, expulsado de media Europa a lo largo de los siglos, y el comportamiento del Estado de Israel, que puede ser criticado como cualquier otro país del mundo.
El Gobierno egipcio advirtió hace diez días a Netanyahu que “algo inusual, una operación terrible”, se estaba preparando desde Gaza. En El Cairo causó sorpresa la indiferencia mostrada por el primer ministro israelí. La superioridad tecnológica y militar no se correspondía con lo que se estaba tramando desde Gaza, con la colaboración de Irán y en medio de los planes de establecer relaciones entre Arabia Saudí e Israel.
Hamas ha sido instrumentalizado por la geopolítica de la región, que contiene fuertes dosis de odio a Israel, con la ayuda de países que han priorizado los ataques antisionistas a la paz en Oriente. Una invasión terrestre de Gaza sería un grave error político y estratégico.
Publicado en La Vanguardia el 11 de octubre de 2023
Jordi Juan en el editorial de hoy de La Vanguardia subraya el articulo de nuestro anfitrion al que califica de maestro.
En portada tambien el diario aparte de destacar el articulo del Sr. Foix, lo hace tambien del de Tomas Alcoverro.
Tanto el uno como el otro escriben sendos articulos impecables.
Tanto el uno como el otro las han visto en vivo y en directo de todos los colores, pero seguro que no esperaban ni imaginaban las escenas primerizas de esta guerra recien iniciada.
Ver llegar en parapente unos, en motocicleta otros, en excavadoras, a la carrera… a milicianos palestinos… invadiendo Israel sin que nada ni nadie detuviera a los intrusos es una afrenta que no se va a digerir por mucha ley del talion que apliquen desde el estado invadido.
¿quien fabrico los cohetes de Hamas?
¿ Quien se los vendió? ¿ con que dinero se pagaron?
las respuestas a estas preguntas son las que espero de los periodistas
Aquí està el kid de la cosa.Qui està radera de aquet odi?
Aconsejo leer el artículo de Henrique Cymerman de hoy miercoles, en – elnacional.cat